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La vocación
n estos últimos años, en muchas partes del
mundo, las vocaciones se están debilitando.
No solamente sacerdotes o monjas, sino que
también maestros de escuelas, profesores de
colegios y universidades, médicos, enfermeras.
Personas con mucho corazón, que querían
ayudar a la humanidad, están convirtiendo
su vocación en un simple empleo; en
fuente de dinero. Se está perdiendo el sentido
de la vocación, el sentido de servir, el sentido
de respeto y preocupación por el otro.
Los trabajos no son solamente empleos para
ganar un poco de dinero. Los trabajos son
oportunidades de servir. Hay que pensar
qué quiero hacer yo con mi vida. A quién
doy tanta energía como Dios me ha dado.
Los jóvenes están llenos de energía y ahí
hay una llamada a buscar y definir la vida
de ustedes como vocación. No como un trabajo,
como un empleo, como una manera
de ganarse la vida. ¿Qué quiero hacer con
mi vida? Ahí es donde la búsqueda es más
importante. La Iglesia necesita todo tipo de
[54] Encuentro con la Red Juvenil Ignaciana
servicios: religiosos, sacerdotes, matrimonios,
profesores… todo ayuda a servir a la
humanidad, que es el fin de la Iglesia. Ella
está para servir a la humanidad, en nombre
de Dios. Para darle alegría y esperanza.
Ahora, en nuestra vocación tenemos que armonizar
el reto que suponen las necesidades
humanas: la respuesta que queremos dar
todos, y el contexto social, que determina
mucho nuestro camino. Un camino inspirado
en san Ignacio, que trata de hacernos
personas libres.
Solamente si somos libres podemos escoger
bien. El camino de san Ignacio es básicamente
el liberarnos interiormente. Recuperar la
libertad interior. Y eso no es nada fácil.
Ustedes, jóvenes, que quieren ser libres…
un deseo genuino, auténtico y magnífico,
¿por qué permiten que las tiendas de ropa
les digan cómo tienen que vestir? ¿Por qué
dejan que les quiten la libertad cuando viene