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deslizara en el agua, cerré los ojos y permanecí<br />
sentado allí, con el calor hasta el cogote. Ahhhh.<br />
¡Jesús! Jenny estaría esperándome afuera.<br />
¡Ojalá! ¡Todavía! ¡Jesús! ¿Cuánto tiempo estu-<br />
ve disfrutando de ese bienestar mientras ella me<br />
aguardaba en el exterior, en el frío de Cam-<br />
bridge? Logré batir un nuevo récord al vestirme.<br />
Ni siquiera estaba del todo seco cuando empujé<br />
la puerta principal de Dillon.<br />
El aire frío me azotó. Dios, estaba helando.<br />
Y oscuro. Aún quedaba un grupito de hinchas.<br />
Casi todos viejos fanáticos del hockey, gradua-<br />
dos que nunca habían podido desprenderse men-<br />
talmente de las almohadillas. Tipos como el<br />
viejo Jordán Jencks, que asiste hasta a los par-<br />
tidos más intrascendentes, aquí o en otra parte.<br />
¿Cómo lo hacen? Quiero decir: Jencks, por ejem-<br />
plo, es un gran banquero, no debe tener dema-<br />
siado tiempo libre. ¿Y por qué lo hacen?<br />
—Flor de empujón te dieron, Oliver.<br />
—Sí, señor Jencks. Usted ya sabe cómo son<br />
esos, la clase de juego sucio que practican.<br />
Mientras hablaba miraba hacia todas partes,<br />
tratando de descubrir a Jenny. ¿Se habría ido<br />
caminando de vuelta a Radcliffe, sola?<br />
—¿Jenny?<br />
Me alejé tres o cuatro pasos de los hinchas,<br />
buscándola desesperadamente. Ella surgió de im-