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nuestro arquero pudo desviar hacia Gene Ken-<br />
naway, quien a su vez me lo pasó a mí. Mientras<br />
patinaba detrás de la pelota pensé que tenía un<br />
décimo de segundo para echar una ojeada a las<br />
tribunas, buscando a Jenny. Lo hice. La vi. Es-<br />
taba allí.<br />
Inmediatamente después me habían sentado<br />
de culo.<br />
DosVerdes hijos de puta se habían arrojado<br />
sobre mí y mi trasero estaba sobre el hielo y yo<br />
—¡Cristo!— sentía una vergüenza fuera de todo<br />
lo imaginable. ¡Barrett caído! Podía oír a los<br />
leales hinchas de Harvard gritando por mí mien-<br />
tras patinaba. Podía oír a los de Dartmouth, se-<br />
dientos de sangre y ululando.<br />
— ¡Que lo maten, que lo maten!<br />
¿Qué pensaría Jenny?<br />
Dartmouth tenía la. pelota otra vez cerca de<br />
nuestro arco, y otra vez nuestro arquero desvió<br />
el tiro. Kennaway se la pasó a Johnston, quien<br />
la disparó hacia mí (ya me había parado enton-<br />
ces). Ahora la multitud se había vuelto salvaje.<br />
Esto se tenía que trasformar en un gol. Tomé<br />
la pelota y corrí a través de la línea azul de<br />
Dartmouth. Dos defensores de ellos venían de-<br />
recho a mí.<br />
—¡Dale, Oliver, Dale! ¡Sácales la cabeza!<br />
Escuché el grito agudo de Jenny entre el gen-