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REVISTA EUROPEA. - Ateneo de Madrid

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392 <strong>REVISTA</strong> <strong>EUROPEA</strong>.—30 DE MARZO DE 1879'. NÚM. 266<br />

grado, necesitaba su sangre, sus nervios, sus<br />

músculos, su espíritu y su materia, y disecando<br />

con su sangriento escalpelo hasta el fondo<br />

<strong>de</strong> su corazón hacia con él lo que hace con el<br />

cadáver el hábil anatómico, y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> no<br />

<strong>de</strong>jar entero más que su esqueleto, lanzaba<br />

éste al aire en medio <strong>de</strong> la agonía <strong>de</strong> los espectadores,<br />

y arrojaba los huesos <strong>de</strong> la vícti.<br />

ma pulverizados á un rincón como cosa innútil,<br />

siguiendo <strong>de</strong>spués su interrumpido discurso,<br />

cubierto el rostro <strong>de</strong> sudor, rígidos los<br />

miembros, la mirada centelleante y la actitud<br />

insolente.<br />

IV<br />

Tantos excesos <strong>de</strong> trabajos y placeres, <strong>de</strong>bian<br />

tener un próximo fin, y le hallaron; el<br />

Con<strong>de</strong> se sintió <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> un dia <strong>de</strong> luchas en<br />

la Cámara y una noche <strong>de</strong> placer en medio <strong>de</strong><br />

la orgia, herido <strong>de</strong> muerte: París entero acudió<br />

á su casa, y la noche última <strong>de</strong> su enfermedad<br />

las losas <strong>de</strong> su calle y sus escaleras sirvieron<br />

<strong>de</strong> lecho á multitud <strong>de</strong> sus apasionados; parecia<br />

que con él moria todo lo heroico; y él, que<br />

habia acostumbrado á su pueblo á que le mirase<br />

como á uno <strong>de</strong> los héroes <strong>de</strong> las antiguas<br />

eda<strong>de</strong>s, se dispuso á caer, como el atleta romano,<br />

en la actitud más académica; su gran<br />

valor no le abandonó un solo momento, y frente<br />

á frente con la muerte supo conservar su<br />

gran<strong>de</strong>za; sus admiradores hubieran <strong>de</strong>seado<br />

conservar su vida aun á costa <strong>de</strong> la suya; hubo<br />

algunos que ofrecieron su sangre para intentar<br />

la trasfusion; pero todo fue inútil; viendo<br />

acercarse su último momento, pidió flores<br />

y música; y con la alta conciencia <strong>de</strong> lo que<br />

Francia perdía con su muerte, rindió un tributo<br />

á la madre común, que le recibió en su<br />

seno, regado por las lágrimas <strong>de</strong> aquel pueblo<br />

que veía en él su más celoso representante. -<br />

Doscientos mil espectadores asistieron á<br />

sus funerales: jamás rey alguno tuvo tantas<br />

lágrimas y oraciones; la solemnidad <strong>de</strong>l fúnebre<br />

cortejo era interrumpida por los sollozos<br />

<strong>de</strong> la muchedumbre; su féretro <strong>de</strong>saparecía<br />

bajo sinnúmero <strong>de</strong> coronas; hendían los aires<br />

los acor<strong>de</strong>s <strong>de</strong> marcha funeral; les representantes<br />

<strong>de</strong> la Nación llevaban luto oficial, marchando<br />

en apretado grupo <strong>de</strong>trás <strong>de</strong>l carro<br />

mortuorio; los edificios públicos tenían ban<strong>de</strong>ra<br />

enlutada; negros crespones flotaban al aire<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> las altas torres <strong>de</strong> Nuestra Señora; negras<br />

colgaduras cubrían los balcones <strong>de</strong>l tránsito<br />

hasta el panteón <strong>de</strong> los hombres célebres<br />

que se hallaba en Santa Genoveva; el cañón<br />

tronaba <strong>de</strong> minuto en minuto; el duelo era ge-<br />

neral; solamente no participaban <strong>de</strong> él las envidiosas<br />

medianías, que con fingido dolor seguían<br />

el acompañamiento; bien sabían ellos<br />

que muerto el astro que les eclipsaba, aparecerían<br />

gran<strong>de</strong>s; pero la Francia entera lloraba<br />

á su gran<strong>de</strong> hombre, grabando con letras<br />

<strong>de</strong> oro en su historia su nombre inmortal,<br />

entretanto que ellos cruzaban el horizonte <strong>de</strong><br />

la Patria como esos fuegos fatuos que <strong>de</strong>spués<br />

<strong>de</strong> alumbrar por un momento con su pálido<br />

brillo la órbita en que giran, pasan y <strong>de</strong>saparecen<br />

sm que nadie vuelva á ocuparse <strong>de</strong> ellos<br />

jamás. .<br />

VICENTE DE LA CRUZ.<br />

ÁRBOL GENEALÓGICO<br />

É HISTORIA DEL REINO ANIMAL.<br />

Mamíferos.—(Conclusión.)<br />

Los mono<strong>de</strong>lfos ó placentarios (Mono<strong>de</strong>l<br />

phia, placentalia), forman la tercera y última<br />

sub-clase <strong>de</strong> los mamíferos, que es la importante,<br />

la más rica en especies y la más perfecta<br />

<strong>de</strong> todas, porque compren<strong>de</strong> á todos los mamíferos<br />

conocidos, á excepción, <strong>de</strong> los monotremos<br />

y <strong>de</strong> los marsupiales, y porque el hombre<br />

mismo forma parte <strong>de</strong> ella, puesto que ha<br />

venido evolucionando <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los grupos placentarios<br />

más inferiores.<br />

Los placentarios, como su nombre lo indica,<br />

se diferencian <strong>de</strong> los <strong>de</strong>más mamíferos especialmente<br />

por su placenta. Ya sabéis que la<br />

placenta es un órgano muy curioso que <strong>de</strong>sempeña<br />

un importante papel en la nutrición<br />

<strong>de</strong>l feto contenido en la matriz ó útero. La placenta<br />

ó parias ó secundinas, es un órgano<br />

blando, esponjoso, <strong>de</strong> color rojo, <strong>de</strong> forma y<br />

volumen muy variables, formado en su mayor<br />

parte por una intrincada red <strong>de</strong> vasos sanguíneos.<br />

La importancia <strong>de</strong> la placenta consiste<br />

en que es el órgano ert don<strong>de</strong> sé verifica<br />

el cambio <strong>de</strong> sustancias nutritivas entre la<br />

sangre <strong>de</strong>l útero materno y la <strong>de</strong>l feto (Véanse<br />

páginas 372 y siguientes <strong>de</strong>l tomo I). Los marsupiales<br />

y monotremos carecen <strong>de</strong> este órgano<br />

tan importante; pero los placentados difieren<br />

todavía <strong>de</strong> las otras dos sub-clases <strong>de</strong> mamíferos<br />

en muchas particularida<strong>de</strong>s, como<br />

son, entre otras, la falta <strong>de</strong> huesos marsupiales,<br />

la mayor perfección <strong>de</strong> los órganos inter-

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