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REVISTA EUROPEA. - Ateneo de Madrid

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410 <strong>REVISTA</strong> <strong>EUROPEA</strong>.—30 DE MARZO DE 1879. NÚM. 268<br />

tracto. La forma pura, opuesta al sentimiento,<br />

es el verda<strong>de</strong>ro tema, el verda<strong>de</strong>ro fondo<br />

<strong>de</strong> la música, es la música misma: el sentimiento<br />

que provoca en nosotros no pue<strong>de</strong> llamarse<br />

ni fondo, ni forma, solo es efecto, resultado.<br />

Lo que generalmente se llama parte<br />

material <strong>de</strong>l arte, medio <strong>de</strong> trasmisión, <strong>de</strong> exposición,<br />

es precisamente la emanación directa<br />

<strong>de</strong>l espíritu, mientras lo que se toma por<br />

objeto trasmitido y expuesto (es <strong>de</strong>cir, en realidad<br />

el efecto producido sobre el sentimiento)<br />

pertenece á la materia <strong>de</strong>l sonido, y las más<br />

<strong>de</strong> las veces se rijo por leyes fisiológicas.<br />

Fácil es <strong>de</strong>ducir <strong>de</strong> las consi<strong>de</strong>raciones que<br />

antece<strong>de</strong>n, el valor exacto <strong>de</strong> los efectos «morales»<br />

<strong>de</strong> la música, preconizados harto frecuentemente<br />

por los autores antiguos, como<br />

compañeros <strong>de</strong> los efectos «físicos» que colocaban<br />

en primer término. Nuestros aficionados<br />

no'gozan con la música por su belleza. Sienten<br />

su influencia como la <strong>de</strong> una fuerza primitiva<br />

> <strong>de</strong> la naturaleza, que pue<strong>de</strong> conducirlos hasta<br />

á cometer actos inconscientes, y que absolutamente<br />

nada tiene <strong>de</strong> común con la estética,<br />

por lo <strong>de</strong>más, ahora ya no ignoramos el estrecho<br />

lazo que une esos supuestos efectos morales<br />

á los efectos físicos.<br />

El pesado acreedor, á quien su <strong>de</strong>udor, valiéndose<br />

<strong>de</strong> la música, consigue conmover<br />

hasta el punto <strong>de</strong> obtener la completa remisión<br />

<strong>de</strong> la <strong>de</strong>uda (1), se inclina á la generosidad,<br />

exactamente <strong>de</strong>l mismo modo que el que se<br />

siente irresistiblemente impulsado á bailar, s¡<br />

oye <strong>de</strong> pronto unos bonitos walses. El primero<br />

ce<strong>de</strong> al po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> la melodía y la armonía, elementos<br />

<strong>de</strong> la música más espirituales que el<br />

simple ritmo que estimula al segundo. Pero ni<br />

uno ni otro obran espontáneamente ó bajo el<br />

imperio <strong>de</strong> la impresión espiritual <strong>de</strong> la belleza<br />

estética; los dos ce<strong>de</strong>n á una excitación<br />

nerviosa. La música les mueve los pies ó el<br />

corazón, como el vino suele mover la lengua.<br />

Tales victorias solo dan testimonio <strong>de</strong> la <strong>de</strong>bilidad<br />

<strong>de</strong>l vencido. Sentir emociones inmotivadas,<br />

frivolas, sin razón,ysolo bajo la influencia<br />

ríe un po<strong>de</strong>r que no está en modo alguno relacionado<br />

con nuestra voluntad y pensamiento,<br />

es indigno <strong>de</strong>l humano espíritu. Cuando los<br />

hombres se <strong>de</strong>jan dominar por la parte elemental<br />

<strong>de</strong> un arte, hasta el punto <strong>de</strong> no ser<br />

dueños <strong>de</strong> sus acciones, nos parece que en eso<br />

no hay gloria para el arte, y mucho menos aún,<br />

para ellos mismos.-<br />

(1) Este prodigio se verificó muchas Teces según refiere<br />

A. Burgh, particularmente á favor <strong>de</strong>l cantante Palma<br />

(Anécdota onmusie 1814.)<br />

La música no tiene el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> precisar,<br />

pero el que ejerce sobre los sentimientos hace<br />

que se consiga disfrutar con ella casi tanto<br />

orno, si tuviese precisión. Tal es el verda<strong>de</strong>ro<br />

punto <strong>de</strong> partida <strong>de</strong> los ataques más antiguos<br />

dirijidos contra este arte, al que se acusa <strong>de</strong><br />

que enerva y <strong>de</strong>bilita, reproche que está completamente<br />

fundado, cuando se hace <strong>de</strong> la música<br />

el medio <strong>de</strong> provocar emociones in<strong>de</strong>terminadas,<br />

<strong>de</strong> atraer al oyente á cierto estado<br />

patológico general. Beethoven expresaba el<br />

<strong>de</strong>seo <strong>de</strong> que la música pudiese «golpear como<br />

un eslabón sobre la mente» (Feuer aus <strong>de</strong>m<br />

Geiste schlagen.) Observemos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego la<br />

forma contingente <strong>de</strong> tal <strong>de</strong>seo, y a<strong>de</strong>más, ¿la<br />

fuerza <strong>de</strong> voluntad é imaginación <strong>de</strong>l hombre<br />

que ha llegado á su total madurez intelectual<br />

no es razón que necesite <strong>de</strong>l mismo fuego 'encendido<br />

y conservado por la música?<br />

En todo casó, 'el ataque dirigido contra la<br />

influencia <strong>de</strong> la música, nos parece monos censurable<br />

que la exageración con que á veces se<br />

la enaltece. Como sus efectos físicos están en<br />

razón directa <strong>de</strong> la excitación enfermiza <strong>de</strong>l<br />

sistema nervioso, sobre el cual ejerce su influencia,<br />

<strong>de</strong>l mismo modo la intensidad <strong>de</strong>l<br />

efecto moral <strong>de</strong> los sonidos, crece con la falta<br />

<strong>de</strong> cultura <strong>de</strong>l talento y <strong>de</strong>l carácter. Mientras<br />

menor sea la resistencia que la educación opone,<br />

mayor po<strong>de</strong>r tiene la música en el sentido<br />

patológico. Sabido es que los sonidos musicales<br />

producen en los salvajes una especie <strong>de</strong><br />

extático hechizo.<br />

Pero ninguna <strong>de</strong> estas consi<strong>de</strong>raciones <strong>de</strong>tiene<br />

á los estéticos. En sus teorías procuran<br />

aducir <strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego numerosos ejemplos para<br />

probar que «hasta los mismos animales sienten<br />

la influencia <strong>de</strong> la música.» Sí: el clarín anima<br />

al caballo y lo excita al combate. El violin<br />

conduce fácilmente al oso hasta á hacer graciosos<br />

ensayos coreográficos. La tierna araña<br />

y el sentimental elefante,"se agitan cada uno<br />

á su manera al oir sonidos que les agradan.<br />

¿Pue<strong>de</strong> lisonjearnos gustar <strong>de</strong> la música igualándonos<br />

con ellos?<br />

Después <strong>de</strong> las curiosida<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l mundo animal,<br />

vienen las maravillas humanas. Las que<br />

más generalmente se citan, tienen por tipo el<br />

hecho mil veces mencionado, relativo á Alejandro<br />

el Gran<strong>de</strong>: el conquistador macedonio<br />

se ponia furioso cuando' Timoteo tocaba la<br />

flauta en modo frigio, calmándose al punto si<br />

la música pasaba al modo lidio. Cuentan también<br />

que un soberano menos conocido, Erico<br />

el Bueno, Rey <strong>de</strong> Dinamarca, queriendo convencerse<br />

<strong>de</strong>l <strong>de</strong>cantado po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> la música,

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