Vaixell de paper XX PDF - Escola TECNOS

2
Podeu veure aquest número de
a tot color a la pàgina web de l’escola:
www.tecnos.cat
El jurat de ha estat format pels professors
Eulàlia Casas, Júlia Gracia, Gisela Làzaro, Susana Luque i Ferran Mota
(apartat literari).
Jordi Bornas i Núria Mestres (apartat gràfic).
Correcció i revisió general dels textos: Lali Casas
Compaginació de la revista: Jordi Bornas
Disseny de la portada: Carles Díaz, 1r de batxillerat (1r premi)
Disseny de la contraportada: Enric Ferreres, 1r ESO (2n premi)

A càrrec d’Eulàlia Casas ................................................................................................................................. 5
POR ÚLTIMA VEZ Marta Rovira (Premi de narració) ............................................................................. 6
Il·lustració de Marta Rovira, 2n premi d’il.lustració de 1r cicle d’ESO
TRAÏCIÓ Núria Puertas (Accèssit de narració) Il·lustració de Cristina Nocete....................................... 7
UNA VEZ MÁS Judith Pérez Il·lustració d’Alba Molina ......................................................................... 8
UN NEN, UN MÓN Roger Niell Il·lustració de Bruna Serra.................................................................... 10
LEL DIARI DE RASKOLNIKOV Sara Weichsel Il·lustració de Maria Closa.......................................... 11
HI HAURÀ UNA NIT Mariona Jordan ....................................................................................................... 12
l·lustració de David Gorriz 1r premi d’il.lustració de 2n cicle d’ESO
PARAL·LELAMENT Marta Molina (Premi de poesia)............................................................................... 14
CRISTALES Carla Molina Il·lustració de Núria Puertas........................................................................... 14
EL PERRO Glòria Ruíz ................................................................................................................................ 15
DANSA EN UN MÓN DE VERTIGEN Tanit Jorba Il·lustració de Carla Molina..................................... 15
A PERE TORRAS PI Carla Molina i Alba Molina (Premi d’entrevista) .................................................. 16
A TONI BROS Martí Giménez ...................................................................................................................... 19
A JOSEP RIBERA Xavi Capella..................................................................................................................... 21
EL LEGADO DE LOS BARQUEROS DEL RÍO Oriol Pla (Premi de narració) .................................... 23
Il·lustració de Caterina Cardona
HISTORIAS DE UNA CALLE Júlia Ribera (Accèssit de narració) .......................................................... 24
Il·lustració de Mariona Jordan, 1r premi d’il.lustració de 1r cicle d’ESO
LA HISTORIA DE CASILDA Sònia Carreras .............................................................................................. 25
VIVIR POR VIVIR Eva Tomàs Il·lustració d’Anna Merino ...................................................................... 26
SOÑAR Xavi Kearns Il·lustració de Neus Lapiedra ................................................................................... 27
QUERIDA AMALIA Irene Cabanes Il·lustració de Bernat Meseguer....................................................... 28
MARES DE FUEGO Otilia Dan (Premi de poesia) Il·lustració d’Aída Valero ....................................... 29
ESPURNES D’AMOR Aleix Jorba .............................................................................................................. 30
l·lustració d’Oriol Fages 2n premi d’il.lustració de 2n cicle d’ESO
A JULIA MÖLLER Júlia Garcia (Premi d’entrevista)................................................................................ 31
A MÒNICA ARDID Sandra Castilla.............................................................................................................. 33
LLENGÜES PRESONERES Àlex Martin (Premi de narració) ................................................................... 34
l·lustració de Mario Montes 2n premi d’il.lustració de batxillerat
BIBLIOGRAFÍA Francesc Perarnau (Accèssit de narració) Il·lustració de Pol Casas ........................... 36
MENSAJE EN UNA BOTELLA Meritxell Martínez Il·lustració de Tania Romero ................................. 36
ALUCINACIÓN Núria Aloy ....................................................................................................................... 37
ESCRIBE Lara Tudó Il·lustració de Maria Perarnau ................................................................................. 39
DOLORÓS DELICTE Arnau Castan ............................................................................................................. 40
REPETICIONES Sonia Florenza (Premi de poesia) .................................................................................. 42
Il·lustració de Lara Tudó, 1r premi d’il.lustració de batxillerat
LA MORENETA I EL MORENET Mercè Font ............................................................................................ 44
3

Un altre any ens tornem a trobar en aquesta revista amb un recull dels escrits dels
nostres alumnes d’ESO i de batxillerat. Un altre any ens endinsem amb curiositat i
expectació en el món divers, a vegades repetit i a vegades original, de les imaginacions
dels joves que ara estudien secundària. Com a professora de llengua i com a membre
del jurat em toca llegir molts i molts escrits durant tot l’any, i haig de confessar que
és sempre una aventura encarar-te amb els textos de nois i noies encara estudiants,
que comencen a volar amb el llenguatge, que comencen a saber crear històries interessants,
a desenvolupar arguments tristos o divertits, fantasiosos o molt realistes,
fer poemes sentits o humorístics, a explicar grans desgràcies o situacions paradoxals,
a provar diferents registres o llenguatges, ... Encara que no hagin estat seleccionats
entre aquestes pàgines, tots els que han escrit han experimentat la pruïja de fer un text
que vulgui dir més que el que diu cada paraula, d’arribar a l’expressió d’un sentiment
íntim, de fer una història que enganxi el lector. En resum, a fer Literatura, així, en
majúscules, tan difícil de definir però tan inherent a l’home. Com ens diu l’escriptor
Agustí Bartra parlant de Literatura:
“Poesia: matar els hiverns. Sortir d’un bosc de ferro i miralls amb un ram de flors
a la mà. Poesia: escriure lletres de neu a l’ala de l’oreneta.”
A això aspiren aquests textos. Esperem que els nostres joves escriptors no perdin
mai l’esperit d’Escriure.
Eulàlia Casas
5

6
POR ÚLTIMA VEZ
1r premi de narració
Marta Rovira (2n ESO)
Il·lustració de Marta Rovira (2n ESO)
2n premi d’il·lustració
La tenía entre mis brazos, algo a lo cual ya me había acostumbrado.
Pero aquella vez todo era distinto. Sus ojos marrones
estaban entrecerrados y luchaban para no cerrarse, su piel estaba
aún más pálida que de costumbre y parecía agotada. Podía notar
cómo su respiración se agitaba cada vez más, a la vez que los
latidos de su corazón iban perdiendo fuerza a medida que iban
pasando los segundos.
Intentaba negar lo que mis ojos veían, quería creer que
todo aquello sólo era una pesadilla, pero sabía que lo que mis
ojos veían era la realidad. Sabía lo que estaba pasando, lo había
sabido desde el primer momento, pero no lo quería aceptar. Se
moría, delante de mis ojos, entre mis brazos.
-¡Que alguien pida ayuda!- grité, aunque sabía que era inútil.
Estábamos solos, ella y yo, aunque dentro de poco ella ya no
estaría.
Me estremecí en cuando pensé en aquello. ¿Por qué? Intentaba
encontrar una respuesta que no existía.
La miré, sin poder evitar que los ojos se me llenaran de lágrimas.
Inmediatamente, los suyos hicieron lo mismo, y dejaron
que sus lágrimas recorrieran sus pálidas mejillas y que luego
me mojaran la mano. Aun así, no dejo de sonreír en ningún
momento.
La empujé hacía mi pecho, abrazándola con fuerza. No quería
que se fuera. No quería creer que no la vería jamás. No quería
creer que la perdería para siempre. No quería creer que ya nunca
más podría verla sonreír. No quería creer que ella estaría lejos
de mí. Pero por mucho que le dijera al oído que se pondría bien,
por mucho que le mintiera diciéndole que pronto volveríamos a
estar en casa, juntos, ya nada de aquello podría ocurrir. Se moría,
delante de mis ojos, entre mis brazos, y yo no podía hacer nada

para evitarlo. Me sentía estúpido e insignificante.
Quería decirle miles de cosas. Quería que supiera lo feliz que
me había hecho sólo por dejar que estuviera a su lado, lo feliz
que me había hecho sólo por escucharme, lo feliz que había sido
con ella. Quería que supiera cuánto la quería, aunque ya se lo
había dicho miles de veces. Ella había sido, era y sería siempre la
persona más importante para mí. Ella me había enseñado a querer,
me había enseñado a sonreír, me había enseñado lo que era
realmente la felicidad. Y eran tantos los recuerdos que ocupaban
mi mente en aquellos momentos… Demasiados recuerdos que
nunca sería capaz de olvidar, recuerdos que iban a estar siempre
allí, para sacarme una sonrisa al acordarme de aquella tarde de
marzo que habíamos pasado juntos, y más de una lágrima al
recordar que ella sólo era aquello, un recuerdo.
Y entonces hice un esfuerzo para sonreír, solamente para
que no me viera llorar.
Iba a decírselo todo, pero se me adelantó.
-Te quiero
Hizo una pausa en la que respiro con ciertas dificultades
- Gracias por todo.- dijo.
Y entonces me miró. Su última mirada, seguida de su última
sonrisa, seguida de su última lágrima, de su último abrazo y de
su último beso.
Y entonces sus párpados se cerraron, para siempre.
Y en cuando ella ya no podía verme, dejé que las lágrimas
salieran de mis ojos y me mojaran la cara por completo. Ella lo
había sido todo para mí, pero ahora ella ya no era nada, sólo un
cuerpo sin vida entre mis brazos.
Estaba entre sus brazos, aunque aquella vez era diferente. Mis
piernas temblaban demasiado y ya no podía sostenerme en pie.
Mi cuerpo se enfriaba cada vez más y más rápido, a la vez que
mis pulmones exigían obtener más aire, un aire que cada vez
tardaba más en llegar. Luchaba para mantener los ojos abiertos,
sabía que una vez los cerrara ya no los volvería a abrir nunca
más. Sabía que el tiempo que me quedaba era poco. Quizás me
quedaban minutos de vida, quizás segundos. Aquello era lo
que me quedaba para decirle todo lo que nunca le había dicho.
Quería decirle lo feliz que me había hecho con cada tontería que
me había hecho reír, lo feliz que había sido con cada segundo
que había pasado a su lado, lo feliz que me había sentido solo
por el hecho de que él existiera y de que además estuviera allí,
pasando el tiempo a mi lado. Quería decirle demasiadas cosas,
pero el tiempo iba pasando y cada vez quedaba menos para que
yo muriera.
Oí cómo gritaba algo, aunque no logré a entenderlo. Oí
cómo lloraba, oí sus sollozos. No quería que llorara, al menos
no por mí. Quería decirle que no llorara, pero lo único que logré
conseguir fue sonreír, aunque en ningún momento las lágrimas
dejaron de caerme. No quería que aquello terminara, no quería
decir adiós; aunque lo que más me dolía era dejarlo solo. No
quería que se hundiera porque yo ya no estaba, quería que fuera
feliz. Pero otra vez empecé a toser. Noté como me faltaba el aire
otra vez. Aquello era el final. Pero no quería irme, para nada.
Pero los dados ya estaban tirados y mi destino ya estaba elegido.
Ya nada ni nadie podía cambiar lo que estaba pasando.
Me empujó fuerte contra su pecho, abrazándome aún con
más fuerza. Me encantaba aquella sensación; sólo pensar que ya
nunca más podría sentir aquello, me hacía estremecer.
Empezó a decirme cosas al oído, cosas que yo nunca entendí.
Lo único que llegaba a escuchar en aquellos momentos eran
susurros, pero me bastaba con poder oír su voz. Me separó de él.
Quise quejarme para que me volviera a abrazar. Pero en vez de
eso le miré, y vi que una pequeña sonrisa se dibujaba en su rostro.
Había sonreído, sólo para que yo fuera feliz antes de morir.
Y fue entonces cuando me dije a mi misma que tenía que
hacerlo antes de que fuera demasiado tarde. Me dije a mi misma
que aunque aquello fuera lo último que hiciera en la vida, valía
la pena hacer el esfuerzo.
-Te quiero- otra vez me faltaba aire-. Gracias por todo.
Y entonces supe que todo había acabado, que mi final había
llegado, a la vez que todas mis esperanzas de pasar una vida
entera a su lado se esfumaban como mi vida lo estaba haciendo
en aquel momento.
Volví a alzar la cabeza. Forcé la vista para verle mejor.
Aquella vez sería la última vez que mis ojos miraran. Le sonreí,
sabiendo que nunca más podría hacerlo. Me abrazó y me besó
y antes de que mi corazón dejara de latir le susurré al oído: sé
feliz; la vida sólo te da una oportunidad para serlo. Aprovéchala
como yo lo he hecho.
TRAÏCIÓ
Accèssit de narració
Núria Puertas (2n ESO)
Il·lustració de Cristina Nocete (3r ESO)
Ho sento
Ja en tenia prou. Ho sentia molt, moltíssim, però ell ja no
podia seguir d’aquella manera. Li sabia greu, molt greu, deixarla...
Havia arribat a pensar que ella se l’estimava tant com ell, que
podia arribar a ser alguna cosa més intensa. Estava equivocat.
Ho sento molt... no per ella, és clar, sinó pels dos. Ho sento...
Mentides
Era tot el que li havien pogut dir els seus llavis. Mentides
tendres, que li prometien un amor impossible, i mentides dolces
que li murmuraven t’estimo a cau d’orella. Mentides que amb el
temps havien creat la desconfiança... Hi havia massa mentides
perquè ell la pogués oblidar.
Secrets
Hi havia tantes coses que s’havia guardat només per ella.
Tants secrets que li hauria agradat poder compartir. Secrets que
amb el temps havien format entre els dos un mur tan invisible
com el seu amor... Hi havia massa secrets perquè ell la pogués
perdonar.
Promeses
Totes les seves mentides i tots els seus secrets s’havien ajuntat
per formar promeses. Promeses cruels i malvades que havien
estat amagades, preparant-se per, quan finalment eren prou fortes,
sortir de l’amagatall i ferir-lo directament al cor, aprofitant-se
de l’efecte sorpresa. L’havien agafat tan desprevingut, que l’atac
li havia fet una ferida al cor que ara lluitava per cicatritzar. Quan
estaven amagades semblaven tan inofensives...
Somnis
Tots els somnis que ella havia protagonitzat i tots els que
ell havia pogut veure, feliç, al seu costat. Somnis massa feliços
perquè es fessin realitat. Somnis massa clars i brillants per a
7

8
una persona com ella, capaç de fer bocins el cor d’ ell sense ni
immutar-se.
Esperança
Encara conservava l’esperança. Tenia l’esperança que tot
fos un malson, que de cop, es despertaria i la veuria a ella al seu
costat, feliç. Tenia l’esperança que, després de tot, ella encara
l’estimava. Era una falsa esperança, ja que l’havia traït: res
continuava com abans.
El petó
El record d’aquell petó tan tendre, que abans li havia semblat
dolç, per a ell ara era tan amarg com els seus sentiments.
Però el petó també havia deixat una petjada, que ni l’aigua més
dolça podia esborrar. Una petjada que ara li impedia dormir a
les nits, preocupat per saber quan s’esborraria del tot del terra
del seu jardí.
El final
Tot aquell munt de farses, s’havien acabat:
Ell ho sentia molt, però entremig dels dos, ella havia acabat
construint un mur format per mentides i secrets. Un mur tan
gruixut com un mur de pedra, però que al darrere hi tenia preparades
les promeses més perilloses, preparant-se, mentre miraven
encuriosides com ell somiava amb elles i tenia la falsa esperança
que no atacarien. Però elles estaven apunt per atacar, amb aquells
petons que semblaven tan dolços, però que es podien convertir
en les més perilloses armes. I després d’haver atacat i ferit, havia
arribat aquell final que ell tan esperava.
UNA VEZ MÁS
Judith Pérez (1r ESO)
Il·lustració de Alba Molina (2n ESO)
Una vez más, estamos todos sentados alrededor del fuego. Mi
hermano, el abuelo y yo. El crepitar de las llamas suena amortiguado
en la chimenea, lo que me induce a quedarme dormida.
Sin embargo, siento que no puedo. No precisamente ahora que
el abuelo va a explicar, por enésima vez, la historia de mi madre.
La bella y dulce Nicole, una luz que muchos definían como
intensa, una luz cegadora, una luz que, de repente, se apagó.
Ocurrió un atardecer de abril, cuando ella paseaba por la plaza
de Notre Dame y contemplaba con sus bonitos ojos oscuros la
fachada de la catedral. En aquel entonces, mi hermano Léo ya
tenía 3 años y yo, Corine, acababa de nacer. Fue esa inolvidable
tarde cuando una enfermedad llamada tuberculosis le arrebató
la vida a mi madre. Mamá empezó a toser y toser un líquido
extraño, una sustancia color carmín: sangre. Todo lo que intentaron
para salvarla fue en vano ya que no había cura para ella.
Y así fue como la vida de mi madre se esfumó. Muchos creen
que mi padre, Pierre, murió de pena, otros dicen que se marchó.
No lo sé, no me acuerdo. Pero Léo y yo nos fuimos a vivir con
el abuelito y, cada viernes, nos sentábamos con él alrededor del
fuego para escuchar historias del pasado, de su niñez y, algunas
veces, la historia de mamá. Así que aquí estoy ahora, imaginando
a mi madre, a mi padre e, inevitablemente, a la muerte.
Mi abuelito Jeannot es un anciano honesto, agradable aunque
bastante descuidado. Anda ya un poco encorvado y siempre lleva
una poblada barba blanca que me recuerda al mago Merlín:
lo podría definir como entrañable. Hay un tema del que jamás
hablo con él: Pierre, mi padre. No sé por qué, no me atrevo a
preguntar. De todos modos no puedo echarle de menos, casi ni
le conocí.
Desde donde estoy sentada, a la derecha de mi abuelo, puedo
ver claramente la expresión de mi hermano: alejada, ausente. En
estas últimas semanas nos hemos ido distanciando y, tal vez por
eso, sólo yo me doy cuenta de que no está prestando atención a
la historia del abuelo. Noto que sus pensamientos están en otro
lugar, un lugar al que no llego, un lugar que no puedo entender,
y eso me oprime de forma brutal el corazón.
Cuando el abuelo terminó, me levanté sin decir nada y fui a
mi habitación. Entré, cerré la puerta con cuidado y me senté en
la cama. Estuve llorando largo rato y al final entró el abuelo para
calmarme, susurrando palabras de consuelo que apenas sentí.
Esa noche escuché ruidos en la habitación de mi hermano
pero no hice caso, yo también tenía pesadillas. Pero también
la noche siguiente y la otra… Así qué el lunes, al anochecer,
cuando se volvieron a repetir esos sonidos, me levanté sigilosamente
y caminé a hurtadillas hasta la habitación de mi
hermano. Al entrar sentí un escalofrío y miré a mí alrededor:
Léo no estaba. Miré por la ventana abierta justo en el momento
en que mi hermano doblaba la esquina. Salté a la calle y corrí
con todas mis fuerzas detrás de él hasta llegar al parque. En la
densa oscuridad, matizada por la tenue luz de la luna, entreví a
Léo sentado en un banco hablando con un hombre. Parecía un
pintor, llevaba una bata muy gastada con muchos colores estampados
en ella. Me acerqué a ellos y me senté al lado de Léo.
Mi hermano me acarició el pelo, el pintor me sonrió. El hombre
empezó a contarnos una historia extraña y a la vez fascinante
que me cautivó desde el primer momento. Trataba de una muchacha
alegre, encantadora, soñadora y vivaz, que un día, sin

más, murió. Alguien que se resistía a abandonar el corazón de
su enamorado. Desde su muerte se convirtió en la inspiración
de él. El muchacho se dedicó a la pintura y, en cada una de sus
pinceladas, estaba ella. Ella era siempre su obra.
El hombre narraba la historia con una mirada intensa, en
cada uno de sus gestos había una emoción contenida. Su voz
desgarrada, el dolor de sus lágrimas, los gritos de su corazón…
Estaba segura de que aquel hombre roto era el protagonista
de su propia historia, el hombre que seguía amando a aquella
mujer dulce y soñadora y que se refugiaba en su pincel. Ese
hombre nos entregaba su vida y nosotros, mudos de emoción,
la acogíamos con ansia.
Pero fue justo cuando Léo le clavó su mirada al pintor que
yo me di cuenta. El hombre se puso en tensión y reculó uno o
dos pasos, asombrado de repente. Reculó los mismos pasos que
hacían retroceder al abuelo en determinados momentos. Yo le
sonreí para confirmarle su sospecha. Acababa de descubrir un
secreto muy bien guardado, un secreto que nos había ocultado
el abuelo para no hacernos sufrir. Confirmé mi sospecha entre
la mirada de Léo, mi sonrisa, y el temblar del pincel en la mano
de aquel hombre que no dejaba de llorar.
El pintor sin articular palabra, marchó cabizbajo.
Volvimos a casa en silencio, un silencio compartido, un silencio
que arañaba nuestros corazones con una verdad poderosa
y que acariciaba nuestras lágrimas con la dulzura y tranquilidad
de ser conscientes de la verdad.
El abuelo nos esperaba sentado en mi cama, abrazado a
aquella fotografía donde salía una mujer muy bella que sonreía
abiertamente, que mimaba nuestras almas con su mirada: mi
madre. Entre sollozos le abracé y él me acarició el pelo. Mi
abuelo me pareció, entonces, más mayor, un pobre anciano verdaderamente
cansado de ocultar un doloroso secreto. Un secreto
difícil, complejo, un secreto amargo que había enterrado en su
interior. El pintor era Pierre, el pintor era mi padre.
“Oscuridad, tristeza, un cementerio. Una figura sola,
inclinada sobre una tumba, silencio, lágrimas. Un hombre. Un
hombre cobarde, un hombre que se atreve a ver la tumba de su
mujer después de mucho tiempo. Muchísimo tiempo. Un hombre
con una bata muy gastada, un pintor. En la piedra hay grabadas
unas letras claras que dicen: “Nicole Roland. Fallecida el día
4 de Abril de 1889 a la edad de treinta y dos años.” Un simple
mensaje, estremecedor. El cuerpo del hombre tiembla levemente
pidiendo perdón, perdón por haber olvidado, por perder. Perdón
por haber sido incapaz de acompañarla en su funeral. El
hombre levanta la cabeza porque nota una mano en el hombro,
una mano extraña, arrugada. Se gira lentamente; aunque aún
no está preparado para alejarse una vez más de ella.
- Pierre – saludó el extraño.
- Jeannot – coincidió el pintor.
- Veo que te has decidido a acercarte a París para ver
a tu mujer. – dijo el abuelo.
- Sí, pero también tengo otros motivos. - aclaró
Pierre.
- ¿Has venido a llevarte a Corine y Léo? –preguntó
directamente el abuelo.
- Sí – puntualizó tranquilamente el pintor.
- ¿Ahora, después de diez años? – interrogó con
sarcasmo el abuelo.
- Necesitaba tiempo. ¿No quiere usted que esté con
ellos, verdad? – preguntó el pintor.
- No quiero que les hagas daño – aclaró simplemente el
abuelo.
- ¿Daño?- preguntó Pierre.
- ¿Crees que viniendo después de diez años puedes
llevártelos y olvidar lo que has hecho? No lo creo. Les estás
dando falsas esperanzas a unos niños que no tienen la culpa
de que seas un cobarde. Los abandonaste cuando más te
necesitaban y te fuiste sin dar ninguna explicación, ¿y ahora
vienes, y me dices que necesitabas tiempo? Perdona que no te
crea pero estoy seguro de que te volverías a ir. Así que no me lo
pongas más difícil y vete, aléjate de ellos. Vuelve sólo cuando
realmente estés preparado. Han descubierto que eres su padre;
o al menos Corine. No quiero que vuelvas a entrar en su vida
de momento, márchate.
El pintor, mudo de asombro, no podía articular palabra pero
entendió que el abuelo tan sólo quería proteger a sus nietos, a
sus propios hijos. Y a pesar de que le dolía mucho sabía que
Jeannot tenía razón. No podía seguir mintiéndoles a todos y
olvidar el pasado, así que preguntó con mucho esfuerzo:
- ¿Podré al menos despedirme de ellos?
- Eso depende de ti. ¿Estas preparado para decirles
adiós… una vez más?- dijo el abuelo sin esperar respuesta. Se
giró y echó a andar con paso firme hasta perderse de vista en
la oscuridad.
Pierre se alejó lentamente del lugar, encogido, atormentado.
Un peso mayor a cualquier otro anidaba en su cuerpo: el peso
de la culpa.”
Cuando por la mañana nos levantamos encontramos al abuelo
sentado en su sillón, llorando.
Esperé, junto a Léo, pacientemente a que llegara la noche
para volver a ver a mi padre. A ratos el abuelo nos miraba de
forma ausente, triste, expresando alguna cosa que sólo él podía
entender. No le comprendía.
Cuando sonaron las campanadas de medianoche, Léo y yo,
nos levantamos en silencio. Nos dirigimos al parque, llovía con
fuerza. En el banco no había nadie, sólo un sobre blanco protegido
de la incesable lluvia por un trozo de madera cuadrado.
Cogí el sobre en silencio y lo leí en voz alta:
“Queridos hijos:
Tal vez os estéis preguntando dónde estoy pero a eso tan
sólo puedo contestar que lejos, muy lejos. Me marcho pero
espero volver a veros cuando esté preparado para cuidaros.
Estos últimos días he vivido en un sueño, un sueño dulce,
muy agradable. Pero algún día debía despertar y darme cuenta
de que no podía seguir así, engañándome. Debéis comprender
que nada de esto es culpa vuestra, vosotros sois la razón por la
que sigo sonriendo todavía, por la que intento seguir adelante,
vosotros sois mi vida.
Léo, siempre fuiste el más impulsivo de los dos, el más
9

10
despistado. ¿Te han dicho alguna vez que tus ojos son lo de
mamá? Quizá no. Casi puedo imaginarte ahora: escuchando
atentamente a Corine (seguro que está leyendo ella) y dibujando
una sonrisa en tus labios: una sonrisa vergonzosa y triste a la
vez. No te voy a pedir que dejes de ser tan extrovertido como
eres pero hazle más caso a Corine, acostumbra a tener la razón
como la mayoría de las mujeres.
Corine, no hace falta decir lo que pienso de ti, posiblemente
ya lo sepas con lo lista que eres, pero lo voy a hacer igualmente.
¡Tienes una sonrisa tan bonita y dulce! Brillas con una luz
tan intensa y poderosa que hasta los ojos más ciegos pueden
seguir el camino que constantemente alumbras. He dicho que
Léo tiene los ojos de mamá pero tú eres la que más se parece
a ella. Nicole era callada, humilde y, aunque no quisiera, en el
fondo era la pieza clave de su entorno: como tú.
Me despido ya, no quiero preocupar más a vuestro abuelo.
Decidle que a pesar de que no nos hemos llevado bien, siempre
me he sentido en deuda con él por haberos cuidado y querido
en mi estúpida ausencia. Se lo debo todo a él.
No olvidéis jamás que os quiero con locura y que sois lo
más importante para mí. Espero volver a veros algún día.
Os quiere,
Papá
P.D.: Por favor, girad el trozo de madera. Espero que os
guste.”
Al girarla, nos quedamos sin palabras. Era un cuadro precioso,
en el que salíamos Léo y yo cogidos de la mano. Parecíamos
felices. Creo que se me escapó alguna lagrimita pero, a pesar
de las malas noticias de papá, me sentía bien, quizás porque un
hombre con una barba parecida a la de Merlín, nos abrazaba por
detrás tranquilizándonos una vez más. Una vez más.
UN NEN, UN MÓN
Roger Niell (1r ESO)
Il·lustració de Bruna Serra (2n ESO)
Una altra vegada el pesat d’en Serge m’està emprenyant.
No sé com li haig de dir que no em busqui les pessigolles. Però
a ell li encanta burxar-me. Ara ha agafat un pal i es dedica a
donar-me cops al cap.
- Mamaaaaa!!!!!!!! – crido.
- Serge, deixa en Francis!!!! – respon ella des de fora, a
l’hort.
I ell em deixa anar a l’acte perquè ja sap que la mare no té
gaire paciència i pica molt fort.
Fins ara, això és la cosa més interessant que m’ha passat
durant tot el dia. La vida aquí al Camerun és molt avorrida,
sobretot durant els diumenges al matí. Durant la setmana no
tant perquè anem a l’escola i jugo amb els meus amics. Però
els caps de setmana, són un turment amb en Serge i en Didier
voltant per casa. La mare s’està tot el dia a l’hort i el pare no viu
amb nosaltres. La feina que tenia aquí al camp no li servia per
mantenir una família de 8 persones i se’n va anar a la capital
del país, Yaoundé. Allà treballa de jardiner a la casa d’un senyor
molt ric. Només va anar a l’escola durant cinc anys. No sap res
i no és propietari de res. Només té el seu sou, que ens envia de
tant en tant. Aquest sou ens serveix per comprar els uniformes
per l’escola, sabates, llavors per a l’hort o te. Sense l’hort no
podríem seguir endavant. La mare hi cultiva blat de moro, un
parell de plataners de bananes mascle per cuinar i iuca. També
s’encarrega de les feines més feixugues: va a buscar llenya pel
foc que tenim al terra de la casa i també carrega bidons d’aigua
que, prèviament, ha anat a buscar a la font més pròxima que
està a una hora i mitja del poble. Amb els pocs recursos amb
què compta, ens prepara el menjar. Sempre mengem el mateix:
blat de moro i mongetes amb sopa de iuca, que atipa molt i és
molt econòmic.
Avui és un dia especial: el pare ens ve a visitar. Normalment
ens porta sucre, xocolata i caramels, que a tots ens encanten. Ens
passem el matí mirant cap a l’entrada del poblat i cada figura
masculina que veiem fa saltar les alarmes. Quan finalment el
veiem venir pel camí polsinós amb un farcell a l’esquena, sortim
tots corrent a veure qui arriba primer i és el primer d’abraçar-lo.
Mentre està a casa, ens abraça i ens mima. Ens mira molt com
si no ens conegués i comenta sense parar com hem crescut. Juguem
a pilota i, a vegades, a fet i amagar. Mentrestant, la mare
ens observa somrient asseguda a terra. Durant aquests dies,
que són molt pocs a l’any, la mare es posa el seu vestit blau cel
i un mocador al coll. Es pentina moltes vegades i somriu tota
l’estona. Passeja amb el pare pel poble perquè el vegin tots els
veïns, cofoia d’un marit tan ben plantat. Per dinar mengem una
de les gallines i és tan bona que no en queden ni els ossos!!
Tothom riu i els nens no ens barallem.
Després el pare se’n va. La mare guarda el vestit i el mocador
i tot torna a la normalitat.
Entre setmana anem a l’escola; ens llevem a les sis del matí
i la mare ens dóna una mica
de te negre ensucrat i una
mica de llet. Després hem
de caminar tres quilòmetres
fins al poblat del costat,
on una ONG va edificar
una escola. L’edifici no és
gaire gran, fet amb totxanes
i el sostre de xapa, però
tenim taules i una pissarra.
L’escola també és una “excusa”
per als pares per estalviar-se
un àpat ja que al
migdia, ens donen un tros
de pa amb formatge per
dinar. A l’escola estudiem
quatre assignatures: matemàtiques,
francès, religió i
història i també aprenem a
llegir i a escriure. L’assignatura
que em va més bé
són les matemàtiques. Els
meus germans més grans,
aviat abandonaran l’escola,
molt joves, per anar a
treballar i així col·laborar
amb la economia familiar.
A Camerun predominen
les religions cristianes i
les musulmanes. Per això
estudiem religió.
Ara estem al novembre,
al començament de l’època

plujosa. Avui han caigut les primeres gotes de la temporada.
Aquí quan plou tothom està molt content perquè les pluges
van molt bé pels conreus. Els nens sortim fora a mullar-nos i
aixequem el cap amb la boca oberta perquè ens hi entri l’aigua.
També saltem pels bassals i ens esquitxem els uns als altres.
L’únic problema és que a casa tenim goteres i l’aigua es cola
pel sostre i cau al terra de ciment. Com que no podem pagar-nos
les reparacions hem d’apartar els llits i mirar que no se’ns mulli
la roba. La mare posa cubells repartits pel terra per dues coses,
per aprofitar l’aigua de la pluja i perquè no es mulli el terra.
Llavors hem de vigilar de no trepitjar els cubells. El pare ens ha
explicat que no hem de malgastar l’aigua perquè hi ha senyors
molt savis en uns països molt llunyans que diuen que, per culpa
de les fàbriques que hi ha al món, d’aquí a uns anys, no plourà
i no hi haurà aigua. I ell perdrà la feina perquè ell és jardiner i
si no té aigua no es podrà cuidar de les plantes i de les flors de
l’home per a qui treballa. Això ens preocupa; per què si no tenim
aigua, com cuidarem les plantes de l’hort? Com menjarem?
Tancarien l’escola, els nens ens posaríem malalts, les persones
que estiguessin a l’hospital es moririen, també les gallines, les
vaques i tots els altres animals. Els llacs i els rius s’assecarien,
els mars i els oceans també i no quedaria ni una gota d’aigua en
tot el món, igual que de persones, no n’hi hauria cap.
Però jo no crec que això passi perquè si aquests senyors
que són tan savis deuen saber com evitar-ho i són bons. I les
fàbriques també s’adonaran del que està a punt de passar i no
crec que tot això passi mai mentre hi hagi gent que sàpiga i
pugui aturar-ho. Oi?
EL DIARI DE RASKOLNIKOV
Sara Weichsel (1r ESO)
Il·lustració de Maria Closa (3r ESO)
Una vegada més, fem camí sense
saber on dormirem aquesta nit. Anem en
direcció sud-oest, seguint el curs del riu
que ens permet pescar, alimentar-nos i tenir
aigua per beure. Els meus companys
i jo hem sortit d’Irkutsk, una ciutat prop
del llac Baikal a trenc d’alba. En aquesta
ciutat hem aprofitat per intercanviar aliments,
pells i altres mercaderies.
La nostra tribu és una tribu petita,
formada per divuit persones. El nostre
cap es diu Fiodor i ho és des de la vegada
que va caçar un tigre siberià, que portava
un parell de setmanes perseguint-nos,
després de tornar del nostre viatge de
PrimorskiKrai, a Corea, ja fa bastant
anys. Aquest fet va ser definitiu per al
seu nomenament.
També hi ha el meu millor amic, que
és el nostre astròleg i guia, anomenat
Kostya, amb el qual des que jo puc recordar
hem anat sempre junts. El responsable
de comerciar és en Timosha, que és
un home molt gran, amb molta experiència i que parla moltes
llengües diferents. Hi ha quatre persones més, que s’encarreguen
de cuidar i alimentar els cavalls, el mitjà de transport que fem
servir habitualment. Valya és la nostra xaman, que s’encarrega,
quan cal, de curar les malalties, tant dels membres de la tribu
com de les que poden tenir els animals. La resta del membres
són ajudants. Jo sóc el cuiner i em dic Raskolnikov.
Hem marxat d’Irkutsk en la direcció indicada, perquè necessitem
trobar un lloc on hi hagi més vegetació que la que en
aquesta època de l’any podem trobar per les terres altes i la
temperatura sigui més agradable. Aquí el fred comença a ser
insuportable.
En Kostya ha decidit que aquest nit acamparem no gaire
lluny d’aquí, en una plana que queda arrecerada del vent des
d’on es poden veure, dibuixats a l’horitzó, els pics més alts de
les muntanyes Tanna-Ola, que destaquen per la seva particular
silueta.
Quan arribem a la plana i mentre acaben de muntar el campament,
començo a encendre els fogons per tal de preparar una
carn cuita i unes verdures. Estem cansats i durant el sopar no
ens expliquem massa coses. Havent sopat, me’n vaig a dormir,
després de recollir la taula, fregar els plats i endreçar-ho tot per
l’endemà.
Al matí, sortim a trenc d’alba i durant tot el camí estem cavalcant,
fins arribar a les muntanyes Tanna-Ola. Hem començat a
pujar el Munku-Sardyk, la muntanya més alta de les Tanna-Ola,
seguint sempre les indicacions d’en Kostya, que ens ha estat
guiant, ajudat de les seves eines d’orientació i, finalment, després
de caminar durant dos dies i una nit, hem aconseguit travessar
tota la muntanya pel coll, per tal d’estalviar-nos de fer el cim.
Tot i que la travessia ha estat molt dura pel vent que ens
impedia avançar còmodament, la neu que encara anava caient
i el terra que estava glaçat, hi havia unes vistes precioses que
hem estat admirant durant tot el recorregut.
Avui a mig matí hem arribat a Bernaul, una ciutat molt gran
que hi ha al costat del riu Obi, on passarem tot un dia. Hem aprofitat
per comprar queviures i per deixar descansar els animals.
L’endemà i després d’esmorzar hem sortit una altra vegada cap al
sud. Hem creuat la frontera de Rússia per arribar al Kazakhstan.
Tot el paisatge és molt blanc, continua
fent molt fred. Els arbres són plens de
neu i els rius són gelats; per això per
beure aigua hem de desfer el gel .
Seguint el nostre camí hem acampat
al costat del riu Irtix. Mentre jo
començava a encendre els fogons cinc
o sis persones han anat a portar menjar
als cavalls, en Kostya ha anat a mirar
quin camí és el més adequat per fer
demà, i cinc membres més han anat a
buscar gel. En Fiodor ha anat a caçar i
ha tornat amb un cérvol fantàstic però
que m’ha costat molt cuinar.
Avui, després de recollir-ho tot,
hem començat a cavalcar sota la freda
temperatura de la sortida del sol, temperatura
que, tot i que encara és molt
freda, és una mica més alta. Es nota que
estem baixant de les muntanyes. El sol
escalfa una mica més i el camí se’ns fa
també més agradable.
En arribar a la ciutat d’Astana hem
acampat en un turó, als afores de la
11

12
ciutat. Mentre els meus ajudants i jo preparàvem el dinar, uns
quants membres del grup, juntament amb en Fiodor, han anat
fins al centre de la ciutat per intentar vendre un parell de cavalls
joves i intercanviar algunes mercaderies. Com que no han pogut
vendre els cavalls han decidit que dormiríem a la ciutat i ho
intentarien al matí següent.
Ens hem despertat a mitja nit amb el soroll d’una espècie de
música molt estrident i sorollosa. Un circ ha acampat al nostre
costat. La Valya, en Timosha, en Kostya i jo hem decidit anar a
investigar què hi passava perquè, a part de música, se sentien una
espècie de crits, com si algú estigués ferit o hagués pres mal.
Havia vist algun circ anteriorment durant els viatges amb la
tribu, i sempre em quedava embadalit veient el acròbates, els
domadors d’animals i els trapezistes. Però el que més m’impressionaven
eren els mags.
Darrere una carpa vermella hem descobert, en una gàbia,
un ós ferit d’una pota que es queixava contínuament. Hem
acordat que l’endemà aniríem a parlar amb ells per a oferir-los
la nostra ajuda.
Tot i que no hem dormit massa bé, hem anat a veure els nostres
veïns. No hi ha ningú, però a l’altra banda del bosc es veu
un grup de gent que s’acosta. Esperem que arribin i en Timosha,
que per sort coneix la seva llengua, els diu si necessiten ajuda.
Ens contesten que si coneixem algun veterinari o metge. Els diu
que la Valya sap cuidar cavalls i han decidit que els ajudaria i
s’encarregaria de cuidar l’ós els dies que estiguéssim allí a canvi
que ens convidessin a tots a veure la funció.
L’ós s’havia ferit una pota en baixar del carruatge on era
transportat feia uns dies. Sobre la neu, lligat de l’altra pota amb
una cadena de ferro, feia molta pena. Ells, per calmar l’animal i
que pogués descansar una mica, li donaven un licor fet d’herbes,
molt fort, que el deixava mig endormiscat.
La pota està bastant malament, segons la Valya s’ha infectat
la ferida i encara que no és gaire gran, és profunda.
Han passat vint-i-quatre hores i sembla que l’ós no millora,
la Valya ha dit que si demà encara no ha millorat es morirà.
Però com que la Valya sempre té solucions per a tot, avui a
la tarda provarà de fer-li un remei casolà que li desinfectarà la
pota i li embenarà perquè se li cicatritzi bé. Hem sopat amb ells
i ens han ensenyat camins nous, rutes i hem intercanviat arròs i
pasta per carn seca i ens conviden, l’endemà, a veure la funció
perquè ja és l’últim dia que dormim aquí.
Durant la nit, la pota s’ha d’haver cicatritzat, i nosaltres estem
impacients per saber si l’ós podrà o no podrà fer l’espectacle.
Ara la Valya ha anat a treure la bena a l’ós i es queda sorpresa
perquè gràcies a la poció que li havia fet beure el dia anterior
l’ós s’havia adormit i se li havia cicatritzat la ferida.
Ha estat molt divertit veure l’espectacle amb pallassos que es
tiraven pastissos, trapezistes que feien tota mena d’acrobàcies,
els mags, que feien desaparèixer persones i sobretot per l’ós,
que era un animal molt afectuós; el seu domador ens va dedicar
un número per donar-nos les gràcies per tot el que havíem fet
per ells.
Quan va acabar la funció ens vam haver de dir adéu perquè
amb la cura de l’ós el camí se’ns havia fet més llarg del
compte.
Seguim el camí marcat sense saber què farem i on dormirem
demà... però segur que algun dia d’aquests ens tornarem a trobar
alguna altra aventura pel camí.
HI HAURÀ UNA NIT
Mariona Jordan (2n ESO)
Il·lustració de David Gorriz (3r ESO)
1r premi d’il·lustració
Obriré els ulls, no veuré res. Tot negre. Nit de pluja silenciosa.
Les suaus gotes d’aigua mullaran, com cada nit, els alts
edificis de la ciutat. Ningú al carrer, no pas per por de mullar-se,
ningú no tindrà por, tampoc no estimarà ni odiarà. M’aixecaré
del llit ferro, incòmode, recorreré les fosques estances del pis
on viuré, el pis cent quatre d’un dels edificis més baixos de
la immensa ciutat que cobrirà tota o gairebé tota la superfície
mundial. Tan sols tres passes i arribaré al passadís, curt, estret.
Els llums s’encendran automàticament en percebre la meva
presència, s’adonaran que estic cansada i només emetran una
dèbil resplendor. Pura rutina. En el pis no hi haurà portes, no les
necessitaré pas, viuré sola, com tothom. Entraré al menjador i,
com sempre, m’hi trobaré el sofà convidant-me a seure, la gran
pantalla de la televisió esperant que li ordeni verbalment que
s’engegui i la pantalla tàctil de servei preguntant-me si necessito
alguna cosa. Pura rutina. Però, com sempre, no faré res de tot
això. M’estiraré al terra cobert d’un metall incolor, amb el malestar
permanent de no notar-lo ni fred ni calent. Passaran minuts,
una eternitat. M’aixecaré, adonant-me que passaran pocs minuts
de l’hora que hauré de començar a treballar i m’asseuré davant
l’ordinador. Enviant ordres mentals faré moure un aparell que
estarà en un altre planeta, explorant. Pura rutina. En els últims
cinquanta anys, els humans hauran “colonitzat” poc menys de
300.300 planetes, estrelles i altres cossos astronòmics impossibles
de concebre a les nostres ments. Jo seré del parer que no
serveix de res. Durant totes aquestes expedicions, no haurem
trobat vida enlloc, encara, diran. Però la veritat és que haurem
oblidat què és la vida.
Inesperadament, un estrany ésser se’m col·locarà sobre la
mà. Diminut. Semblant als helicòpters de més de tres-cents anys
enrere. Membranes translúcides substituint les tosques hèlices
d’aquells aparells quasi prehistòrics. Ulls, o això em semblaran,
grans i vermellosos. Potes primes i negres. Això ja no serà pura
rutina. El desconegut ésser, innocentment, voletejarà al meu
voltant, mentre jo, l’observaré, fascinada. No em preguntaré pas
com hi ha entrat, en el meu pis, l’animal. No m’interessarà. A
poc a poc, dins el meu cap, milers de records cobraran forma,
milers de milions d’imatges, sensacions i, sobretot, preguntes,
que des d’aleshores necessitaria respondre. L’animal, sense
adonar-se del remolí de pensaments que s’haurà creat al meu
cap brunzirà fins a col·locar-se en una de les parets de vidre de
l’estança. Miraré a l’exterior. No hi veuré res. Tan sols edificis,
de colors que voldran imitar falsament els dels arbres i animals
que havia vist en aquells records que no podien ser meus.

13

14
PARAL·LELAMENT
Premi de poesia
Boirós,
sense veure més del més enllà,
sentiments indefinits per una capa translúcida.
Paral·lelament, sense trobar realment el que busco.
Vent,
el moviment de l’aire que res deixa on era,
s’ho emporta per davant, sense preocupar-se.
Paral·lelament, destrosses provoca sense adonar-se’n.
Plovent,
gotes que sense raó cauen,
gotes que formulen tristesa.
Paral·lelament, provenen d’un cau bell.
Marta Molina (2n ESO)
Calamarsa,
caient amb força al travessar la llunyana capa,
tocada i dolguda per la llunyania que ens separa.
Paral·lelament, un mal interior provoca en inesperadament tocar-nos.
Calabruix,
sense definir el camí a seguir,
el mal que et provoca la inseguretat.
Paral·lelament, el centre entre dos camins a seguir.
Neu,
a la llunyania una substància transparent cobre vida blanca,
dins teu, una gelor congela els teus moviments.
Paral·lelament, una fredor i a la vegada diversió produeixen.
Glaçat,
immòbil, sense moure’s,
sorprenentment, a l’inesperadament habitar-te.
Paral·lelament, la impressió sempre et guanya.
Nuvolat,
tots els dies que en el cel predomina el blanc,
moments difícils en què no trobes cap sortida.
Paral·lelament, amaguen la veritable sortida i bellesa.
Sol,
com aquell dia en què es va descobrir que existia,
totes aquelles veritables opinions brillant.
Paral·lelament, produeixen una ombra que provoca tristesa.
Amb la natura, tantes coses en comú, i a vegades sense adonar-nosen,
que la nostra i la seva vida són paral·leles.
CRISTALES
Carla Molina (2n ESO)
Il·lustració de Núria Puertas (2n ESO)
Cristales mojados.
Brotan silenciosamente,
de dos piedras sombrías.
Brotan sin un porqué coherente,
sin saber por qué lo hacen.
Simplemente,
se limitan a caer,
a caer desde lo más alto
y, al llegar a su limite,
todo el camino ha terminado.
Esos cristales se extienden
por el territorio sellado,
ése en el cual no hay vida,
no hay nada.
Esos brotes de amargura,
esa tristeza, ese temblor;
¿por qué existen?
¿por qué nacen?
¿por qué surgen sin razón?
Esos húmedos cristales,
vidrios pequeños sin sentido,
rasgan cada fisura de un cuerpo
dejándolo en sí sin estar vivo.
Esas impetuosas perlas,
brillan como la lluvia al caer,
formando un lodo espeso, agrio,
cubriendo el mundo por placer.
Cristales en forma de perla,
siempre eternos duraderos,
pero a la vez sensibles, frágiles,
como la suave brisa del viento.

EL PERRO
Glòria Ruiz (2n ESO)
Amigo y fiel servidor
del hombre, siempre él ha sido,
pero éste alguna vez
igual, no ha correspondido.
Los niños juegan con él
aguanta sus travesuras,
salta y juega junto a ellos
como si fuera uno más.
En el portal de la casa
monta guardia permanente,
y no se atreverá un extraño
dar un paso más al frente
En el campo los pastores
también valoran su ayuda
y ante el ataque del lobo,
rápido, inicia la lucha.
En terremotos y vendavales
que sufre cualquier ciudad
los perros están presentes
y con la Ayuda van.
Con su olfato excepcional
logran rápido encontrar,
a cuantos seres humanos
es necesario ayudar.
Con la mirada fija
y la cabeza alta
siempre estas dispuesto
a la más rápida salida.
Fiel servidor tú serás
mientras exista tu raza,
que no te maltrate nadie
ni te abandone, sin causa.
DANSA EN UN MÓN DE VERTIGEN
Tanit Jorba (1r ESO)
Il·lustració de Carla Molina(2n ESO)
Sensació de vertigen,talment
com si al caure no en sortís mai més
la llum d’aquell indret silent.
Fantasmes il·luminats per la llum del dia,
formant un laberint ple de colors,
on no hi ha cap sortida.
Silenci. Vent bressolant
petits mons que cauen dibuixant
formes suaus, jocoses, divertides.
Rius de llum desfermats per l’intens vent,
que les llença amb força, amb ràbia i amb malícia,
sense rastre del que els queda de vida.
Cims de colors que amb la intensitat brillen,
mouen les ales obertes, com papallones de gran mida
i deixen enrere un alè del que els queda de vida.
I al caure, sense força, sense afany d’aguantar-se,
deixen la llum allà on totes juntes formaven
una paraigües de vida on replegar-se
I al caure s’aplegaran formant un coixí, esponjós,brillant,
ple d’espurnes amb petits habitants,
cadascun d’ells, ple d’una vida exultant.
De la mort en faran vida.
Del silenci, remor.
De la tristesa, alegria.
De l’infecte, un rastre olorós.
Del que és quiet, moviment inquietant
per tornar allà on eren els fantasmes brillants,
plens de llum, de colors,
on ja potser hi trobaran sortida.
Passaran els records, el temps...
Canviaran els colors i els olors de la vida.
I el silenci, altre cop,
tornarà a aquell laberint
sense alè, sense rastre de vida.
15

16
ENTREVISTA A PERE TORRAS PI
La història d’un lluitador
Premi d’entrevista
Carla Molina i Alba Molina (2n ESO)
L’entrevista l’hem realitzada a un bon home conegut pel
nom de Pere Torras Pi, que va ésser present en els moments
més durs de la Guerra Civil Espanyola, tant com en els menys
durs; ja que, com deia ell diu: “No hi ha bons moments en una
guerra.”
Pere Torras Pi va néixer el 13 d’agost de l’any 1915 a
Matadepera, on va viure la seva infància al costat de la seva
família més pròxima. Als catorze anys va començar a treballar
en una fàbrica tèxtil de Terrassa, que estava situada a l’actual
Plaça Nova. Al començar la guerra, ell ja residia a Terrassa
amb els seus pares i el seu germà, que van resultar de gran
suport en aquells temps. Al principi del període de guerra, no
va haver d’exercir com a soldat ja que no donava l’estatura,
però a mesura que van anar passant els dies el van necessitar
com a soldat al front de Terol. Allà, va viure diverses vivències
i moments importants que han estat presents durant tota la seva
vida i que li han servit de lliçó fins avui. També va passar uns
mesos tancat a “El Escorial”, on va tenir temps de reflexionar
sobre la seva vida. Prèviament, també es va trobar empresonat
al camp de concentració d’Ordunya, situat a Biscaia. Al
finalitzar la Guerra Civil va haver d’anar a acabar els serveis
militars, ja que als de la seva quinta encara els quedaven dos
anys. Després, amb la Segona Guerra Mundial, ell no s’hi va
sentir gaire involucrat, ja que en viure a Espanya, on acabava
d’haver-hi la Guerra Civil Espanyola, Franco no s’hi va voler
implicar gaire. Durant el govern de Franco es va sentir privat
en tots els sentits. Al 1975, en morir aquest, va intentar donar
un gir a la seva vida per tal de poder viure millor.
Ell, actualment, té noranta-tres anys i és un home que esta
orgullós de tot el que ha fet. És una persona que està interessada
per tot el que succeeix al seu voltant, i cada dia llegeix el
diari i s’informa. Té diverses aficions, entre elles el futbol, ja
que va ser secretari de l’equip de futbol del Terrassa durant
uns quants anys, combinant-ho amb els anys que va estar a
l’Oficina de Reclutament i Atencions Militars de l’Ajuntament
de Terrassa.
Ell es considera un home molt afortunat i amb molta sort,
màxima sort. Aquesta és la seva frase predilecta. En Pere ha
viscut tot això i molt més fins als nostres dies, i en aquesta
entrevista hem intentat plasmar amb detall totes les seves
vivències amb sentiment i realitat per mostrar la part més dura
i sincera de la Guerra Civil Espanyola.
Com recorda la seva infància?
Vaig tenir una infància feliç encara que marcada per la
pobresa d’aquells temps. Quan a casa nostra “hi havia una
costella sobre la taula” sempre l’havies de compartir amb el
teu germà, ja que l’economia no donava per més. Era dur, sí,
però era el que hi havia i no ho qüestionàvem mai. L’aliment de
llavors era molt més natural, i molt més bo! En anar creixent
em sentia feliç de poder tenir una família i una llar calenta, em
sentia afortunat. No érem de les famílies que passàvem gana ja
que teníem una tenda de carn a la plaça de poble que, en molts
casos, ens evitava haver de passar fam. Quan vaig arribar a
l’edat dels catorze em va tocar anar a treballar a una fàbrica
tèxtil de Terrassa, anomenada Vitges, on confeccionàvem
mitges. Allà, treballàvem dotze hores diàries. Finalment, els
meus pares, el meu germà i jo ens vam traslladar a Terrassa
ja que el problema de tenir la feina aquí i viure allà es va anar
complicant. Encara que nosaltres ens vam traslladar, els meus
avis es van quedar a viure a Matadepera i de tant en tant els
anàvem a visitar. Els meus avis tenien por que esclatés una
guerra ja que llavors ja hi havia molts problemes. Jo sempre
els deia que no patissin, que fins que jo no tingués vint anys no
esclataria la guerra, ja que veia aquesta edat molt llunyana, i,
sorprenentment, així va ser!
Quan va saber vostè de l’existència de la guerra? Què
va pensar que passaria llavors?
Jo, com ja he dit, tenia vint anys quan vaig saber de
l’existència de la guerra; era l’any 1936, i per aquelles
dates estava a punt de celebrar el meu 21è aniversari. Era el
dia dinou de juliol, i jo em trobava fora de casa, practicant
balls de carrers, com cada dissabte, concretament al carrer
Doctor Ullés, amb alguns amics i gent de Terrassa que també
hi participaven. Allà, mentre tocava una banda de jazz, vaig
sentir gent que deia que si els problemes a Barcelona s’havien
complicat, que si hi havia escàndols als quarters... Jo, al
principi, no vaig fer gaire cas d’aquests comentaris, ja que
jo no sabia ben bé què era la guerra i pensava que eren coses
que els passaven als altres i no pas a mi. Creia que aquests
problemes eren qüestió d’unes poques setmanes i que després
tot acabaria, però no va ser així.
En començar la guerra, vostè a què es dedicava?
Al principi de la guerra vaig tenir sort, ja que no era la
persona adequada per ser soldat. Em van fer les proves
rutinàries que li feien a tothom que fos home i que estigués
entre els límits d’edat acordats. Després d’una extensa
revisió em van declarar “útil para servicios auxiliares”. Jo,
com a auxiliar, no feia res important, simplement m’havia de
presentar cada matí de tots els dies de l’any a aquella plaça
de Barcelona, i quan passaven llista i deien el meu nom havia
de ser-hi present, ja que si no vindrien a buscar-me a casa
meva. Aquells mesos de la guerra van ser avorrits, però, com a
mínim, encara em sentia força segur.
Per què no podia ser soldat?
Jo no podia ser soldat perquè no donava la talla. L’estatura
mínima per a ser soldat era de 1,55 metres, i gràcies a la meva
poca alçada i a la lleugera coixesa que patia, que em va ser
útil en aquells moments, només mesurava 1,54 metres. Va ser
per poc que vaig lliurar-me de ser soldat, però, com a mínim,
va valer. Encara que, en passar els mesos, l’exèrcit es va veure
mancat de personal i em va tocar anar a fer de soldat, al costat

de la veritable guerra.
Finalment, li va tocar exercir de soldat. Com recorda les
seves primeres vivències?
Les meves primeres vivències com a soldat van ser a Belchite.
Jo, en aquella època, no sabia encara què era la guerra, i, en
trobar-m’hi present, mirava al meu voltant, i l’únic que veia
eren camps de blat cremats i altres que encara cremaven. Vaig
passar molta por. Llavors, va començar a ploure, i jo encara
no m’havia fet la idea de què era tot allò, i en veure que plovia
vaig preguntar si hi havia per allà un paraigua. La gent em va
mirar sorpresa, desconcertada i, encara pitjor, em miraven
els soldats superiors que l’únic que feien era cridar: “Arriba,
arriba!! Andad, andad!!”.
Tenia por. Jo no era d’aquelles persones valentes que
afrontaven la guerra, que lluitaven amb fúria, no. Cada dia,
quan me n’anava a dormir, pensava: Pere, si algun dia tornes
a casa, seràs un veritable “campeón”. I és que jo temia molt
per a la meva vida.
Per a vostè, quin va ser el moment més dur que va viure
durant la guerra?
Per a mi el moment més dur de la guerra va ser el 15 de
desembre, al front de Terol. Quan jo era allà, va començar
a nevar, la temperatura era molt baixa, tant, que fins i tot es
va haver de crear un hospital a Conca, ja que hi havia molts
companys que tenien les orelles i els dits dels peus cremats
pel fred. Ho vaig passar molt malament, tot el que es trobava
al meu voltant cremava, però, tot i així, els 18 graus sota
zero no ens els treia ningú. Vaig passar molta por. Fins i tot,
vam arribar a unes temperatures mínimes de 22 graus sota
zero. Aquí jo ja exercia de soldat i va ser, realment, quan vaig
començar a viure la guerra.
Aquí, precisament, va ser on me’n vaig adonar del que era
la guerra. Hi va haver un dia, estant allà, que vaig voler saltar
des d’un petit turó, no em va passar res greu, com jo esperava,
sinó que només em vaig torçar una mica el peu, però això va ser
suficient perquè em portessin a la cuina, em curessin, i pogués
estar inactiu durant un temps. Va ser tota una sort. Hi va haver
un company d’armes que es va tirar un tret a la pròpia mà per
poder evitar sortir a lluitar; tanmateix, es va veure clarament
que ho va fer de maner voluntària i no es va lliurar de la lluita
i del patiment que regnava als carrers.
On s’allotjava durant la guerra? Ens podria explicar
alguna anècdota?
Els de la meva quinta ens allotjàvem a uns quarters, però
hi havia ciutats on havies de buscar lloc per passar la nit.
No era difícil, en demanar-los-ho no s’hi oposaven pas. Jo
mai no anava sol, sempre anava acompanyat del meu millor
amic. Recordo cases en les quals ens van acollir molt bé i amb
moltes comoditats al nostre servei. En una d’aquestes llars ens
van agafar molt d’amor, i tot i la seva escassa economia, ens
donaven tot el que tenien. Nosaltres, de tant en tant, agafàvem
recursos i aliments de la cuina dels quarters d’amagat i de
vegades els en donàvem a la gent dels pobles. Recordo, també,
una família que ens ho va donar tot. Aquesta família era tot
el que teníem, i per poca cosa que semblés, tot era massa.
Nosaltres no sabíem com demostrar-los com estàvem d’agraïts
que haguessin fet tot allò per nosaltres, i vaig aprofitar alguna
escapada que vaig fer més tard cap a Terrassa per dur-los
unes mitges de la fàbrica on jo havia exercit de filador fins
aleshores. Aquella família va estar molt contenta, ja que no
havien vist mai unes mitges així a Terol. Marxar d’aquella
casa va ser molt dur, ja que havia sorgit una bona amistat.
Fins i tot al xicot més menut se li va escapar alguna llàgrima.
Però nosaltres anàvem manats i era el que hi havia.
Avui en dia, el xicot, anomenat “Julito”, que en els seus
temps era petit, encara és a la mateixa vila, i l’hem visitat
alguna vegada. Fins i tot ha estat alcalde en aquest poble
mateix.
Parli’ns d’aquesta escapada cap a Terrassa.
Va ser un dia qualsevol de guerra, i vaig sentir que els
nostres superiors comentaven que hi havia massa soldats en
aquell moment a Terol i que farien una revisió mèdica completa
per a fer-ne fora alguns durant un temps. Quan em va tocar a
mi, el metge em va preguntar si tenia algun dolor, i li vaig dir
que sentia una petita molèstia a la cama esquerra. No s’ho va
pensar dos cops i em va enviar cap a l’hospital de València.
Un cop allà, em van fer estar en repòs, estirat sobre una llitera,
durant una setmana. Un dels meus companys d’habitació
em va dir que si deia que tenia un familiar allà, a València,
i els donava el nom d’un carrer, em donarien vuit dies més
de permís. Així ho vaig fer, i en donar-me l’alta, en comptes
d’anar a lluitar, vaig anar a Terrassa. Fins a Terrassa m’hi
va portar un camioner. Ell deia que faríem nit a Tarragona,
però li vaig suplicar que, pel que quedava, que arribéssim ja a
Terrassa. Finalment em va fer cas i a les cinc de la matinada
vam arribar a la ciutat. Un cop a Terrassa, vaig poder passar
una setmana amb la meva família.
A l’hora de tornar a Terol, la meva família deia que em
quedés amb ells, que jo no hi feia res allà lluitant, però no els
vaig fer cas, ja que temia que si ho feia em passés alguna cosa
pitjor. Així que vaig agafar les coses necessàries, una mica de
menjar i uns quants parells de mitges. Finalment vaig arribar a
Terol, on m’hi va portar un camioner que es dirigia cap allà.
Llavors, resultà que ja no em tenien apuntat a les llistes i
que si no m’hi hagués presentat, ningú no s’hauria adonat que
hi faltava, ja que em donaven per desaparegut. Encara que, un
cop allà, ja no vaig poder tornar.
Com recorda els moments en què va ser presoner, i en
què el van portar al Penal d’Ordunya?
Era dia 23 d’abril, estàvem en plena guerra a Terol,
i, de cop i volta, vam veure que ens començaven a envoltar
soldats, tinents, aviació... dels Nacionals. Tenia por. Sabia com
acabaria tot allò i vaig decidir entregar-me; vaig fer bé. Com
sempre, la sort em va acompanyar de nou, i el tinent va venir,
em va demanar el fusell i, sense gairebé tocar-me em va dir:
Desde hoy quedas prisionero de guerra. Dos soldats gallecs,
manats pel tinent, anaven portant els presoners cap a Aliaga
(Terol). Vam passar tota la nit al portal d’una casa, vigilats. A
mitja nit, va sortir una àvia de la casa i ens va donar un tros
de pa amb xocolata. Hi ha coses que, per insignificants que
semblin, en una guerra no s’obliden mai. L’endemà al matí ens
van dur fins a Santa Eulàlia de Terol, on vàrem passar la nit
a una presó del poble. El dia següent, a les 10h del matí, van
venir a buscar-nos uns camions, i, com sempre, quaranta per
vagó i un cafè per cadascun. Ens van portar cap a Saragossa,
i d’allà ens vam dirigir cap a un destí desconegut, passant per
Pamplona, i vam arribar, finalment, a les 3h de la matinada al
Penal d’Ordunya. Després ens van portar a una sala on vaig
passar la meva primera nit d’esclavitud. L’endemà al matí vaig
parlar amb uns egarencs sobre aquesta presó, que resultava
haver estat un antic seminari. La vida i la convivència allà,
com comprendreu, era molt dura. Es tractava d’un espai per
a 500 persones, i allà ens hi trobàvem 6.000 presos. Vaig
preguntar a un company com es podia sortir d’aquell lloc i
d’aquella situació, ell em va contestar que ho tenia difícil, i em
va mostrar tot el que havia de fer. Tot allò era impossible!!
17

18
Com s’ho va fer per sortir de la presó d’Ordunya?
Tot va ser molt difícil, per sortir de la presó havies de
declarar, i per fer això havies de pujar unes escales que duien
a un pati. El problema era que hi havia un home, manat per
un superior, que portava una porra i no et deixava passar.
Però jo, juntament amb el meu amic Magrans, vam organitzar
un pla. Vet aquí el pla, de nou la sort ens va acompanyar. A la
nit hi havia uns presoners, encarregats, en teoria, de netejar
els lavabos que duien un cartellet on posava “ordenança”.
En saber això, nosaltres vàrem fer un cartronet on figurava
aquest nom, i gràcies a la meva tossuderia, vaig aconseguir
passar al pati després que el senyor de la porra em formulés
unes quantes preguntes. Després de dos mesos en els quals
havia estat tancat aquí, plens de misèria i amb molta fam,
per la qual cosa jo ja no estava gaire bé, vaig aconseguir
aguantar, i, gràcies a la sort, vaig
poder sortir.
Després de sortir de la presó
d’Ordunya, què li va passar?
En ser alliberat d’Ordunya,
em van dur a Miranda de Ebro,
on formava part del meu batalló
de treballadors. Les condicions
allà van ser extremes, encara que
força millors que a Ordunya.
Durant la meva estada a
Miranda, vaig pensar que d’allà
no en sortiria fins al final de
la guerra, però en veritat no
va ser així. El dia 20 de juliol
de 1938 es va formà el Batalló
de Treballadors número 143, i
ens van destinar a la Plaza de
Toros de Càceres. Allà, el menjar
més valuós que teníem eren les
glans que els agafàvem als porcs
negres de per allà. Finalment,
i al cap d’uns dies, vam sortir
d’allà i vam anar avançant fins
arribar al front de Campillo de la
Jara. Allò estava molt tranquil,
massa, i vam començar a veure
que la guerra estava arribant a
la seva fi.
Finalment, com va acabar la
guerra?
La guerra va acabar poc
després. Vam saber que Catalunya havia estat derrotada i
que aviat Franco es faria amb el poder. Per a mi, el punt clau
que va fer victoriós en Franco va ser La Legión Cóndor,
la qual va proporcionar d’amagat armament aeri i aviació
per a derrotar els exèrcits oposats i proporcionar ajuda als
exèrcits franquistes. Abans d’acabar la guerra, però, em
vaig llicenciar, gràcies a un noi canari que, en anomenar-me
ajudant seu en els càlculs, em ajudar a obtenir la llicència, la
qual va fer canviar la meva posició de presoner.
Va tornar a Terrassa?
Sí, finalment, quan Franco es va acomiadar de nosaltres,
vaig poder retornar a la meva ciutat. Allà em vaig retrobar
amb tota la meva família, que encara no es creien que fos viu.
A Terrassa vaig passar deu dies, fins que em van informar
que als de la meva quinta encara els quedaven dos anys de
serveis militars. Aquests deu dies els vaig passar al llit, a
causa d’una malaltia provocada per la diferència de qualitat
del menjar.
Quan em vaig recuperar, em va tocar anar a acabar els
serveis militars.
En haver d’acabar els serveis militars, on va anar?
Primerament vaig anar a la capital del nostre país. Des
de Madrid, els encarregats de la cavalleria ens van dur a
El Escorial. Allà ens van proporcionar ensenyament militar.
Al monestir vaig passar els dies més feliços com a soldat.
Vàrem crear un grup musical, un altre de comèdia i un equip
de futbol, del qual jo n’era el “manager” i el secretari.
Havent passat dos anys tancat a l’octava meravella, ja me la
coneixia de fit a fit, i gairebé que ja podia exercir-hi de guia.
Finalment, vaig tornar orgullós de mi mateix a casa meva.
En tornar a Terrassa, a què es va dedicar?
Al principi vaig continuar amb
el càrrec de filador a la fàbrica
tèxtil, però com que teníem un
horari molt dur de dotze hores
diàries, vaig anar a reclamar
a l’ajuntament de Terrassa un
horari més just. En ser allà, van
veure que jo entenia de càlculs,
ja que m’hi havia dedicat, i com
que el responsable de l’Oficina de
Reclutament i Atencions Militars
havia mort, em van declarar a mi
el responsable d’aquest càrrec.
Exercint en aquesta oficina hi
vaig estar quaranta anys, dels
quals els últims els vaig combinar
exercint també de secretari del
Futbol Club de Terrassa, que era
una afició meva. El càrrec de
l’Ajuntament el vaig abandonar
cinc anys després de la defunció
del General Franco.
Vostè, el 2001, va redactar
un llibre titulat: Memòries de
guerra. Per què el va escriure?
És un llibre que vaig escriure
per recordar els meus companys
que quedaren al front de Terol, i
encara que actualment han passat
setanta-dos anys, sempre els
tindré a la meva memòria.
Aquest llibre tracta sobre la
història que vaig passar durant cinc anys vestit de militar:
tres i mig de guerra, i un i mig de soldat, sense disparar ni
un sol tret. Això només té un nom: Jugar-te-la a sang freda i
molta sort, màxima sort.
Moltes gràcies per dedicar-nos unes hores de la seva
intensa vida i per fer possible la realització d’aquesta
entrevista carregada de moments especials. De ben segur
que han estat interessants i estem convençudes que
serviran per donar a conèixer molts fets de què poques
persones de la nostra generació estan informats, ja que
queda poca gent que els hagi viscut de tan a prop com
vostè per poder-los explicar.
De nou, gràcies.

ENTREVISTA A TONI BROS
Martí Giménez (2n ESO)
En Toni Bros és un terrassenc nascut al barri de Sant Pere
ara fa 51 anys. Està casat amb la Rosa i té dues filles, la Júlia i
la Maria ( de 14 i 11 anys respectivament). Professionalment es
dedica a la construcció, a la gestió d’obres des que algú es vol
fer una casa o un edifici, fins que s’ha acabat la construcció.
Ens ha interessat entrevistar-lo per parlar d’una afició que
l’ha portat a viure intensament amb la natura, fent-ho per camins
ben propers o obrint-se pas ens els cims més alts de la Terra.
Ets un bon aficionat a la muntanya.
D’on va sorgir aquesta afició?
Segurament perquè de ben petit
sempre he anat a muntanya i els pares
m’hi portaven sovint. Comences a Sant
Llorenç, als 6 anys vaig anar amb els
Escoltes (llobatons, rangers...), després
vaig conèixer un xicot que em va ensenyar
a escalar i tot plegat ja va formant
part de la teva vida.
I què en pensa la teva família?
A casa sempre els ha agradat la
muntanya. Tot i així, quan vaig fer el
curset d’escalada, a casa no me’l deixaven
fer, els feia por. Però amb l’ajut
de l’opinió dels germans vaig poder iniciar-m’hi, sempre que
ho fes amb la màxima seguretat possible i amb les millors condicions.
Després a casa sempre m’han ajudat, tot i que sé que
el patiment els acompanya. La Rosa, la meva dona, ho troba
bé i ho entén perquè és el medi on ens vàrem conèixer.
I si no ho acceptessin, què faries?
En la vida passes per moltes etapes. Quan era jove m’hi
dedicava de ple i hagués anat seguint el meu camí. Ara ja no
m’hi dedico amb la mateixa intensitat i valoro més la família i
tinc altres prioritats.
Què és el més important quan fas muntanyisme?
El físic és important però no és l’aspecte més essencial. He
trobat companys que físicament estaven molt millor que jo, però
davant la muntanya no s’han vist amb cor d’afrontar-la.
Tan muntanyenc és un que va als Pirineus, a Sant Llorenç
o a Montserrat, com el que va a l’Himàlaia.
No cal fer escalada extrema. Es pot disfrutar molt fent escalada
senzilla o anant a passejar amb els “nanos” per la baixa
muntanya. Qualsevol pot gaudir de la muntanya en qualsevol
condició física. Per exemple, a l’Obac han habilitat un camí
per anar-hi amb cadira de rodes.
De vegades, davant de grans muntanyes, el que és important
és la teva força mental. La muntanya i la natura es manifesten
en la seva immensitat, la família està lluny, has de conviure
estretament amb els teus companys i d’altres circumstàncies
que et demanen un sobreesforç de serenitat.
A quina edat vas començar a fer cims de 3000 metres?
Als 14 anys. El primer 3000 el vaig fer als Pirineus, el cim
era el Perdiguero. Hi varem anar amb els Escoltes de Sant
Pere.
I quin és el més alt que has pujat?
El cim més alt que he fet ha estat el Makalu (8448 metres).
Quins perills o riscos pot comportar pujar aquests
cims?
Força perills perquè estàs en un ambient que és molt agrest
per l’home. Estàs envoltat de natura i aquesta és molt potent. En
qualsevol moment, els homes, que ens creiem prepotents i ens
sembla que podem fer-ho tot, i més en el segle XXI , ens trobem
davant d’uns elements que en un moment ben breu se’ns poden
mostrar contraris. A la muntanya hi ha allaus, l’alçada et pot
portar problemes de respiració, pot haver-hi malalties típiques
com el mal de muntanya, la falta d’oxigen, l’enema pulmonar,
l’enema cerebral, hi ha riscos de caigudes, les tempestes que
poden aparèixer i fan que d’un moment a l’altre les temperatures
baixin i arribin a 30 o 40 graus sota zero, vents intensos.
El que passa és que l’alpinista intenta controlar tots aquests
riscos, i d’alguna manera intenta dominar-los. No els pots canviar,
però sí que amb l’experiència dels anys els pots afrontar
millor. Tu saps quan hi pot haver
canvi de temps, quines circumstàncies
poden ser més perilloses o no,
saps que no has de sobrepassar les
teves possibilitats, que has de fer
una bona aclimatació per no tenir
mal d’alçada, i també evitar altres
malalties pulmonars o cerebrals.
Sempre és important disposar d’un
bon material.
També utilitzem tècniques d’avançament,
com ara el que anomenem
“dents de serra”, que consisteix a
avançar pujant fins a una alçada i
tornar a desfer camí per fer camp
en una alçada més baixa, i anar guanyant alçada de mica en
mica, així acostumem el cos al canvi de pressió i evitem el mal
d’alçada. Això fa que el cos produeixi més glòbuls vermells o
bé que augmentin de mida i així captin millor l’oxigen. Aquest
període d’adaptació pot durar ben bé uns quinze dies. Si l’aclimatació
ha estat bona ja pots començar a pujar fins a alçades
de 7000 o 8000 metres.
Per tant entenc que no arribeu i feu el cim directament
, no?
Així és, pensa que a l’Himàlaia el camp base ja està a una
alçada de 5000 metres. El que passa és que la marxa d’aproximació,
sobretot al Nepal, et fa pujar i baixar moltes serralades i
això ja fa que t’estiguis aclimatant mentre avances cap al camp.
Una vegada has muntat el camp base, tornes a fer “dents de
serra” per anar muntant els diferents camps que serviran per
arribar al cim. En aquests viatges aprofites per pujar el material,
i si et trobes bé, hi dorms.
El material
que utilitzeu, el
porteu vosaltres
mateixos o bé disposeu
d’ajudes?
Fins al camp
base es lloguen
camàlics d’alçada,
que són gent
del país que estan
molt acostumats a
l’alçada i que són
capaços de portar
(botes, grampons, cordes i piolets)
més de 30 kg, fins i tot s’havia donat el cas que algun camàlic
arribés a portar dues càrregues ell sol, per aconseguir uns
diners extres. Acostumen a portar el material fins al camp
base. Llavors, segons el tipus d’expedició, també es lloguen
els xerpes, que són camàlics i/o guies que t’acompanyen fins
19

20
a altres camps. En el nostre cas, sovint acostumàvem a pujarnos-ho
nosaltres.
Quina ruta ha estat la més llarga?
Possiblement la del K2, que vàrem provar un parell de
vegades.
Què us va passar?
El primer cop no vam poder pujar degut al mal temps que
ens vàrem trobar. Era un cim que a tots ens agradava molt, que
teníem moltes ganes de fer i al cap de dos anys hi vàrem tornar.
En aquella ocasió vàrem arribar a estar molt a prop del cim,
però hi havia molta neu, érem els primers d’altres cordades i
no ens vàrem veure amb cor d’arribar a dalt.
Heu estat mai pioners en algun cim?
En alguna ocasió hem obert alguna ruta diferent a les
habituals, però els cims on hem estat ja havien estat coronats
altres vegades. Tant quan varem fer el Sahipal, com el K2 o el
Makalu, vàrem passar per rutes que no s’havien fet i això és
una sensació especial. Et complau pensar que ets la primera
persona que trepitja aquell indret.
De tota manera, quan estàs a l’Himàlaia, encara que estiguis
en un camí conegut, per a tu és nou i com que no hi has estat mai
dóna la impressió que ho estàs descobrint en aquell moment.
Com si fossis l’única persona que hi ha estat. Tot i així, saps
que hi ha passat altra gent perquè, entre altres coses, et trobes
amb restes d’expedicions anteriors (restes de cordes, pitons,
material divers, deixalles...), i t’adones que no ets el primer
que has passat per allà.
Et pots refiar d’aquest material ?
Això és una trampa, perquè no saps ben bé en quin estat es
troba i pots dubtar si t’ofereix el màxim de seguretat. Pots trobar
una corda que creguis que està ben assegurada i que sols estigui
enganxada al gel i pot desprendre’s si tu t’hi agafes. Fins i tot
has de vigilar amb les cordes que tu has anat posant perquè pot
ser que un despreniment les hagi deteriorat.
Quina és la situació de més perill que recordes haver
viscut?
És molt relatiu, de vegades en una escalada als Pirineus
pots patir una relliscada i tenir un accident. Hi ha accidents
que sobrevenen d’immediat en què has de fer un esforç ràpid
de superació i n’hi ha que vas intuint que s’està creant una
situació de perill i mentalment has d’anar lluitant per evitarho.
Recordo una vegada al Sahipal en què ens va sorprendre
una turmenta molt forta i no sabíem on trobar recer, i a més
s’estava fent de nit i vàrem tenir la sort de trobar una esquerda
on ens vàrem refugiar i evitar el vent i el mal temps, però si no
l’haguéssim trobat hauríem d’haver fet un forat a la neu per
aixoplugar-nos.
A on acampeu?
On pots. Recordo que al K2 vàrem arribar a l’alçada del
camp 2 i no havíem trobat lloc per fer el camp 1. Vàrem haver
de buscar de debò i fer un pla a la neu per poder-hi instal·lar la
tenda, amb tant poc espai que l’absis ens quedava penjant. De
vegades, has d’instal·lar plataformes a les parets i fer un vivac.
Però normalment acabes trobant un lloc per fer el camp.
Qui fa el menjar i què mengeu?
El menjar ens el fem nosaltres. A excepció del camp base,
on normalment lloguem cuiners del país que ens fan l’arròs i
altres aliments. Perquè quan baixes de la muntanya, cansat,
se’t fa complicat i pesat haver de posar-te a fer el menjar. Però
també hi colaborem.
Una de les feines és desfer la neu per tenir aigua. És molt
important perquè també portem molts aliments liofilitzats, que
necessiten l’aigua per estar en condicions de ser menjats. També
portem aliments envasats i també aliments calòrics (xocolata,
fruits secs...). És important menjar però sobretot és molt important
beure molta aigua per evitar la deshidratació.
On feu les vostres necessitats?
Allà on podem i tan de pressa com podem, perquè fa un fred
que pela! Si és a la nit i tenim ganes d’orinar, ja tenim un pot
preparat que l’endemà al matí buides.
Quan t’adones que el cos et falla, què penses?
Depèn d’on estiguis i en quines condicions estàs. Però si el
cos no funciona el que has de fer és recular. Evitar forçar perquè
ja estàs en condicions molt extremes. És important conèixer els
teus límits, saber fins a on pots arribar.
De tota manera, per assolir aquests cims tan alts, deus
necessitar una preparació especial?
També hi ha de tot. Hi ha gent que s’ha aficionat a fer cims
de gran alçada sense haver fet altres muntanyes més abastables.
Fins i tot ara es munten expedicions comercials, en les quals
si tens diners, pagues i et pugen. I són gent que potser mai
no han fet muntanya. Jo hi estic en contra, crec que hi ha un
procés natural que et fa començar per fer muntanyes properes
i cada vegada anar ampliant horitzons i desitjar fer cims més
importants. (Sant Llorenç, Montserrrat, Pirineus, Alps, Andes,
Himàlaia...). Això et fa seguir una progressió i et va donant
experiència i un saber fer que et serviran per poder afrontar
dificultats, prendre decisions, tenir mecanismes per solucionar
problemes i aprendre a respectar la natura. Possiblement el
que paga perquè el portin ha d’anar ben acompanyat d’un bon
grapat de xerpes, i si sorgeixen dificultats potser no sabrà com
sortir-se’n.
No sempre camines amb els mateixos companys?
Quan fèiem les expedicions acostumàvem a anar un mateix
grup de companys, tot i que de vegades hi havia algú que no
coneixies fins gairebé el moment de fer l’expedició. Però, això
sí, saps que els components de l’expedició tenim un mateix
objectiu i has de saber fer una bona pinya per aconseguir-ho.
Has d’entendre que es viuen condicions diferents i difícils i has
de saber acceptar i trampejar situacions per mantenir el bon
ambient.
La relació que establiu amb els companys, com és?
Quan estem fent el cim, considero que la cordada és molt
important. La cordada és el grup o la parella que està fent amb
tu l’esforç a la muntanya. Tot i que saps que depens molt de
tu, també et refies dels que estan amb tu al teu costat. Hi ha
moments molt compromesos i va molt bé saber que tens algú
al costat que et donarà un cop de mà. Però et pots trobar que
no sigui així. Per això, si qui t’acompanya és el teu amic, això
et dóna molta seguretat. De vegades no cal ni parlar, amb una
mirada n’hi ha prou. Qui té un amic a muntanya, fora d’aquest
ambient encara ho és més.
I a part del muntanyisme, quines altres aficions tens?
- M’agrada la fotografia, el cinema, esquiar, fer bricolatge.
Agraeixo al Toni les explicacions que ha fet i l’estona que
ens ha dedicat. N’hem tret bon profit i estem segurs que, si ens
sentim atrets per aquesta afició, encara ens podrà donar un bon
grapat d’excel·lents consells.

ENTREVISTA A JOSEP RIBERA
Xavi Capella (1r ESO)
Entrevista al Sr. Josep Ribera i Segura, actualment Gerent
de la Fundació Amat Roumens i de la Llar de l’Ancianitat de
Caixa de Terrassa, Torres Falguera.
El Sr. Ribera és natural de Terrassa, va néixer l’any 1958, és
llicenciat en Informàtica, està casat i té tres fills.
-Sr. Ribera, on va treballar abans de fer-ho a FUPAR?
-Vaig treballar a una empresa de cinteria de Manresa, i després
a Terrassa, a l’empresa AGUT, que va comprar General
Electric, llavors ja vaig anar a FUPAR.
-Quins càrrecs va ocupar?
-A la de cinteria era informàtic, i a AGUT vaig començar
com a informàtic i llavors vaig ocupar el lloc de Gerent. A
FUPAR sóc el Gerent.
-Va ser un repte per vostè un canvi tan radical de feina?
-Bé, són dos sectors molt diferents. Les anteriors empreses
eren del sector de les multinacionals i de producció. Treballar
amb personal amb discapacitats va suposar un canvi considerable.
Les empreses anteriors tenen aspectes molt competitius i
de guanyar diner, en canvi això a FUPAR no és així. El treballar
amb discapacitats em dóna moltes satisfaccions.
- Li ha afectat a nivell personal aquest canvi i de quina
manera?
- En principi no, no m’afecta. Treballava a Terrassa, ara
continuo treballant a Terrassa, però a nivell personal és una
feina molt més gratificant, el fet de treballar amb persones amb
discapacitat fa que sentis que et tornen molt, i a les empreses
d’altres sectors es treballa per obtenir bons resultats a final
de mes.
-Quan fa que treballa a FUPAR?
-Des de l’abril de l’any 2004, aviat farà tres anys i mig.
-Coneixia el món del discapacitat?
Sí, però molt de lluny, n’he après moltíssim des que sóc
aquí.
-Quina opinió en té, en aquest moment ?
-Doncs és un col·lectiu molt enriquidor. Treballant t’ho
passes molt bé. Són persones molt agraïdes. Et donen més
del que els dones i bé.., la veritat és que hi ha persones que
desconeixen aquests món i els fa com una cosa parlar-hi i
relacionar-s’hi , però la veritat és que és molt agraït el fet de
treballar amb ells.
-Què és FUPAR?
- Hi havia un senyor a Terrassa que tenia un fill amb discapacitat
, i coneixia d’altres famílies que també tenien el mateix
neguit de tenir un familiar amb discapacitat, per la qual cosa
no podien finalitzar els estudis; això era cap a l’any 1971, no
sabien on poder donar una sortida laboral als seus fills i es van
agrupar, i llavors se’ls va ocórrer crear uns petits tallers on
donar feina i així els seus familiars podien treballar i alhora
sentir-se més integrats.
Aquests tallers van anar creixent i ara són una Fundació .
-Quants professionals i discapacitats hi treballen?
-Atén 306 discapacitats, 75 persones de plantilla que no
són discapacitats i a més 40 voluntaris, que ajuden en diferents
activitats.
-Quin tipus de serveis ofereix FUPAR a la societat?
-Principalment dos tipus de col·lectius, depèn del grau de
discapacitat que tingui la persona.
Per una part hi ha el Centre Especial de treball, que és com
si anessin a treballar a una empresa normal i corrent. Fan una
feina, estan assegurats, cobren un salari cada final de mes,
vénen a l’hora i se’ls pot exigir tota una sèrie de coses.. com
ara puntualitat, o sigui com a una empresa ordinària, però que
estan aquí treballant en el nostre Taller.
Per una altra part hi ha el Centre Ocupacional, on hi ha
persones amb un nivell de discapacitat una mica més alt i el
que sí que fa aquí és tot un tema de teràpia ocupacional. Se’ls
ensenyen algunes activitats de control d’ordre, se’ls fa un programa
individual per veure a quines activitats encaixen millor,
és diferent, aquí no estan assegurats a la Seguretat Social, però
cobren una subvenció de la Generalitat segons el seu grau de
discapacitat i els horaris també són diferents que al Centre
Especial de trebal; en aquest, principalment a la part on tenim
més gent, s’hi treballa des de les set del matí fins a les dues
del migdia, això un torn, i des de les dues del migdia a quarts
de deu, un altre torn. En canvi al Centre Ocupacional arriben
al matí cap allà es nou fins a les cinc de la tarda. Es queden a
dinar tots aquí. Això és el que és totalment diferent.
- Els discapacitats que hi treballen, quins serveis tenen
en aquesta entitat ?
-Diferents, al Centre de Treball tenen el suport de tot l’equip
psicosocial, són persones que tenen una necessitat de suport i
hi ha psicòlegs, pedagogs, monitors, terapeutes ocupacionals
i treballadors socials que el que estan fent és vetllar perquè
aquesta gent estigui bé i no tingui alteracions. El mateix passa
al Centre Ocupacional, però amb més dedicació. A més a més
de tot això, donen activitats de lleure fora d’aquí els dissabtes,
juguen a tennis, ping-pong, fan bàsquet, petanca , entre setmana
als matins per cobrir-los les estones, natació.., fan una pila de
coses.
-Veu gaire diferència entre el món del discapacitat i el
del “normalitzat”?
-De diferències n’hi ha, però el que passa és que tractem
d’acostar les distàncies que hi ha entre una persona discapacitada
i una persona “normal”. Una persona discapacitada és
una persona que té més limitacions per fer una cosa, però que
amb ensenyament també pot arribar a fer moltes coses.
- Creu que en un futur el món del discapacitat estarà més
integrat a la societat on vivim?
-Bé, nosaltres treballem per això, moltes de les activitats que
fem són per trencar els tabús d’una persona discapacitada. Estem
fent activitats amb nens. Vénen molts nens petitons, escoles a
visitar-nos, i és la mateixa persona discapacitada qui explica per
què està aquí, què és el que estan fent, en fi…, intentar trencar
aquesta distància, tot i que sempre n’hi haurà una mica.
Creiem que estem fent tot el possible perquè els discapacitats
estiguin més integrats a la societat. Recordem que abans
les persones amb discapacitat gairebé ni sortien de casa, cosa
21

22
que avui en dia ja no passa.
-Creu que la societat posa suficients mitjans per a la
integració de les persones discapacitades?
-Sí que en posa, però molt pocs, ha d’haver-hi entitats com
la nostra, la Generalitat dóna subvencions, però hi ha moltes
mancances encara i jo diria que és un problema de diners, hi ha
tot el tema de la LLei de la Dependència, que han fet ara, amb
la qual volen arreglar-ho, però el problema que tenen és poder
pagar totes les necessitats i aquí encara tardarem temps que
posin tots els mitjans que necessitem. Nosaltres aquí estem de
molta sort perquè tenim una entitat a darrera que posa diners,
i per això ho podem tenir i ho podem fer, però hi ha molts altres
llocs que no tenen aquesta sort que tenim nosaltres de tenir una
Caixa de Terrassa, que és qui posa diners.
-Creu que la nostra societat està prou conscienciada dels
problemes que viu i sofreix el discapacitat?
No, hi ha molta feina encara per fer, encara molta gent no sap
el que fem a FUPAR, atenem 306 persones i jo diria que la gent
coneix el garden on es venen floretes, i el rentat de cotxes, però
tota la feina que es fa aquí dintre és molt desconeguda, encara
hi ha molt per poder anar explicant el que s’ha de fer.
-Vostè comparteix el seu càrrec a FUPAR amb el de la llar
de l’Ancianitat Torres Falguera de la qual també és Gerent,
li suposa molta més feina?
-Déu n’hi do, el que passa que la llar és una residència amb
145 avis, les persones grans donen molta feina però no tanta
com aquí, no se’ls ha de buscar cap feina, aquí hem de mirar
que els que tenim a FUPAR tinguin tasques a fer. La llar també
porta feina de gestió, estem fent coses noves, estem fent obres
, s’està millorant el centre de dia i de nou tot això porta feina
de gestió.
-Tenen similituds una entitat amb l’altra?
-A veure , les dues són entitats assistencials i el que fan és
atendre persones, el que passa que a FUPAR atenem persones
amb discapacitat i a la llar s’atenen persones grans que amb el
deteriorament dels anys , uns tenen Alzheimer, d’altres trastorns
cognitius ,etc… Al final s’assemblen molt les persones d’aquí
FUPAR amb les de la llar de l’ancianitat Torres Falguera, això
també fa que algunes vegades fem activitats conjuntes, hi ha
gent de FUPAR que va a fer coses amb avis de la llar i la cosa
funciona. Doncs si podem compartir alguna activitat ho fem.
-De quin tipus?
Els mateixos terapeutes de FUPAR organitzen activitats
conjuntes per a les dues entitats com ara jugar al quinto, i
alguna altra activitat .
-Un dels grans reptes que té la societat actualment i
que cal afrontar és l’envelliment de la població, tenen noves
propostes de present i de futur actualment per millorar el
servei d’aquestes persones?
-Això va molt lligat a la llar, en aquests moments estem obrint
un centre de dia nou per a cent persones perquè veiem que per
a cinquanta ens havia quedat petit i s’ha fet una inversió i el
proper mes de gener obrirem un centre de dia molt més modern
per atendre més persones. A la llar estem treballant contínuament
per millorar serveis , per millorar l’atenció, per fer més
activitats, tallers de memòria, gimnàs, fisioteràpia, perquè els
avis que tenim allà doncs estiguin millorant la qualitat de vida.
No hi ha perspectives en aquest moment per part nostra de
créixer més, sí que tenim una demanda gran , tenim 145 places
de residència i tenim com 307 persones que estan esperant que
hi hagi una plaça per poder entrar a la llar. El que passa és que
fer una nova inversió per crear una nova residència, de moment,
no s’ha plantejat, però seria interessant.
-Res més, Sr. Ribera i moltes gràcies per tot.

EL LEGADO DE LOS BARQUEROS DEL RÍO
1r premi de narració
Oriol Pla (4t ESO)
Il·lustració de Caterina Cardona (3r ESO)
Todos sabéis que una persona, al morir, no va directamente
al cielo; primero pasa por el río donde, con las dos monedas que
se dejan (o tendrían que dejar) en sus ojos, paga al barquero para
que lo lleve a la otra orilla. Al llegar a esa orilla, te olvidas de
todo tu pasado y empiezas una vida nueva, en el cielo.
Todos lo hemos visto en las películas antiguas pero casi
siempre hemos pensado, o nos han hecho pensar, que esto es
sólo cosa de cuentos y películas, y que no debe hacerse en la
vida real. Pero la verdad es que sí.
Partiendo de esto, os contaré mi historia,
de la que espero saquéis una moraleja.
Antiguamente, como se ve en las películas,
a todos los muertos les ponían dos
monedas en los ojos, y al llegar al río las
daban al barquero, quien se guardaba una
en un bolsillo y la otra en el otro. Había
veces que tenía los bolsillos muy vacíos
y, otras veces, las monedas sobresalían del
bolsillo, a punto de caer; pero siempre las
colocaba igual, una moneda en un lado y
la otra en el otro.
Al morir no ibas allí, sino que despertabas
allí, como si todo lo anterior hubiera
sido un sueño, y con las dos monedas, sí,
claro, te las habían dejado en los ojos al
hacer la ceremonia de tu muerte.
Al despertar lo ves todo oscuro, ya que
allí siempre es de noche. No de noche como
se entiende en la Tierra, sino una noche
especial, no tan oscura, pero tampoco luminosa.
Sin nubes, ni estrellas, ni nada que se
le parezca, sólo el cielo, de un color marrón ennegrecido.
Despiertas en un prado, donde ves a otra gente, unos acabados
de levantar, otros aún dormidos, y otros andando, todos
en la misma dirección.
Sin saber qué hacer, te levantas y los sigues. A veces se ve a
alguien que, en un acto de rebeldía, se gira y empieza a correr
en dirección opuesta, como intentando volver a la vida, pero
nadie sabe qué les pasa, y nadie quiere averiguarlo.
Al rato de andar, te das cuenta de que ahí todo es siempre
igual, siempre es de noche, una noche extraña, pero de noche,
y que siempre está ese viento, suave pero incesante, agitando
suavemente la hierba, y pasando, como si de una tela de seda
se tratase, por tu cuerpo.
A propósito, no lo había mencionado, toda la gente está
desnuda, pero casi ni te das cuenta, ya que en lo único que
piensas es en pagar al barquero y en pasar a la otra esperada y
deseada orilla.
Siguiendo a la gente, llegabas a la orilla del río donde se
había formado una cola en la que te colocabas justo al llegar.
Nadie hablaba, reía, lloraba, ni hacía nada especial, sólo ibas
avanzando en la cola, como un alma en pena.
Cuando estabas en la cola, veías la primera y única luz, la
lámpara de aceite que llevaba el barquero, de la que la llama nunca
desaparecía, colgada de un palo en el centro de la barca.
Había gente, en su vida pobres o que no creían en la historia
de las monedas, que no tenía las dos monedas, y al llegar ante
el barquero lo miraban, el barquero decía que no con la cabeza,
y ellos se iban otra vez al prado, se sentaban, y seguramente
pensaban en nada.
Pero, un día, fueron cinco personas las que no pudieron pagar,
y al día siguiente seis, siete, y cada vez fueron más, ya que
la sociedad se estaba modernizando, la iglesia dejaba de tener
tanta credibilidad gracias a la ciencia, y la gente dejaba de creer
en ella y, consecuentemente, en estos mitos.
Hubo un día en que la gente que se quedó sin pasar, por falta
de las dos monedas, fue más que la que pasó. Esto se convertía
en una situación insostenible, ya que había mucha gente ya en el
prado, sentados, pensando en nada y mirando a ningún sitio.
Os preguntaréis quién soy yo y por qué sé todo esto. Yo fui
el segundo en llegar al río sin dinero, y el primero que me fui a
sentar al prado.
Pero mil años sin hacer nada, y sin
sentir necesidad de nada, dan mucho para
pensar, y tengo un recuerdo vago de lo que
me pasó en vida.
Recuerdo que era muy rico, ya que
al nacer quedé huérfano y heredé toda
la fortuna de mis padres. Al estar toda la
vida solo, y sin nadie que me quisiera, me
transformé en una persona muy avara y
codiciosa, una persona mala. Sólo miraba
por mí y por mi dinero, y los medios por
los cuales lo consiguiera o a quien perjudicase
me daban igual, sólo me importaba
yo. Un día me metí en el negocio de los
esclavos, pero cometí el error de estar en
primera línea, mandando, y vino el padre
de una esclava pobre a la cual estaba
vendiendo y me apuñaló brutalmente. Lo
último que recuerdo es la cara de satisfacción
del hombre.
Como en la ciudad nadie me tenía simpatía,
ni los plebeyos ni los altos cargos,
ya que siempre jugaba sucio con todo el mundo, se determinó
el crimen como acto en defensa propia y se olvidó en pocas
semanas.
Y ahora estoy aquí, después de mil años, con otra oportunidad
para pagar por mis malas acciones en la vida terrenal.
Yo soy el sustituto del barquero, que fue el que llegó primero
al río, el que se encentró una barca en la orilla y se ofreció a pasar
a todos las personas que le pagaran las dos monedas.
Curiosamente, el barquero era el único que iba vestido
con una camisa y unos pantalones marrones, a conjunto con
el ambiente.
Como yo fui la primera persona que llegó sin las dos monedas,
y me vio tan y tan arrepentido de mis acciones anteriores,
me dijo que de allí a mil años yo sería el nuevo barquero. Llegó
el momento, y ese día me puse a la cola. Tuve que esperar varias
horas, ya que era ya muy larga, y al llegar al barquero pasó algo
muy extraño.
Sin hablarnos, sólo con las miradas, él se levantó y se despojó
de toda su ropa, la cual dejó en el suelo. Pero antes cogió
una bolsa de monedas del bolsillo derecho y se la guardó bien
cerrada en la mano. Cuando acabó de desvestirse, pareció que
se olvidara de todo, de que había sido el barquero del río hacia
el cielo, de que llevaba mucho tiempo allí.
De repente notó la bolsa en su mano, la miró y pareció que
23

24
recordaba cosas, porque de inmediato se fue hacia el prado y
empezó a repartir dos monedas a cada una de las personas que no
tenían y que estaban destinadas a quedarse allí para siempre.
La bolsa era pequeña, a simple vista cabían unas diez u once
monedas, pero el antiguo barquero no se detuvo y siguió repartiendo
monedas, ya que allí estaban la mitad de las monedas que
él había ganado en todo ese tiempo pasando a miles de millones
de personas de una orilla a la otra del río.
En menos de una hora, todas las personas que antes estaban
en el prado condenados a pasar la eternidad allí, tenían ahora
las dos monedas para pasar y se fueron poniendo poco a poco
en la cola.
Mientras tanto, yo me había vestido con los ropajes del barquero
y me había sentado en la barca; no vi bien del todo hasta
que me acostumbré a la luz de la lámpara de aceite inagotable
situada en la barca. Toda la gente que estaba en el río se quedó
mirando la escena del antiguo barquero hasta que acabó; entonces
toda la atención se centró en la barca y empecé a trabajar:
iba y venia de una orilla a otra. Tardé tiempo en saber dónde
estaba la otra orilla, ya que todo se veía blanco, lleno de luz,
por lo que no se podía distinguir la ribera opuesta del río desde
la orilla del prado.
Fui pasando a la gente del otro lado, y después de unas cuantas
largas horas de trabajó le llegó el turno al antiguo barquero.
Había sido tan generoso que no le habían quedado monedas para
él, ya que me entregó la bolsa vacía. Yo lo quería pasar sin que
pagase, por todo lo que había hecho por mí, pero la barca no se
movía. Maldije a los diez demonios en silencio, ya que ahí no
se hablaba nunca, pero en ese momento del horizonte surgió un
chico que me recordó mucho a mí mismo y que entregó sus dos
monedas al antiguo barquero; con ellas me pudo pagar y pasar a
la orilla tan deseada e inalcanzable para él durante tanto tiempo.
El muchacho no me recordó a mí mismo por su generosidad,
de la cual yo había carecido, sino porque supe que él sería el
siguiente barquero del río.
HISTORIAS DE UNA CALLE
Accèssit de narració
Júlia Ribera (4t ESO)
Il·lustració de Mariona Jordan (2n ESO)
1r premi d’il·lustració
Puede que te cruces con las mismas personas cada mes,
semana o día, pero que nunca te fijes con ellas. Hasta que lo
haces, y de repente ves a esa persona en todas partes.
Y eso me pasó a mí.
El universitario
Un día empecé a ver a un chico moreno, bastante guapo,
universitario. Cada día me cruzaba con él cuando iba a la escuela.
Después de un mes o dos pensé: “Venga, la próxima vez que lo
veas lo saludarás”. Parecía majo. Yo ya estaba montándome la
escena, pero aquello nunca llegó.
No volví a verlo nunca más. Llegué a pensar que quizás
había muerto, pero no adopté esa posibilidad, demasiado cruel.
Así que seguramente había ido a estudiar al extranjero, ¿no...?
Y a los tres meses, quizás cuatro, me pareció verle. Se parecía
mucho: un chico moreno, con el pelo un poco largo, no muy
alto, y esa expresión seria pero tirando a pícara. Era él. Y me
miró. Y le miré. Y nos reconocimos. Y sin palabras nos dijimos:
“Por fin te vuelvo a ver”.
Me quité un gran peso de encima. Y desde aquel día nos
fuimos cruzando de vez en cuando, pero ya no existía aquella
necesidad del principio; aunque nunca llegamos a hablar, siempre
supimos que nos teníamos el uno a otro, que si algún día
queríamos algo, sólo teníamos que ir a aquella calle y esperar.
La chica de las bailarinas
Me encantan los zapatos y siempre me fijo en el calzado de
la gente, y aunque mucha gente no piense así, los zapatos dicen
mucho de las personas.
Así que un día vi unos zapatos que me llamaron especialmente
la atención; eran unas bailarinas de cuadros escoceses y
con un gran lazo rojo.
Al día siguiente otras bailarinas, de rayas de colores. Levanté
la vista. Sí, era la misma chica que el día anterior, y sería la
misma que los siguientes. Era muy mona, pelirroja, con el pelo
largo y la piel muy blanca.
Cada día llevaba unas distintas. Era genial, siempre llena de
color y alegría. Y con unos zapatos preciosos.
Pero llegó el día en que no volví a ver más esos zapatos.
Nada de bailarinas. ¿Y la chica? Tampoco estaba.
Vi su foto en el diario. Había muerto.
Sólo tenía dieciséis años.
Ellos, tú, yo
Seguí observando a la gente de la calle toda mi vida. La
verdad es que te encuentras a gente muy curiosa y muy distinta;
hay personas que recuerdas y otras que no; hay con quien te
cruzas muchas veces y hay con quien sólo una. Y, sobre todo,
existen aquellos que te marcan par siempre.
Yo siempre he recordado a la pobre chica de diecisésis años
y al chico universitario, con el que aún me cruzo a veces. Pero
hubo alguien que realmente me marcó. Él.
Llovía. Hacía muchísimo frío, de ese que te cala hasta los
huesos. Así que decidí entrar en la cafetería de enfrente, sólo
me faltaba cruzar la carretera.
En medio de la calle había un gran charco donde se veían
reflejadas las caras de la gente. Andaba pensando en eso cuando
de repente vi la faz de un chico que me miraba fijamente.
Fue demasiado tarde; choqué con él y caímos en medio del
charco. Sólo se me ocurrió invitarlo a tomar algo para que me
perdonara.
En el bar nos encontramos a unos amigos. Nos sentamos
con ellos. Resulta que mis compañeros conocían al misterioso
chico. ¡Si es que el mundo es un pañuelo!
Hablamos durante horas y horas. Fue increíblemente genial.
Es sorprendente cómo en un par de horas puedes llegar a conocer
a una persona.
Fuimos hacia casa por el mismo camino. Él empezó a hablar
de mí. Dijo que cuando vio mi cara reflejada en el agua en
seguida supo cómo era: muy espontánea, observadora, sensible,
de aquellas personas que caen bien a todo el mundo y que brillan
por su gran alegría. “Hay poquísimas personas así” explicó, “y
tú eres una de ellas, que sobresales por encima de la gente por
ser como eres, por ser única. Seguro que te encantan los días
con un sol radiante pero a la vez muy fríos, ¿verdad? Pues así
eres tú, transmites esa misma calidez”.
Creo que fue el único chico que he amado de veras.
Se llamaba…

LA HISTORIA DE CASILDA
Sònia Carreras (4t ESO)
Una reina dio a luz a una niña muy hermosa llamada Casilda.
El día del bautizo invitó a todos los príncipes y princesas, a los
ciudadanos e incluso a todas la hadas excepto a la más malvada,
Priscila. Aún así, Priscila fue al evento y echó encima de la
niña un maleficio que decía: A los dieciséis años te pincharás
con una hiladora y morirás. Campanilla, que estaba cerca, al
oír el maleficio, pronunció un contramaleficio para liberarle de
aquella condena: al pincharse, en vez de morir, la muchacha
permanecería dormida durante cien años y sólo el beso de un
joven príncipe la despertaría de su profundo sueño y además
juró a sus padres que sería su hada madrina.
Aún así la enviaron a casa de la hermana de la madre, que
tenía dos hijas que eran gemelas. Sólo tenían dos años más que
Casilda. Pasaron los años. Su tía le decía cada día que sólo estaba
en su casa para protegerla de aquel maleficio. Así que todos
los días era ella quien tenía que hacer los trabajos más duros,
porque, para su tía, ella era una esclava; afortunadamente, una
de las gemelas estaba de su parte y siempre la ayudaba a hacer
el trabajo. Un día, el rey invitó a todas las jóvenes a una gran
fiesta, pero la tía de Casilda no la dejó asistir y le ordenó limpiar
el suelo y preparar la cena.
25

26
Harta ya de trabajar sin parar, se fue de casa, huyó por un
caminito, oscuro y un tanto tenebroso. Al verse sola, sintió miedo
y lloró. De repente vio al lobo, que era enorme, delante de ella.
Y empezó ha hablar
- ¿A dónde vas, niña?- le preguntó el lobo con su voz ronca.
- Me he ido de casa no lo podía soportar más…- le contestó
Casilda
- Espero que te vaya bien por aquí- le dijo el lobo mientras
daba media vuelta y se iba.
Casilda al ver que el lobo se había ido se tranquilizó un
poco más; sin embargo, en realidad, el lobo no se fue sino que
se escondió detrás de un árbol y la siguió.
Se hizo de noche y Casilda no pudo evitar tener miedo y
echarse a llorar. Llorando y andando pasó la noche, hasta que,
al amanecer, llegó delante de una preciosa casita. Entró sin
dudarlo, porque después de pasar la noche en el bosque pensó
que no podía haber nada peor. La casita estaba decorada con
muy buen gusto pero había algo un poco peculiar: los muebles
eran pequeñísimos. Como estaba agotada, subió a la habitación
y juntó todas las camas y al instante se quedó dormida. El lobo,
que aún la seguía, trepó con una escalera larguísima, trepó hasta
el tejado para colarse por la chimenea. Pero Casilda encendió la
chimenea porque tenía un poco de frío. El lobo descendió por
el interior de la chimenea, pero cayó encima del fuego. Escapó
de allí y no volvió.
Por la tarde llegaron siete enanitos, ni uno más ni uno menos.
Al ver que en sus camitas estaba la joven, la despertaron y le
preguntaron por qué estaba allí, así que ella les contó su triste
historia. Casilda pensó que después de oír su trágica historia,
los enanitos la dejarían quedarse allí con ellos, pero no fue así.
Los enanitos eran muy pobres y le dijeron que si quería comida
se tenía que ir. Le dijeron que si cogía el caminito de detrás, iría
a parar a un bosque cerca de un castillo y que allí seguro que
alguien tendría cuidado de ella.
Se quedó toda la noche para descansar y por la mañana se
fue. Cogió el camino que los enanitos le indicaron y anduvo
hasta llegar a un claro, entonces había dos caminos que escoger.
Ella cogió el que bajaba y continuó andando hasta que vio una
casita muy dulce, hecha de caramelos, chocolate, galletas...
Casilda, que ya hacía dos días que no comía, fue corriendo hasta
la casita y empezó a comérsela. De repente, salió una anciana,
la invitó a pasar y le ofreció comida. Pero esa anciana era una
bruja que la obligó a trabajar. La bruja le había ordenado que
calentara bien el horno y una vez lo encendió le pidió a la bruja
si estaba bien, así que ella abrió la puerta y miró. En ese instante
Casilda le dio una patada y la encerró dentro del horno. De ese
modo se escapó.
Se hizo de noche y Casilda estaba otra vez sola y asustada.
Estaba a punto de dormirse cuando vio una lucecita que se movía
y se le acercaba.
-¿Quién eres?- le preguntó Casilda.
- Soy tu hada madrina, me llamo Campanilla- dijo ella.
- Entonces, ¿tú eres quien me salvó del maleficio?- preguntó
Casilda.
- Sí, y como sé que ahora estás pasando un mal momento,
te propongo que me sigas- dijo Campanilla.
- Y, ¿a dónde vamos? -volvió a preguntar.
- Vamos al País de Nunca Jamás - contestó Campanilla, y
añadió - sólo tienes que abrir tus alas y volar.
Así que se fueron al país de Nunca Jamás, dejó todos sus
amigos, su familia, sus recuerdos, sus problemas… y vivió sin
pesadilla alguna.
VIVIR POR VIVIR
Eva Tomàs (4t ESO)
Il·lustració d’Anna Merino (2n ESO)
No sonreía. Su vida era un sinónimo de amargura desde que
supo que nunca más volvería a sentir, cuando se dio cuenta de que
nada de lo que tenía iba a servirle ya, de que todos sus esfuerzos
habían sido en vano. Todo aquello... perdido. Y no sabía lo que
vendría después. Es curioso cómo cambian las cosas en unos
segundos. Puedes llegar a ser la persona más feliz del universo,
sentir que te vas a comer el mundo... y, diez segundos después,
sólo eres capaz de sentir que el mundo se te va a comer a ti. Eso
fue lo que sintió ella cuando se enteró de que su vida se acababa.
Pensaba que ya no quería seguir, sentía que su cuerpo ya no le
respondía... ”Para qué, si igualmente voy a acabar siendo una
máquina estropeada... Qué más da ahora o más tarde.”
Se sumergió en un mundo de silencio, prohibiéndose pensar,
prohibiéndose sentir. Comía porque debía comer, bebía porque
debía beber, dormía porque debía dormir, vivía porque debía
vivir. Sobrevivir por sobrevivir, de manera mecánica, sin pensar
cada gesto, sin fijar la mirada, sin esperar nada. Sus ojos llenos
de lágrimas secas, su corazón latiendo silencioso, como si todos
los lugares de su cuerpo se hubiesen vestido de luto. Por
ella. Olvidándose de su mente y de su alma. Se sentaba en la
cama y dejaba que su organismo viviera por ella. Por qué. Por
quién. La felicidad. Un engaño. El Sol. Una ilusión. La alegría,
la pasión, las ganas de vivir, dibujar una sonrisa y deleitarse
con la puesta de sol. ¿Nada de eso importaba ya? Cada mañana
esos pensamientos cruzaban su mente, cada mañana su alma
intentaba convencerla de que sí había algo por lo que luchar, de
que siempre quedaba algo, aunque fuera un mero recuerdo, un
reflejo de lo que había tenido. Pero al menos lo había tenido. Y
ella, cada mañana, se quitaba todas esas ideas de encima. No
era que no le gustaran. Lo que daría ella por tener fuerzas para
luchar. Lo que daría ella para salir de aquel cuerpo endemoniado
que la había obligado a acabar con todo. Dejar volar su alma,
buscar la felicidad... Pero no podía, estaba convencida de que
si lo intentaba, la frustración sería aún mayor, y entonces sí
que sería de lo más doloroso cuando todo terminara. Por eso
se limitaba a esperar. La gente la miraba y veían en ella pura
desesperación. Algunos se compadecían, otros se horrorizaban,
otros le quitaban importancia. Pero ninguno lo entendía.
“No quiero morir, no penséis eso de mí. Sólo es que no quiero
sufrir... y si para ello tengo que dejar de vivir, lo haré. Pero no
penséis que quiero morir.” Una batalla se estaba produciendo
en su interior. Pensamientos positivos, pensamientos negativos.
Luz y oscuridad, blanco y negro, vida y muerte. Ella no sabía
qué bando escoger. “¿Me he vuelto loca?” “No. Los locos no
se preguntan si están locos o no.” Y así era su mente, llena de
pequeñas guerras interminables, de preguntas sin solución, de
ideas que iban de un lado a otro, sin dirección, tan rápido que
mareaban. Una espiral de sensaciones que sólo una persona
que ha decidido no volver a hablar puede soportar en su mente.
Escuchaba. Pero jamás contestaba.
-Tienes que seguir... ¡Tienes que luchar! Vamos, habla. Dime
qué sientes.
La voz lejana de un ser querido. Se sobresaltó un poco. Su
primer deseo había sido que nadie se acercara más a ella para
no destrozarle la vida también. Pero, ¿y los que ya la querían...?
¿Debía contestar?
-No voy a dejar que te hundas. Mírame. Háblame. Vuelve a
ser quien eras, vuelve a sonreír.

Y no sonreía. El tacto. Otro sobresalto. Las manos de un
ser querido.
-¿Me estás escuchando? Vamos.
“Claro que sí.” Claro que lo escuchaba. ¿Iba a poder despegar
los labios para pedirle que se fuera y viviera?
-Contéstame. No puedo vivir si tú no estás bien.
¿Cómo? Hizo un esfuerzo casi sobrehumano para hablar.
-No.
-¿Has hablado? ¿Me has contestado? Dime que sí.
-Sí.
-Gracias a Dios...No te rindas. Te quiero.
-Yo también te quiero... Olvida que he dicho eso. Vete y no
vuelvas a mirarme nunca más. No tires tu vida por la borda.
Qué fácil resultaba volver a hablar. A
expresar sus sentimientos.
-¿Por qué te rindes?
-Debo hacerlo.
-No es verdad. Puedes vivir.
-Sí... ¿pero por cuánto tiempo?
-¿Acaso importa...? ¿Te habías preocupado
alguna vez de eso? ¿Alguna vez
has pensado que cuando sales de casa
puede que no vuelvas nunca más?
-Voy a morir.
-También yo. Todos. Siempre has sabido
que morirás. ¿Pero por eso te has hundido? No. Has escogido
vivir todo lo que puedas. ¿Y qué cambia ahora?
¿El tiempo? Eso es relativo.
-Todo lo que tengo... No sirve de nada. ¿No lo ves? Ahora
me doy cuenta de que la vida no es nada.
-Y entonces, ¿qué hay en realidad? Si no te aferras a la vida,
entonces, ¿qué te queda? Todo sirve de algo. Es verdad, al final
lo acabas perdiendo todo. Si lo miras así, tú tienes razón. Lo
pierdes, sí... pero, ¿y mientras lo tienes? ¿Eso no cuenta?
-Si sigo como si nada, después será más doloroso.
-Mejor ser feliz el tiempo que te queda y sufrir luego, que
pasarse todo este tiempo flagelándote y esperando la muerte.
No te vas a morir antes por eso.
-Quieres que viva.
-Sí.
-Y que sea feliz.
-Sí.
Entonces calló. Después de todo, sus palabras sí tenían sentido.
Podía vivir y morir sufriendo. Esto último era inevitable.
Pero lo de vivir. Eso podía cambiarlo. Y ahora se daba cuenta
de cuánto lo deseaba. Pero esas barreras...Necesitaba tirarlas al
suelo para poder ganar.
-Tú quieres vivir- adivinó él.
-Pero siento que no puedo. Que no debo.
-Tienes que escapar de tu cárcel. Vamos, hazlo. Basta con
desearlo.
Cerró los ojos con fuerza. Asistía a una batalla inmensa y
feroz. Alma contra cuerpo... Vida contra muerte. Y ahora sabía
de qué lado estaba. “Basta con desearlo... Basta con desearlo...
Sal de tu cárcel...”. Sintió su mano en la de él. Se aferró fuerte
al contacto con su piel. “¡¡Vamos!! Por él. Por ti.”
Y de repente, sintió que estallaba. Las barreras se rompieron
en mil añicos de cristal. Cortaban, pero era libre. La presión
cesó. Durante un momento, no escuchó nada. Sólo... el latido
de su corazón. Volvió a sentir el peso de los párpados sobre
los ojos. Volvió a sentir sus labios, capaces de curvarse en
una sonrisa. Volvió a sentir sus manos, capaces de acariciar.
Y su mente...Capaz de volar. Lo había conseguido. Así que...
barreras. ¿Ella misma las había construido? Posiblemente. Sólo
sabía del cierto que había estado a punto de dejarse ganar por
la desesperanza, y que la simple llamada del amor había sido
capaz de hacer un minúsculo agujero en el grueso cristal detrás
del que se escondía, para colarse en él e intentar derribar los
muros desde el interior.
-Eh. ¿Estás ahí?
-Sí. Ahora sí, por primera vez estoy aquí. Yo. Yo misma.
Entera.
-Estás sonriendo.
-Puede ser... Ya no me cuesta.
-Lo has conseguido.
-Gracias a ti.
Miró a su alrededor. Se encontraba en
su cama, la que había sido su refugio en
los momentos de desesperación, y el lugar
donde ahora empezaba un nuevo periodo
de su vida. Iba a ser corto, lo sabía. Pero
esperaba que fuera el mejor de su vida.
-¿Vas a vivir?
-No he hecho todo esto para nada.
Siento que... soy nueva.
-En parte lo eres... Vencer a la mente es
difícil. Y más si es la de uno mismo.
-No hables.
-¿Qué?
-Sólo... abrázame.
Una corriente de energía positiva corrió por sus venas cuando
sintió sus brazos a su alrededor. Ahora la muerte podía venir en
paz. Ya no la temía...Sintió las lágrimas acumularse en sus ojos,
lágrimas de verdad, y ahora no las retuvo. Simplemente, las dejó
caer. Un rayo de sol se filtró por la ventana de improviso. Las
lágrimas continuaron resbalando por sus mejillas, como si no
notaran la repentina felicidad que ese rayo había producido en
ella. Y no pudo evitar sonreír.
SOÑAR
Xavi Kearns (3r ESO)
Il·lustració de Neus Lapiedra (2n batxillerat)
Dicen que tus sueños pueden significar ciertas cosas. Por
ejemplo, dicen que soñar que vuelas es un símbolo de libertad, y
que ofrece buenos presagios. O que soñar que estamos cayendo
sin obstáculos significa que nos espera una vida amorosa saludable
y placentera. O que soñar con dinero, o soñar que ganas
mucho dinero, significa que llegarás al éxito.
Soñar. Es aquel tiempo en el que podemos ser lo que queramos
ser, en el que nuestra imaginación sustituye al tacto, a
la vista, al olfato y al oído... a todos los sentidos. Durante este
tiempo, nuestra alma se libera y podemos olvidarnos de los
problemas. Somos capaces de hacer cualquier cosa, de acabar
con el hambre del mundo, de acabar con sus guerras… Es aquel
tiempo en el que podemos dejar de tener enemigos. Aquel en el
que somos capaces de ayudar a alguien cercano o lejano. No hay
límites. Pero este tiempo sólo existe en nuestra imaginación.
La imaginación. La que tuvo aquel hombre que un día decidió
que quería ir a la Luna, aquél que quería volar y correr
más rápido que el viento, o aquel hombre que quería poder desplazarse
sin tener que caminar. La imaginación que tuvo aquel
otro que quería ver el fondo del mar, o el que quería mantener
27

28
una conversación con alguien que se encontrara a kilómetros
de distancia y poder oír su voz. La que tuvo aquel hombre que
quería hacer luz para ver en la oscuridad, o el que quería grabar
un sonido, para poder escucharlo tantas veces como quisiera.
O el que quería dar la vuelta al mundo en un solo día. Uno…
que quería ver más allá del cielo. Y otro, que quiso inmortalizar
un momento en un papel. Alguien que transmitió una noticia al
mundo entero. O el que imaginó una máquina que le hiciera café.
Todos ellos tenían imaginación. ¡¡¡ Tantas cosas se han soñado
antes de hacerse realidad!!!
Pero no quiero creer que hayamos dejado de soñar. No quiero
creer que en lo más sencillo...hayamos fallado. Que acabar con
las penurias sea más difícil que inventar un ordenador, que llegar
a la Luna. Que acabar con las guerras y el hambre en el mundo
sea más difícil que volar, que poder ver a más distancia de lo
que nuestra naturaleza nos deja, poder ver planetas y galaxias
lejanas.
Pero tengo una esperanza. Sé que un día todo cambiará. Todos
viviremos felices, en paz. Hemos conseguido cosas mucho
más difíciles. Nadie pasará hambre y nadie se sentirá desdichado.
Uno no se burlará de otro. Algún día no habrá más guerras.
La razón, el entendimiento y el diálogo terminarán con toda la
miseria del mundo...y lo sé... porque lo he soñado.
QUERIDA AMALIA
Irene Cabanes (4t ESO)
Il·lustració de Bernat Meseguer (2n ESO)
Querida Amalia:
Sentada en el viejo balancín de mi bisabuela y mirando ese
patio tan lleno de vida, de colores, de recuerdos inolvidables
contigo, desde el porche, he decidido escribirte esta carta.
Recordaba las horas y días de cuando éramos unas niñas, que
pasábamos allí, jugando como dos locas a piratas (a secuestrar a
gente, a robar las joyas a mi hermana mayor…), a ser peluqueras
o a jugar a madres en la pequeña acogedora cabaña hecha por
mi abuelo para que mi madre y mis tías pudieran jugar, como
nosotras, cuando eran chiquitinas.
Todo era tan divertido y alegre en aquella época que ahora
lo hecho en falta. Nada nos preocupaba, solamente queríamos
jugar y aprovechar el tiempo que mi madre nos dejaba para
sumergirnos en nuestras propias historias y hacerlas realidad
por unos instantes.
Pero como ya sabes, empecé a estar cada vez más cansada sin
motivo aparente, me ponía enferma muchas veces, me mareaba
muy fácilmente…; en resumen, los síntomas de la leucemia.
Quién me lo había de decir que sería yo la que tendría que combatir
esta enfermedad. Yo entre miles de personas…
¿Pero sabes qué pienso? Que esta situación me ha fortalecido
mucho. En el hospital conoces a gente como tú, con la misma
enfermedad y de la misma edad. Convives con ellos cada día.
Sabes que te entenderán cuando les hables de lo que estás pasando.
Que ya no puedes más en los momentos bajos. Darse cuenta
de que la pérdida del cabello es la cosa más insignificante por lo
que tienes que pasar, si lo comparamos con el dolor que padeces
y con lo duras que son las sesiones de la quimioterapia.
¿Aún guardas aquellas fotos tan divertidas que nos hicimos
en mi cama con mi peluca rubia? Qué cambiada me veía con el
pelo rubio. Mi cabello era tan oscuro que fue un cambio muy
drástico, pero me gustó. ¿Y las de los pañuelos que me regalaste
por mi santo? Que sepas que aún los tengo guardados en
mi cajón. Hacen el mismo olor que tú y me fortalecen cuando
necesito un apoyo para continuar adelante.
Estos días ya estoy terminando el tratamiento y solamente
tengo que ir al hospital para hacer revisiones. Mis padres trabajan
todo el día y por eso estoy en casa de mis abuelos. La verdad
es que me gusta mucho poder estar aquí porque recuerdo esos
viejos tiempos contigo. Siempre tengo una sonrisa en la cara
cuando pienso en ellos y además, saber que podré volver a la
normalidad, que tanto he deseado, aún me hace más feliz. Tengo
ganas de ir al instituto, cotillear de los chicos, salir los sábados
y, sobre todo, estar contigo… ¡Cuántas experiencias que quiero
volver a sentir!
Las cartas que me envías periódicamente me suben la autoestima
a tope. ¡Tengo tanta suerte de tener una buena amiga! Y la
verdad es que me transmiten mucho, al igual que tus llamadas
telefónicas. Cuando hablamos, se me olvida todo y sólo me
concentro en lo que tú me estás contando. Son unos momentos
de paz y tranquilidad donde
puedes saber sobre lo que
está pasando a tu alrededor
mientras no puedo volver.
Por cierto, ¡quiero saber más
sobre la historia de Carlos y
Virginia! Me tienes muy intrigada
y quiero que me cuentes
todas las novedades que haya.
Y además, tú y yo tenemos
una conversación pendiente,
y ya sabes a lo que me estoy
refiriendo…
Ayer, mi madre me dio
la sorpresa más grande que
podía tener en esos momentos:
¡Tu visita! Me contó que tú y tu madre vendréis a comer este
domingo en casa. ¡Qué ilusión! No sabes lo contenta que me
puse. ¡Comencé a dar saltos como una loca y empecé a llorar!
Aunque nos escribimos y charlamos por teléfono, quiero ver
tu cara en persona. Ver lo guapa que estás, y, cómo no, saber
todos tus secretitos que no me has podido contar por carta o por
teléfono porque tu madre te vigilaba de reojo.
Con muchas ganas de verte este domingo, te digo adiós.
Un fuerte beso para mi alma gemela Amalia.
Lizzie
PD: Te echaré de menos estos cuatro eternos días que faltan
para vuestra visita, y recuerda: ¡Nuestra amistad lo supera
todo!

MARES DE FUEGO
Premi de poesia
Otilia Dan (4t ESO)
Il·lustració d’Aída Valero (2n ESO)
Ese amor que arde en vano
hueso arde, pues no carne,
mas las gélidas estellas
no lo sienten, no lo temen.
El fuego que cae en llanto
dolor es, dolor jadeante,
pues la fía luz serena
no lo entiende, no lo siente.
Frío el mundo, frío el aire,
frío el cieo y sus mares.
De hielo a fuego, de fuego a agua,
de agua a polvo y de polvo a nada.
Que arda el mundo, que arda el aire,
que caiga el cielo en sus mares.
De hielo a fuego, de fuego a agua,
de agua a polvo y de polvo a nada.
Fue al hombre, fue a mujer,
fue fiel servidor el fuego,
mas ahora congelado
llora el cielo y cae el mundo.
Vida no puédase arder
más de la qual arde en seno;
pues aliento es sagrado
para dulce flor de luto.
Frío el mundo, frío el aire,
frío el cielo y sus mares.
De hielo a fuego, de fuego a agua,
de agua a polvo y de polvo a nada.
Que arda el mundo, que arda el aire,
que caiga el cielo en sus mares.
De hielo a fuego, de fuego a agua,
de agua a polvo y de polvo a nada.
29

30
ESPURNES D’AMOR
Aleix Jorba (3r ESO)
Il·lustració d’Oriol Fages (3r ESO)
Unió de pensaments abstractes,
exànimes, sense vida,
plens de dolor, sense esperança,
on no puc trobar temperància.
2n premi d’il·lustració
Conjunt dels sentiments d’un ésser oblidat,
transferint, cap endins, l’amor arrelat
amb espurnes de llum i calor
que m’impregnen de tèbia escalfor.
Imatges irreals, borroses, imprecises,
d’una bellesa innata,
que colpegen l’ànima d’aquell amor,
que tot i oblidat encara manté la flama.
Paisatge perdut en un espai tancat,
amb tonalitats grises, fosques, espectrals,
on potser podré trobar,
una guspira de llum, desig i esperança.
Llàntia sense foc, sense escalfor,
plena de foscor, gairebé apagada,
on solament queda el record,
del que va ser, un moment, una vegada.
Amor llunyà, gairebé apagat,
que un dia va ser esplendorós,
voldria ara retrobar
per eixir d’aquest espai tancat, tenebrós.
Alè de vida, d’un amor que encara crema,
que empeny la flama de la tendresa.
Sentiment complaent,
capaç de transportar el desig i la puresa.
Canviar els sentiments, els sons, els colors,
faria revenir un senyal lluminós
on solament queda el record;
fulgent i etern retornaria l’amor.

ENTREVISTA A JULIA MÖLLER
Premi d’entrevista
Júlia Garcia (3r ESO)
Julia Möller va néixer a Alemanya, però als sis anys es va
mudar a Alacant. El seu primer contacte amb els musicals va ser
als dotze anys i des de llavors va saber a què es volia dedicar.
Una de les actrius de musicals més completes i experimentades
del panorama musical espanyol, la Julia ha format part de musicals
com: dues produccions de La Bella y la Bestia a Madrid, El
Fantasma de la Ópera a Madrid, El Geperut de Notre Dame a
Berlín, Les Miserables a Londres... I ara es troba donant vida a
l’Aloma de Mercè Rodoreda al Teatre Nacional de Catalunya.
Ha passat una mica més d’un mes des que vau estrenar
Aloma. Com el valoraries?
Doncs ha estat un primer més força dur, la veritat. L’estrena
va ser molt dura perquè, a part que les estrenes sempre són dures,
quan és una obra de creació s’arriba molt just, es canvien moltes
coses, hi ha molt estrés per part de tothom en els últims dies. I
després que el primer mes és més de promoció. Fer entrevistes i
radio, i no descanses tant com voldries. Però bé, de públic molt
bé, cada cop ve més gent i nosaltres ens estem acostumant a la
rutina, al dia a dia.
Què és el personatge d’Aloma per a tu? Com la veus
tu?
Aloma és una noia a la qual li han passat coses dramàtiques.
Imagina’t: va perdre els seus pares quan era petita, el seu germà
es suïcida, viu en unes condicions molt negatives. Però l’obra
comença quan ella està molt cansada de la vida que porta, de
“no viure”. Jo crec que és una persona que té molta vida per
dins i que necessita treure-la. Té molta alegria, té molta felicitat...
però està tot per dintre. I per això quan arriba Robert és
la primera vegada que algú la veu com és i l’estima, ella tenia
moltes ganes d’estimar i de ser estimada i de sobte s’obre i és
la primera vegada que de veritat viu.
Imposa ser Aloma, de Mercè Rodoreda, sabent que
aquest llibre és la seva autobiografia ja que va viure moltes
d’aquestes coses?
Sí que imposa, és molt autobiogràfica però els nervis que he
pogut passar al fer aquest personatge no ha estat tant el tema
de la Rodoreda sinó estrenar el personatge al Teatre Nacional,
amb tots els actors que m’envolten, i sabent que el public del
Nacional és molt exigent, molt selecte, crític... Això m’imposava
molt més (riu). Però ara sabent com reacciona el públic estic
molt tranquil·la.
Tu ja havies estat amb Dagoll Dagom, quan vas fer Mar
y Cielo fa un parell d’anys a Madrid. Quins records en guardes?
Com va ser fer el musical català per excel·lència?
Mira, per a mi la Blanca i Mar i Cel és “lo más de lo más”.
M’encanta Mar i Cel; jo ja havia fet moltes coses abans però
la Blanca em va marcar molt. I ho tornaria a fer si pogués, de
seguida! Jo veig un personatge molt semblant a l’Aloma, que
tenia moltes coses per dintre, sabia que podia treure molt més
del que estava traient però necessitava una mica d’ajuda. I per
fer aquest personatge el Bozzo, el director, em va agafar i em va
obrir i vaig treure tot el que podia. És un personatge molt apassionat,
molt...a mi m’agrada molt. I em va deixar un record molt
bonic no només pel personatge sinó que també per la companyia.
Pensàvem que no funcionaria massa, mitja companyia venia del
Mar i Cel de Barcelona i mitja companyia nova que érem de
Madrid. Pensàvem que seria: els madrilenys i els catalans. Però
res d’això, vam fer pinya el primer dia i va ser molt especial;
d’aquestes coses que no es repeteixen sempre.
Vas estar a punt de fer Mar i Cel aquí a Catalunya, però
al final vas anar a Londres a fer un musical i finalment vas
poder fer Mar y Cielo a Madrid. Creus que va estar bé poder
anar a Londres i després fer Mar y Cielo?
Això de Londres em va sortir després, d’improvist. Jo vaig
anar a Londres de vacances i em va sortir una audició una mica
“de rebot”, venia d’un personatge vocalment molt semblant a
la Cosette d’Els Miserables”, la Christine a El Fantasma de la
Ópera. Em vaig presentar i em van agafar. Jo no m’ho pensava
gens, jo volia fer la Blanca però van agafar l’Elena Gadel; jo
ho respecto molt i mira, la vida és així. Però si hagués fet la
Blanca no hagués anat a Londres.
També vas estar fent La Bella y la Bestia a Madrid, oi?
Sí, la primera vegada que ho vaig fer vaig entrar un any
després i la segona l’he fet just ara, abans de venir aquí.
Has fet musicals a llocs tan diferents com Barcelona,
Londres, Madrid i Berlín. Com de diferent es viu fer musicals
a cada un d’aquests quatre llocs?
La manera de treballar és bastant similar, potser Dagoll
Dagom sí que treballa diferent. No perquè siguin catalans sinó
perquè és una companyia que treballa diferent. Les companyies
en les quals he treballat a altres llocs eren part d’una empresa;
són multinacionals i fan els musicals com a producte, es venen
coma un producte. Mira, jo vaig entrar a fer Les Miserables
a Londres quan portaven vint anys, tu entres i saps que el teu
personatge l’han fet vint persones, més els covers,...quaranta
persones abans que tu. Perd una mica la màgia i no tens tanta
llibertat per crear. És molt més creatiu començar tu, de zero
amb un nou personatge. Per exemple, l’Aloma l’he feta jo amb
tota la companyia, tot el que hi ha ho hem fet nosaltres. Té molt
més mèrit, i vaig acceptar el projecte perquè tenia moltes ganes
de crear un personatge, que no ho havia fet mai. La Blanca ja
l’havíem fet tres persones abans, però tot i així, per la manera
de traballar de Dagoll Dagom vaig tenir més llibertat, perquè
ho vam adaptar més. Però en canvi, aquests musicals que són
tan grans com La Bella y la Bestia, etc. Vénen els directors de
31

32
fora i t’ho munten: aquest número és així, aquí tu vens d’allà,...
I dintre d’això sí que crees una mica, però no és una creació
molt personal. És molt “això és la postal, i així vull que quedi”.
Dintre del que està estipulat que haig de fer, jo com a actriu
haig de buscar per què ho faig.
Has fet doblatge i televisió. T’ho prens com una experiència
més o com alguna cosa que t’agradaria seguir fent?
Jo de doblatge només he fet el de El Fantasma de la Ópera,
que era doblar-ho cantant. Tenia pocs diàlegs. Em sap molt de
greu aquesta pel·lícula perquè el disc va quedar molt bé, però
el doblatge és horrible. Jo, quan la vaig veure, em vaig voler
morir, perquè jo no recordava haver-ho fet tan descordinat. Fer
doblatge és molt difícil, si no tens experiència i no has estudiat
t’han d’ajudar molt. I això es va fer molt ràpid, la vaig gravar
tota la pel·lícula en dos dies entre Londres i Madrid. El que sí
que m’encantaria és fer doblatge de les pel·lícules de Disney o
coses així, sempre ha sigut un somni de petita. Però no ho tinc
com a meta, si em surt guai i si no res.
I respecte a la televisió, doncs, he fet alguns episodis i m’ha
agradat molt. I ara, quan torni a Madrid, em concentraré a fer
televisió, em ve de gust i vull canviar una mica. A part que no
he tingut mai temps, ja que sempre he estat fent teatre, i és una
cosa difícil de compaginar.
Com vas arribar al món del teatre musical?
Quan tenia dotze anys vaig anar a veure un musical, l’Starlight
Express de l’Andrew Lloyd Webber. I em vaig quedar totalment
al·lucinada. Després d’això vaig començar a fer dansa.
Després d’un any li vaig dir a la meva mare que ho volia fer
professionalment, ella em va dir que ja ho sabia (riu). I vaig
venir a l’Institut del Teatre a fer dansa i hi vaig estar un any.
L’any següent vaig començar a fer teatre musical a l’escola
Memory de Barcelona i hi vaig estar dos anys, però vaig anar
a Alemanya per poder estudiar la carrera de teatre musical. La
carrera titulada, que aquí no hi era. I vaig estar fent El Geperut
de Notre Dame a Berlín.
Què significa l’èxit per a tu?
L’èxit? Per a mi significa treballar en el que jo vulgui, on
m’ho passi bé... Poder seguir treballant i vivint del que estic
fent. Treballar en alguna cosa que t’ompli jo crec que ja és un
èxit per a mi.
Com et compararies professionalment fa uns anys amb
ara?
Uf! Quan jo vaig començar era molt inconscient; no sabia
gaire el què feia. Però amb el pas dels anys, quan portes més
temps en aquest món vas agafant més costums, més maníes
tontes. A més jo tinc memòria d’elefant per les coses dolentes
que em passen a l’escenari, per exemple si se me’n va la veu, o
m’oblido d’una paraula... Però això es supera i amb el temps
s’oblida. Ara ja ho analitzo més, les condicions de les ofertes
que reps. Es perd una mica la il·lusió d’anar a cegues, de llançar-te...I
això m’està costant una mica, perquè jo hagués anat
a Xina per treballar en un musical.
Com es reben les bones i les males crítiques?
Doncs... això és difícil, eh? Jo intento no donar-hi tant de
pes....
Però, per exemple: una mala crítica t’arruïna el dia o
t’anima a seguir treballant...
Jo crec que et pot més quan saps que et falten coses d’aquell
personatge, això m’afectaria més. Però quan estic convençuda,
ja poden dir el que vulguin. A mi el que em feia més por era el
català. No sóc catalana i m’ho he currat molt, m’han posat una
professora de dicció, cada dia feia una hora,...És molt difícil que
no es noti l’accent. Tenia molta por que em critiquessin això,
i no han dit res. I amb això ja em donava per satisfeta. Jo sóc
d’Alemanya i m’he criat amb dues llengües, i el següent idioma
ja és més fàcil. I suposo que les llengües se’m donen millor que
les matemàtiques! (Riu)
El teu primer musical va ser The Rocky Horror Show a
Barcelona dirigida per Reguant, com va ser aquella experiència?
A Rocky? Uf, allò va ser inconscient total. Jo tenia setze
anys, estava estudiant al Memory i a les dues últimes setmanes
del musical vaig entrar perquè una ballarina se’n va anar.
M’ho vaig passar tan bé! Fèiem de coristes, però al principi
fèiem d’acomodadores interectuant amb el públic. Els hi fèiem
bromes, els col·locàvem als seients que no eren, pujàvem sobre
les cadires, fèiem de tot allà. Va venir la meva mare i no em va
reconèixer! Va ser una bogeria, i m’ho vaig passar super bé.
M’agradaria fer alguna cosa així, és molt divertit fer el “loco”
per allà a l’escenari. I després de fer papers de “niña buena”
i tal, i dramàtics...
Creus que els musicals han perdut categoria? Que ara
de cop gent molt jove sense experiència entren a fer un
musical?
Això tampoc passa molt, no? A High School Musical sí, perquè
volien una companyia super jove. Està molt bé que siguin
joves, però hi ha d’haver barreja. Però la gent que agafen és
gent que ha estudiat, ha treballat. I la gent que diu: em presento
al càsting, m’agrada cantar,... Aquesta gent no aguanta
fer vuit funcions setmanals no aguanta. Impossible. Si agafen
a algú molt jove, que segueixi estudiant i que s’ho agafi com
una experiència més.
Quan et van proposar fer Aloma ja t’havies llegit el
llibre?
Doncs no. Això m’ho va dir el Bozzo fa uns tres anys quan
estavem amb Mar y Cielo a Madrid. Em vaig llegir el llibre, i
la veritat és que a la primera vegada em va agradar però em
va quedar una mica amb el final.. .com dient: I ara què? Què?
Ho vaig deixar una mica apartat, i quan el Bozzo em va trucar
per dir-m’ho vuit mesos abans de començar els assajos em
vaig tornar a llegir el llibre i em va encantar. És un llibre per
llegir-lo més d’una vegada. M’agrada molt el final de l’obra,
que és menys interrogant.
Què et queda per fer?
Uuuf! Espero que molt! No penso mai: d’aquí a cinc anys vull
haver fet allò...Jo vaig passet per passet. I el què vull fer ara és
televisó, treballaré molt per això i després el que vingui. No em
vull posar una meta, però espero poder seguir treballant.
Agraïments: Gràcies a la Julia per dedicar-nos part del seu
temps, va ser una estona molt agradable. Gràcies i molta sort!
I a l’Alba, per acompanyar-me i donar-me la seva opinió.

ENTREVISTA A MÒNICA ARDID
Sandra Castilla (3r ESO)
El passat divendres vam
fer-li una entrevista a la
campiona d’Espanya de
carreres de muntanya, Mònica
Ardid.
Ens va atendre molt
correcte i ens va respondre a
totes les nostres preguntes.
La Mònica Ardid és
una noia molt simpàtica
i agradable i no ens vam
sentir incòmodes en cap
dels moments.
Li vam preguntar per les
carreres que ella havia fet
arreu del món, ja que és una
campiona molt important i ha corregut arreu del món.
1. Des de petita li han agradat les carreres?
Des de petita no perquè no em cridaven gens l’atenció les
carreres, l’únic esport que vaig practicar va ser bàsquet. Als
17 – 18 anys va ser quan vaig començar a córrer, en aquell
moment m’hi fixava més.
2. Tenia pensat participar a la copa del món de
Malàisia?
Fa quatre o cinc anys enrere, mai a la vida hagués
pensat el que he fet. Ha estat una cosa progressiva, primer
la selecció catalana, després copa d’Espanya, fins arribar a
poder competir en curses del campionat del món a Malàisia
i el Japó.
3. A quina posició va quedar? Va ser difícil arribarhi?
A la copa del món vaig aconseguir quedar la cinquena. És
una competició molt dura. Són 7 o 8 carreres a Suïssa, Itàlia,
França, Espanya, Malàisia, Mèxic i Japó. Al 2006 vaig aconseguir
guanyar la cursa de Mèxic i al 2008 vaig guanyar a
Malàisia, una cursa que puja un pic de 4.095 metres d’alçada,
i vaig quedar tercera a Japó. Això va fer que aconseguís molts
punts per poder quedar la cinquena del món.
4. A part de fer carreres, es dedica a altres coses?
És clar, amb això no pots guanyar-te la vida, a més a més,
sempre arribarà un dia que hauré d’afluixar i fer-ho més per
hobby. Sóc mestra a una escola de Martorell i això requereix
molt de temps. Un dels meus hobbies és cuinar i llegir.
5. En quantes carreres ha participat?
Doncs sincerament és impossible que et pugui dir un número,
no porto els comptes. Pot ser són més de 200, però per a mi el
nombre de carreres en què he participat no és gens important,
ja que pel que em preocupo més és de preparar-me i fer el millor
rendiment que pugui.
6. Com va començar tot?
L’any 1992. En aquell any, quan tenia 17 o 18 anys, és quan
vaig començar a córrer, però jo ja portava anys preparant-me
per les carreres.
7. Quina va ser la seva primera carrera? On? A quina
posició?
La meva primera cursa, me’n recordaré tota la vida, va ser
la del Corte Inglés. Encara que no em recordo de la posició
en què vaig quedar. Del que sí que em recordo és que corrien
moltes persones, més o menys unes 80.000 persones, i del que
també em recordo és que vam arribar tard a la sortida, i no hi
havia ningú. Així que vaig fer el que vaig poder.
8. A on va guanyar la carrera d’Espanya?
La carrera d’Espanya es va córrer a Castelló en el mes de
juny.
9. Quina quantitat de Km ha estat la més llarga?
Doncs sincerament no m’ho puc creure ni jo, però he arribat
a fer carreres de 60 km per muntanya, encara que no moltes, ja
que et canses bastant.
10. Què és el que realment li agradaria aconseguir?
El que, sincerament, m’agradaria aconseguir i ho estic
intentant fer és disfrutar de l’esport i poder continuar practicantlo
per molt de temps, fins que el meu cos m’ho permeti fer. La
posició no és l’important de la carrera, sinó el fet de participar
i el repte personal que suposa. Això provoca la satisfacció que
tens al córrer.
11. Què és el que li atrau de les carreres?
El que m’atrau més, sobretot a les curses de muntanya, és la
sensació de llibertat que et dóna córrer per paisatges tan macos
i tan meravellosos que hi ha al món.
11. Com descriuria el seu treball?
Suposo que quan dius el meu treball, estàs pensant en
l’esport. Això ja ha quedat clar que no és el meu mitjà de vida,
encara que pugui guanyar alguns cèntims a les carreres, no és
com el futbol. No et pots dedicar a això, encara que jo m’ho
prenc com un professional, em cuido molt l’alimentació, i entreno
cada dia de la setmana.
12. Algú de la seva família va exercir o està exercint
això?
Doncs de la meva família no hi ha ningú, l’única persona
és la meva parella que també és corredor com jo.
13. Ens pot explicar alguna anècdota?
És clar que sí. Quan surto a córrer a les curses sempre porto
un buff al cap (un mocador elàstic que em protegeix de la suor);
una vegada, com que anava baixant molt ràpid, se’m va quedar
a una branca d’un arbre, per no parar i perdre temps no vaig
recuperar-lo. En acabar la cursa un noi que també corria i el
va veure des del darrera el va agafar i el va portar tota la cursa
per donar-me’l. Li vaig agrair molt, ja que és el meu preferit.
14. Té pendent fer alguna carrera de muntanya important?
Al 2009 intentaré fer el campionat d’Espanya i la copa
d’Europa de raquetes de neu. A part de fer altres curses amb la
Unió Atlètica de Terrassa, que és el meu nou club.
16. Què ha de fer per poder estar en forma?
Per poder estar en forma, es necessiten unes normes que la
majoria de gent ja coneix. Són: entrenar cada dia, descansar
bé i portar una alimentació molt equilibrada.
33

34
LLENGÜES PRESONERES
1r premi de narració
Àlex Martin (2n Batxillerat)
Il·lustració de Mario Montes (1r Batxillerat)
2n premi d’il·lustració
De reüll miro a cantó i cantó del carrer. Res. Camí lliure.
Avanço ràpidament pel fosc carrer sostenint fort contra el meu pit
el voluminós paquet, potser l’objecte més important que queda
a la ciutat enrunada. Només una cosa és més important que el
contingut d’aquest embalatge: la meva vida. I ambdues
coses podien ser destruïdes en qualsevol moment.
Som objectiu número u per l’exèrcit kord; ell per ser l’únic
llibre salvat de la crema de la biblioteca díndia i jo per ser l’últim
parlant de dindi en llibertat. Feia anys que La Guerra durava, i
els kords n’eren molt conscients: només exterminant la llengua
podien eliminar un poble per sempre més. Era una tasca cruel i
àrdua, però efectiva. Ja feia anys que havien desaparegut completament
els frup, els gowd, els himn i els wol, i als pock, als
dret i als dindis no ens queda gaire temps. Sempre el procés és
el mateix, els soldats entren a foc i espasa a la ciutat matant a
tothom que no es rendeixi. Els que claudiquen son empresonats
i emmudits per sempre, i tot document escrit cremat. Els pocs
que sabem escriure tenim reservat un destí pitjor, ja que només
podem escollir la mort o l’esclavitud a la capital de Kordia, fent
feina burocràtica. Perdut en aquestes cabòries no he vist un esvoranc
i sense poder-ho evitar he perdut completament l’equilibri
i he caigut estrepitosament fent un enorme terrabastall. Merda.
M’incorporo i corro desesperadament mentre mitja dotzena de
soldats em comencen a perseguir des de l’arcada del Parlament.
El llibre pesa molt i jo porto vint-i-tres dies malvivint entre les
runes, o sigui que la cursa és breu.
Des de la finestreta del furgó veig com les últimes paraules
escrites en dindi moren entre les flames i no puc menys que
pensar en el futur del meu poble, en l’agonia d’aquells que
emmudits, veuran impotents com tot allò en què sempre havien
cregut, tot allò que entre tots hem construït, mor a poc a poc,
davant els seus ulls, entre les seves mans. Incapaços d’oposars’hi
els seus fills seran educats en kord i creixeran kords, i els
seus pares no podran fer res més que plorar mentre muts resen
clemència a un déu moribund. Díndia morirà, però el pitjor de
tot és que amb ella arrossegarà la nostra ànima. Tots els valors,
tota la cultura, tota la identitat. Mort. Tot. Els pobres desgraciats
als qui encara queden deu, vint, trenta anys de silenciosa agonia
no seran més que carcasses, carcasses silencioses privades de
la seva llengua, la seva identitat, condemnats a morir en l’oblit
d’un poble inexistent, últims estrips d’un fantasma, una quimera
mai més recordada. I ploro, ploro llàgrimes seques, seques pel
foc, pel dolor, pel brutal assassinat produït. I inevitablement em
sento sol. Sol, aquí, en els últims minuts de la meva vida, conscient
d’una mort molt propera i conscient de ser l’últim, l’última
ànima de tan antic poble. Segles i segles d’història posats sobre
les meves espatlles. I la mort al meu costat.
La freda porta a la mort fereix ja la delicada pell del meu
coll i mil paraules punyen per sortir. Cada paraula del nostre
diccionari, desesperada i coneixedora del seu destí força l’ultima
sortida, però els meus llavis, col·lapsats per la força del meu esperit
buscant una porta de fugida, només son capaços d’entredir,
amb l’últim esforç d’un organisme ja moribund, dues úniques
paraules: quina llàstima...

35

36
BIBLIOGRAFÍA
Accèsit de narració
Francesc Perarnau (1r Batxillerat)
Il·lustració de Pol Casas (1r Batxillerat)
Y el grandioso reloj de pared de la biblioteca marcó las doce
y, con un levísimo clec de los engranajes y las articulaciones,
empezaron a sonar las campanas de la catedral lejos de aquí. El
reloj de la pared siempre daba la hora, su amo así lo quería.
En la calle hacía frío, mucho frío, a diferencia de la casa.
Dentro de la chimenea la gruesa madera centelleaba y se quejaba.
Las vigorosas llamas bailaban, extravagantes, la danza del fuego.
En el otro lado del cristal de la chimenea de la habitación se
extendía una moqueta roja, cubriendo el suelo de la vasta estancia,
que le daba un toque de estilo y privacidad a la biblioteca.
A izquierda y derecha se exhibían mares de libros, de todos los
colores y tamaños. Estaban ordenados por autores alfabéticamente.
La simple vista de los armarios trasmitía armonía, a la
vez que un escalofrío te recorría el cuerpo.
Al lado de la puerta de madera maciza y encima de unos
soportes al estilo de las columnas griegas del periodo helenístico,
se mostraban impolutos muchos bustos de filósofos, igualmente
en estricto orden. Encima del Sócrates de mármol graznaba un
cuervo negro como el carbón, con los ojos relucientes. Su canto
era triste. En medio de la sórdida estancia había un espléndido
sillón, igualmente rojo, como la moqueta, con un bello respaldo
y unos brazos afiligranados con cabezas de unicornios, águilas
y leones tallados en la madera.
Yacía en el sillón el cuerpo del que un día fuera un sabio,
cuya inteligencia ridiculizaba a muchos de los más famosos
eruditos del mundo. Todo indicaba que estaba muerto. El cristal
de una copa se esparcía por el suelo en pequeños pedazos. El
vino del cáliz se hallaba derramado sobre el libro que el cuerpo
tenía encima de las rodillas. La sangre, que brotaba de diversos
cortes a igual distancia y que la triste figura tenía en el brazo,
se entremezclaba con el contenido de la copa. El líquido se
oscurecía hasta dejar un charco negro en el suelo.
La fría cara barbuda exhibía una mueca que pretendía ser
una sonrisa. Se podía deducir que antes de fallecer había logrado
alguna cosa extraordinaria, pero su extremidad derecha nos
decía todo lo contrario.
Al pasar medio minuto de las doce, la puerta de la sala se
abrió de par en par, cosa que hizo que se tumbaran todas las
estatuas de los filósofos exceptuando la de Sócrates y su inquilino,
que quedaba fuera del radio de ataque de la puerta. Por la
puerta irrumpió un inusual viento gélido. El libro manchado se
precipitó en el charco con las cubiertas en el suelo y sus páginas
empezaron a pasar con una furia infernal. Súbitamente, el viejo
cuerpo crujió y se levantó. Las decrépitas piernas de anciano
iniciaron una carrera imposible hacia la enorme ventana, para
proyectarse contra el vidrio. El chasquido del cráneo al partirse
hizo erizar los pelos de los gatos que vagaban por los alrededores,
pero, sin embargo, el cristal se rompió. El cuerpo salió
lanzado hacia la inmaculada nieve invernal del suelo, enfrente
de la puerta principal de la casa, seguido por un cuervo negro.
A las doce y un minuto el cuervo dejó de cantar.
Al día siguiente, sólo encontraron centenares de hojas de
papel mojadas y escritas por las dos caras, acompañadas de las
más finas plumas negras de cuervo. Todas juntas relataban una
historia, la biografía de un hombre cuyo sueño era saber: el
dueño de la biblioteca.
MENSAJE EN UNA BOTELLA
Meritxell Martínez (1r Batxillerat)
Il·lustració de Tania Romero (2n Batxillerat)
Y el día en que me lo presentaron mi vida cambió por
completo.
Estábamos reunidos en el bar de siempre con unos colegas.
Éramos jóvenes y teníamos ganas de divertirnos. Echamos una
partida al futbolín y luego nos sentamos a hablar un poco. Hacía
días que no nos veíamos y quería saber si había alguna novedad.
Pero nada, lo de siempre. Fue entonces cuando me lo presentaron.
Y me encantó. Me dijeron que me iba a divertir y así lo hizo.
Los momentos con él eran geniales. A su lado me sentía especial.
Con él me divertía, como él nadie me hacía sonreír y cuando
estábamos juntos los problemas desaparecían por completo.
Una extraña sensación me llenaba cuando compartíamos esos
momentos increíbles. Enseguida, él y yo nos compenetramos y
nuestra relación se estrechó. Cada vez intimábamos más, hasta
llegar al punto en que nos veíamos a diario, incluso varias veces
al día. Siempre que lo necesitaba estaba ahí, a mi lado. Tanto en
los buenos como en los malos momentos. Nunca había conocido
a nadie igual. Y me tenía enamorada. Los días en que era
imposible vernos, lo pasaba realmente mal. Me sentía infeliz,
sola. Había algo que me faltaba y lo necesitaba, lo necesitaba
tanto... Eran momentos dolorosos, angustiosos. Y algunas veces

hasta tuvimos que vernos a escondidas por ese motivo. Sin él
yo no era nada ni nadie...
Mis amigos y mi familia, sin embargo, no se tomaron nuestra
relación de la forma que me hubiera gustado.
Al principio, mis colegas lo aceptaban, al fin y al cabo fueron
ellos quienes me lo presentaron, y se llevaban bien. Pero cuando
empecé a verme más a menudo con él, noté que poco a poco
se iban distanciando de mí. Cuando nos reuníamos todos, mis
colegas terminaban sintiéndose molestos al vernos juntos. No
se hacían a la idea de que mi felicidad dependiese de él y de
que yo era feliz a su lado. Nunca lo aceptaron. Yo creo que por
celos, ya que quizás al pasar más tiempo con él no los veía tan
a menudo. Aún así, me dolió. Me dolió porque eran los colegas
de toda la vida, con quienes había compartido incontables momentos
en aquel bar, momentos inolvidables todos y cada uno
de ellos. Y pensaba que siempre iban a estar ahí, apoyándome,
como lo habían hecho hasta entonces. Pero no fue así... Hasta
me pidieron que dejara la relación con él. Y me sentí ofendida.
No me podían pedir eso. Sabían lo mucho que me importaba
y lo feliz que me sentía a su lado. Y no les hice caso, no se lo
merecían. Sus celos habían llegado demasiado lejos.
Mis padres todavía se lo tomaron peor. No podían vernos
juntos. Al principio, me advirtieron de que no le volviera a ver
más o habría graves consecuencias. Pero no les hice caso. Le
quería demasiado como para poder dejarle. Además, los motivos
que tenían mis padres no me convencían. ¿Por qué tenían
que meterse en mi relación sabiendo que yo era feliz a su lado?
¿Qué coño les importaba? Me enfadé con ellos en incontables
ocasiones. Empezaba a ser muy susceptible con ese tema. Todo
el mundo me estaba empezando a dar la espalda y yo no sabía el
porqué. No conseguía entenderlo. Y la relación con mis padres
cada vez iba empeorando. Llegaron hasta el punto de pegarme...
Varias veces al día. Y yo ya no aguantaba más. Mi vida ahí era
un infierno. Y me fui. Cogí el tren y me largué lo más lejos que
pude. El dinero que tenía no daba para mucho, pero al menos
conseguí alejarme un poco de ese terrible lugar...
Busqué un sitio solitario y me senté en el suelo, junto a él. Él,
que tantos problemas me había llevado..., pero, al fin y al cabo,
siempre había estado ahí. Y ahora, por fin, estaríamos juntos
para siempre. Solos, él y yo. Qué bien me sentía...
Y pude disfrutar de él como nunca lo había hecho. La sensación
que me llenaba era... sublime. Hasta que llegó a su fin.
Os dije que desde el día en que lo conocí mi vida cambió.
Sí... Realmente, hay amores que matan. Su nombre era Don
Alcohol, y ese fue el último día que compartí con él.
Todo había terminado.
Me intentaron advertir, lo intentaron evitar..., pero sucedió.
Yo no les hice caso, y mi corta existencia llegó a su fin.
ALUCINACIÓN
Núria Aloy (2n Batxillerat)
El tiempo que transcurría en Lacastra era lento y pesado.
Parecía que hasta el viento se tomaba el tiempo necesario para
rozar cada una de las piedras que formaban los esqueletos de
las casas. Hogares derruidos, sepultados bajo el olvido. Lacastra
era el pueblo donde María se había criado. Todos los recuerdos
de su corta infancia sucedían en esas estrechas y angostas
calles. Cuando pensaba en esos instantes, el fuerte hedor de la
humedad la invadía por completo. Recordaba el musgo que
37

38
pintaba de verde las grises calles, el cielo siempre de un azul
casi transparente, que bajaba y tocaba el suelo como si de un
velo blanco se tratara.
Corría por esas calles, pisaba los charcos que se formaban
entre las piedras resbaladizas y se escondía. Siempre en el mismo
rincón que pasaba desapercibido por sus amigos, y que nunca
consiguieron encontrar en todas esas tardes de verano, donde
el día se alargaba más que de costumbre. Eran tardes dulces,
de risas, de amigos, de todo aquello que, después, recordaba
en invierno. En esa época, el frío era tan intenso que conseguía
adentrarse bajo la ropa, atravesar la piel y arraigarse en los huesos.
Los inviernos eran tan duros que, incluso, a veces, la nieve
lograba cubrir las casas. Estas condiciones hacían que Lacastra
se quedara solo. Todos mis amigos, Paula, Juan y Martín, volvían
a sus ciudades, donde el tiempo era más apacible. Se pasaba
hambre y se padecía de soledad.
De todo aquello que sufría durante el invierno, lo peor que
recuerdo era el silencio. Papá ya no hablaba con mi madre, se ignoraban
mutuamente, como si fueran sombras. Entonces, yo me
escondía en la buhardilla. Allí todo era distinto. De día, cuando
el sol iluminaba las paredes, dibujaba en ellas los recuerdos del
verano, el calor de agosto, las risas con Martín, los secretos que
contaba a Paula, dibujaba todo aquello que no podía decir con
palabras, pues encontraba que no estaban a la altura de aquello
que significaban. A veces, me pasaba todo el día allí e, incluso,
hasta me dormía sobre una pequeña manta, con la que lograba
refugiarme del frío.
Mi padre, Gus, era un hombre muy respetado en el pueblo.
De joven quiso dedicarse al arte de buscar las palabras precisas,
exactas; la poesía. A medida que fue creciendo, la realidad iba
enterrando su sueño hasta hacerlo desvanecer. Acabó trabajando
en una explotación de carbón, cerca del pueblo. Recuerdo que
siempre volvía con la tez negra y me perseguía para abrazarme
y yo corría huyendo de él. Eran tiempos donde las risas inundaban
la casa.
A mamá le encantaba tocar el piano. Apreciaba aquel instrumento
que había heredado de mi abuela, ya hacía unos veinte
años. Parte del amor que le tenía era a causa de su madre, que
murió de una grave y larga enfermedad a los treinta años. Tocar
esas teclas era como acariciar el rostro de su madre.
Gus amaba mucho a mi madre, Isabel. Se habían conocido
por casualidad en un parque de Luna, el pueblo más cercano. Él,
sentado en un banco, buscaba alguna idea para hacer una nueva
novela, mientras que mi madre permanecía en el banco opuesto
con la mirada perdida. Gus, ante la presencia de esa mujer, no
podía concentrarse y la atisbaba. Ella se fijó en él y éste escondió
la mirada. Tras unos minutos de juegos inocentes, mi padre
decidió acercarse a aquella joven y preguntarle su nombre.
Tres años después de esa mañana soleada de abril, nací yo.
A partir de entonces, todo fue empeorando. Por una parte, la
editorial que publicaba las poesías de mi padre cerró debido a
la poca demanda de obras. Se imprimieron trescientas copias y
tan sólo se vendieron ochenta ejemplares. Trabajar como escritor
proporcionaba un bajo sueldo con el que no podía alimentar a
la familia.
Hacía poco que se había descubierto un yacimiento de carbón
cerca de Lacastra y todos los habitantes de los alrededores
empezaron a ofrecer su servicio al empresario Diego Zarpiena.
Éste era un hombre primario, avaricioso, que se mudó con toda
su familia a Luna en busca de fortuna. La encontró y la consiguió
mediante unos jornaleros explotados que trabajaban de
sol a sol, sin descanso. Papá odiaba el agujero, así era como se
referían sus compañeros a la mina. Allí, las horas no existían,
el frío era intenso y el aire que se respiraba pesaba a carbón.
Algunos de los trabajadores fallecieron meses después del inicio
de la excavación. Las enfermedades aumentaban y la tristeza
prevalecía en los pueblos.
Mi padre no sucumbía, permanecía inmune al cansancio, al
frío, al aire, y todo lo resistía por alcanzar el sábado. Entonces
era cuando agotaba sus últimas fuerzas persiguiéndome por toda
la casa hasta que, inevitablemente, me alcanzaba y me abrazaba.
Yo también deseaba la llegada de los sábados. Durante el
viernes por la noche, mi nerviosismo evitaba que pudiera cerrar
los ojos y dormir. Sabía que mi padre tampoco podía hacerlo y
que se pasaba noches en vela para construirme muñecos con la
madera que rescataba de las hogueras y que, una vez acabados,
me regalaba. Cuando el sol aún no había salido, me levantaba
y le preparaba un gran almuerzo con una taza de chocolate y
unos melindros que yo misma hacía.
Su mirada lo delataba todo. Sabía que él no era feliz, que
odiaba a Diego Zarpiena porque le impedía ver cómo yo crecía,
saber qué me preocupaba, y también por estropear la relación
con mamá. Ella, con el paso del tiempo, empezó a arrinconar el
amor que sentía hacia Gus. Recuerdo oír sus llantos desde mi
habitación, sentir cómo sus lágrimas barrían los recuerdos hacia
el olvido. Los sábados, para mi madre, carecían de esperanza
alguna. Se cruzaban y se miraban, después sonreían brevemente
y seguían con su tarea. Se trataban como despojos del pasado,
con la mirada perdida hacia el recuerdo que se evaporaba a
cada instante.
Llegó el primer invierno en que mamá y yo debíamos sobrevivir
solas. A causa de la nieve, Diego Zarpiena no dejaba salir
a sus jornaleros hasta principios de abril, cuando empezaba el
deshielo. Recuerdo cómo el último sábado que le vi fue uno de
los días más tristes de mi vida. Los ojos de papá se humedecían
a cada instante. Se mordía los labios de rabia y evitaba mostrar
sus sentimientos para dar fuerza a su familia. Mamá no podía
ver a Gus así, le rompía el corazón. Los dos bajaban la mirada
como si no pudieran soportar el peso de esa situación y, con
coraje, se resignaban.
Sí, fue el último sábado que abracé a papá. Sus fuerzas fueron
cediendo, pues ya no había sábados ni esperanzas hasta la
primavera. Veía cómo los días y el trabajo lo marchitaba, cómo
mi imagen se iba desvaneciendo y se perdía en su memoria,
transformándose en un vago recuerdo. El aire contaminado
ganó la lucha a su salud y permaneció unos días en la cama.
Dos semanas después, a media noche, su alma desapareció para
siempre, sin molestar, sin despertar a nadie.
Francisco Millán, su mejor amigo del agujero, se presentó
el día de Nochebuena y nos anunció la muerte de papá. Tras la
noticia, corrí hacia la buhardilla y permanecí encerrada durante
dos semanas. Ya no podía pintar mi imaginación ni mis recuerdos
en las paredes, pues el sol se mantenía escondido tras unas
densas nubes. A mis quince años, papá se llevó mi felicidad y
la que le quedaba a mamá.
Los días ya no importaban, las semanas no importaban, ni
tampoco los meses que transcurrían cada vez más lentos. Nuestra
casa permanecía más fría y más vacía a medida que avanzaba el
invierno. No teníamos dinero para comprar comida y la nieve nos
barría el paso. Para evitar sentir la necesidad de comer, mamá
y yo dormíamos todo el día, juntas, esperando volver a abrir
los ojos. Recuerdo el temblor de su cuerpo a causa del miedo
que tenía a perderme. Era ya lo único que quedaba en su vida y
el hambre me estaba matando. Si no volvía a abrir los ojos, si
dejaba de respirar y seguía durmiendo para siempre, nunca se
lo perdonaría y se culparía durante el resto de sus días.

Durante la última semana de enero, empezábamos a notar
los síntomas de la desnutrición. Mi piel se agarraba a los huesos
y cada vez me costaba más abrir los ojos. Debíamos llevar tres
semanas durmiendo, alimentándonos de harina y pasas. Poco
a poco, empecé a debilitarme y, la enfermedad se apoderó de
mi cuerpo. La fiebre aumentaba, el sudor frío resbalaba por mi
espalda. Mi madre me veló durante toda la noche. Me traía la
poca comida que quedaba sabiendo que se estaba condenando
a morir de hambre. Notaba los trapos húmedos que me ponía
en la frente, pero que no ayudaban a bajar mi fiebre. Estaba a
punto de perder el conocimiento.
La alucinación me trasladó siete años atrás. Entonces, papá
y mamá solían salir a pasear por las orillas del río. Yo jugaba
a tirar las piedras lo más lejos posible y me apresuraba a pedir
un deseo mientras se sostenían en el aire. Papá escribía poemas
bajo ese sol que iluminaba a mamá, su fuente de inspiración. Los
pájaros pintaban el cielo con sus vuelos y el río fluía transparente.
Con él, venían los peces, que le acompañaban hasta el fin de su
vida. Me preguntaba sobre la muerte, sobre la soledad, aunque,
por entonces, no me preocupaba.
El tiempo en Lacastra seguía su monotonía lenta y pesada.
El viento, ahora, rozaba también las ruinas de aquella casa en la
que un día entró el sol, en la que un día, se dibujaron recuerdos y
sueños en sus paredes. Ahora el hedor de la humedad y el musgo
invadía nuestro hogar. Ahora el velo blanco sepultaba aquellas
paredes bajo el monótono olvido.
ESCRIBE
Lara Tudó (1r Batxillerat)
Il·lustració de Maria Perarnau (3r ESO)
—Respira hondo. Tranquilízate. No quiero hacerte daño…
pero tienes que relajarte. Ahora, escúchame. No me conoces,
no sabes quién soy ni sabes dónde estás, pero sabes que dentro
de unas horas saldrás de aquí y volverás junto a tu familia. No
te puedo decir de cuántas horas se trata, pero espero que, una
vez pasadas menos de veinticuatro horas, no nos volvamos a ver
jamás. Puedes gritar, pero nadie te oirá. Estás secuestrado.
Esa voz que golpeaba mi cabeza no cesó hasta al cabo de
una hora. Una hora resistiendo a esa persona, un hombre joven,
una voz suave pero agonizante. No le pude ver el rostro, nos
encontrábamos en un lugar oscuro, una habitación maloliente,
perturbadora... ni siquiera le conocía. Cuando al fin se fue, unas
tibias luces alumbraron el cuarto donde me encontraba. Parecía
una celda. Sólo tenía una cama y un váter.
Me levanté temblando; hacía frío. Me senté en la cama y
observé que aquella celda no tenía ni una triste ventana por
la que pudiese deducir dónde me encontraba, exceptuando la
claraboya. Lo último que recuerdo es estar en mi habitación,
oyendo unos gritos de mi madre, unos fuertes golpes, gritos
que aturdían mis oídos…; luego, un punzante dolor de barriga,
oscuridad, y, finalmente, la voz de ese personaje diciéndome
que estaba secuestrado. Parece ficticio. Intento no tener miedo,
pero no puedo ocultar lo perdido que estoy ahora mismo. No
sé por qué estoy aquí.
Para ahogar ese gélido ambiente que me rodeaba, saqué las
ropas de la cama donde estaba sentado y me envolví con ellas
lo más rápido que pude. Para mi sorpresa, encontré un papel
doblado debajo del delgado colchón. Desplegué ese papel. Una
letra curvada, no muy legible, se divisaba en la parte superior de
la hoja. Justo cuando quería empezar la lectura, un estruendoso
golpe en la puerta hizo que escondiera el papel debajo de mi
camiseta. La puerta se abrió. Una mujer alta, adulta, entró en
la celda. Tampoco sabía yo quién era. Era una mujer pelirroja,
clara de piel y con unos pequeños ojos oscuros que se clavaban
en ti como dos lunas llenas. Bastante escuálida, no tenía
músculo, pero su mirada y sus gestos me sugerían que debía
mostrar respeto.
Cerró la puerta de hierro, cruzó los brazos y se quedó mirándome.
—Tu padre está viniendo hacia aquí. Si todo va como esperamos,
pronto te irás y olvidaremos todo este asunto. ¿Intuyes
por qué estás aquí? Mi hermano dice que no te vamos a hacer
daño. Yo no quiero llevarle la contraria, pero te aconsejo que no
te fíes de su palabra. Sinceramente, a veces hace lo que quiere
y no lo que se tiene que hacer.
Silencio.
—Eres joven. No queremos ensuciar tu mente. Por ahora,
relájate. Duerme, si lo deseas. No puedes hacer nada más.
La mujer pelirroja se marchó con un diabólico rictus en la
cara. Me quedé en blanco durante unos instantes. Cuando mi
cerebro retomó la conciencia, me acordé del papelito escondido
debajo de mi vestimenta. Lo saqué de su escondite y empecé
a leer:
Quien quiera que sea el que esté leyendo esta carta, probablemente
se encuentre en una lúgubre cámara, sin saber cómo
ha llegado hasta aquí y sin saber quiénes son todas esas figuras
que entran y salen de la celda; no escribiré mi nombre pero te
diré que soy una chica y que llevo encerrada en esta cámara
seis años de mi vida. No conozco el tiempo que falta para que
pueda salir de aquí y volver a estar con mi familia; me gustaría
decirte cómo salir de aquí, qué hacer para descubrir el motivo
de esta clausura, pero tampoco yo comprendo este encarcelamiento.
Recuerdo el momento en que me dijeron que no iba a
sufrir ningún daño: nunca imaginé que mi mente se sometería
a tal tortura emocional.
Hoy es uno de los días de la semana en el que me llevan a
una sala más pequeña que esta habitación y me dan de comer
mientras me hacen un cúmulo de preguntas, la mayoría de las
cuales no sé responder. Ellos también me hablan; me hablan de
mi vida, de mi familia. Los seis años en este lugar han hecho que
mi memoria disminuya y que no recuerde absolutamente nada
sobre el tiempo que viví seis años atrás. Parece surrealista, pero
te puedo asegurar que no lo es. Me siento indefensa, me siento
pequeña, no poseo la fuerza necesaria para seguir adelante, no
sé lo que me pasará el día de mañana. Sólo te advierto.
Tengo frío, no quiero comer. No recuerdo ningún momento de
calor, ni ningún instante de bienestar. Me gustaría saber quién
leerá esta carta, pero dudo que siga viva cuando me saquen de
aquí. Han pasado ya seis años desde que conocí este lugar tan
enloquecedor y aún sigo preguntándome por qué estoy aquí.
Si dentro de veinticuatro horas no regresaras con tu familia,
te pediría que escribieses tus memorias detrás de esta hoja;
puede que llegue el día en que notes que tus recuerdos se van
desvaneciendo. No quiero darte malas esperanzas. Créeme. Ve
hacia el váter, destapa el depósito y encontrarás un pequeño
lápiz. Escribe. No tengas miedo. Ante todo, mantén los ojos
39

40
abiertos.
Terminé de leer la carta y me quedé paralizado. ¿Cuántos
años debía de tener esa chica? Sin duda, no pude contener los
nervios y empecé a tener miedo. De todos modos, tal y como
decía la carta, me dirigí hacia el retrete y destapé el depósito.
Bajo la mugre y la inmundicia de aquella cuba, se alcanzaba
un pequeño lápiz de madera. Lo cogí y lo limpié con una pieza
de una de las sábanas que recubrían mi cuerpo. Me senté en el
suelo, giré la carta y escribí una fecha: 17 de febrero de 1998.
Llevé la mirada hacia el techo; tuve una sensación de inmovilidad.
El silencio sepulcral de aquel cuarto hacía que todo
el mundo se paralizase en aquel instante; ni un alma en vida,
ni una voz, ni una palabra. En mi interior sólo podía sentir un
tenue destello que me iba mostrando la soledad que me rodeaba,
ese aislamiento que en aquellos precisos instantes parecía que
envolviese a toda la humanidad. Estaba confuso; realmente
me sentía indefenso, pequeño, como la muchacha. Seis años
encerrada sin comunicación con el exterior alguna. ¿Debería
intentar escapar? “Escribe”.
17 de febrero de 1998
Me llamo Abdel, tengo dieciséis años, provengo de una familia
muy numerosa. Hace cinco años que vivo en este país; yo
nací en Argelia. Tengo dos hermanas pequeñas. Juntos vivimos
en un piso de pequeñas dimensiones, aunque es un sitio muy
agradable. Mi padre trabaja en una fábrica de hierro; en Argelia
podía disfrutar de un trabajo mejor y vivíamos en una casa bastante
confortable. El sueldo, sin embargo, no nos dejaba vivir
tranquilamente y mis padres decidieron venir aquí y empezar
de nuevo. Aunque el piso esté en un mal barrio, mis padres
están más contentos con la mejora de nuestro ritmo de vida.
Yo me considero un buen estudiante, no he tenido demasiados
problemas con mis compañeros, si bien me costó adaptarme
a este nuevo mundo. Para mí es un mundo nuevo; la gente, el
carácter, el ambiente, todo cambia.
Ahora mismo me encuentro encerrado en una especie de
celda abandonada. No llevo aquí más de dos horas, pero debo
reconocer que estoy absolutamente aterrorizado. Lo que realmente
me provoca miedo es no saber nunca el porqué de esta
reclusión. Puedo escribir o intentar escapar. No sé cómo huir, no
encuentro solución alguna que me pueda sacar de aquí. Puedo
escribir, quizás entre mis palabras descubra la escapatoria.
DOLORÓS DELICTE
Arnau Castan (1r Batxillerat)
L’Eva Bruguera enfilava, amb el seu BMW i a altes hores de
la nit, la pujada que la conduiria cap al seu xalet de Matadepera,
a la urbanització de Can Prat, construïda sobre el turó, conduint
tan bruscament com podia per aquells carrers inclinats i foscos,
que se li presentaven com una dificultat afegida al llarg dia al
qual havia hagut de fer front, ple de complicacions i de tensió.
Un cop va arribar a casa seva, es va treure les sabates, va
obrir la nevera i va agafar una ampolla de suc per beure’n un
got. A continuació es va desplomar, sense esma, sobre el còmode
sofà, i va engegar el televisor. Un cop va haver passat per tots
els canals i haver-se convençut que no valia la pena veure res,
va apagar l’aparell i va deixar, amb delicadesa, el comandament
sobre la taula. L’Eva va sortir al jardí i va contemplar, absorta,
la ciutat de Terrassa, com s’estenia als seus peus amb un aspecte
de placidesa inquietant per a ella. En aquell moment el telèfon
li va sonar: li van donar una notícia que li permetia oblidar-se
d’un dels molts problemes que li rondaven pel cap.
Finalment, va anar-se’n al llit a dormir, i malgrat no tenir la
consciència del tot tranquil·la, va agafar ràpidament son, sobretot
gràcies a la fatiga que la dominava.
El matí següent, la Berta Fontanals enllestia els darrers detalls;
posava allò que li faltava a la bossa d’esport i se n’anava al
rebedor de casa per calçar-se tot esperant el seu pare, que l’havia
d’acompanyar al club esportiu. La Berta era una apassionada de
l’hípica, i cada dissabte anava a muntar el seu estimat cavall, el
Bru, cosa que li servia per evadir-se de les preocupacions i de la
feina que havia de realitzar durant la setmana a l’institut. Així,
i tenint en compte el dia fred però assolellat que feia, va pujar
al cotxe amb aquella il·lusió que se li renovava cada setmana,
tot veient els camps que hi havia camí del club.
Immediatament després d’haver aparcat el cotxe al club, el
pare i la Berta van obrir les portes i van agafar les seves respectives
bosses d’esport, i es van dirigir cap als estables, on reposaven
els cavalls. Després d’haver demanat la clau de l’estable del Bru
al senyor Humet, el conserge, la Berta va anar amb il·lusió a
obrir-lo, però el que va veure a dins li va trencar l’ànima.
L’animal estava degollat, estirat sobre el terra i amb el cap
penjat d’una corda. La impressió que li va causar va fer que la
noia s’estremís i arrenqués a plorar, inspirant grans alenades
d’aire i panteixant dolorosament, alhora que es preguntava per
què havia passat tot allò. En Guillem, son pare, observava la
seva filla plorar amb una tristesa interna prou forta. Ràpidament
va avisar el senyor Humet, que va anar a trucar a la policia, i
va anar a fer costat a la seva filla, que jeia desconsolada al terra
de l’estable.
Quinze minuts més tard va arribar al club un cotxe dels
Mossos d’Esquadra, amb el comissari Domènech al capdavant,
que ràpidament es van dirigir cap a l’estable on havien succeït
els fets. Els seus dos ajudants van acordonar el perímetre de
l’estable per evitar el pas aliè i van posar-se a examinar el lloc
dels fets amb deteniment.
Mentrestant, la Berta era asseguda fora dels estables, amb
el seu pare al costat, que l’anava aconsolant i tranquil·litzant.
La Berta no entenia què podia haver mogut algú a cometre una
acció tan cruel i salvatge com aquella; ella no tenia cap problema
amb ningú, i el fet de trobar el seu tan apreciat animal mort la
desconcertava i l’angoixava completament.
En Guillem va decidir tornar a casa amb la seva filla: allà hi
estarien més tranquils que al club, i la Berta ho va acceptar un
cop la policia havia dit que no els permetrien, fins al cap d’uns

dies, conèixer l’avanç de la investigació. De totes maneres,
a la Berta no li importava tant saber qui havia comès aquell
detestable crim com el fet que no tornaria a poder muntar el
Bru, que l’havia acompanyat des que tenia sis anys, quan havia
començat l’equitació.
Un cop van arribar a casa van explicar la desgraciada notícia
a la seva mare, l’Olga, que va intentar aconsolar encara més
la Berta, mentre ella també es preguntava el perquè d’aquell
succés.
Aquella mateixa tarda, a la comissaria dels Mossos, el
comissari Domènech va parlar amb els dos agents que havien
examinat el lloc dels fets. A priori, la situació era molt confusa,
i la policia havia trobat quelcom interessant que semblava no
haver vist el senyor Fontanals, i que podria ser determinant per
a la resolució del cas.
Al vespre, la policia va tornar a fer una visita al club esportiu.
Aquesta vegada, però, van decidir parlar i interrogar el
conserge, el senyor Humet, per treure l’entrellat del cas. Així
doncs, l’home els va respondre que mai s’havia trobat amb una
situació similar durant els trenta anys que feia que treballava allà.
A més a més coneixia tota la gent que passava pel club; la gran
majoria terrassencs, moltes famílies dels quals coneixia des de
feia anys, i potser fins i tot algunes generacions. A continuació
en Domènech li va preguntar sobre les claus dels estables, ja
que aquell crim només podia haver estat comès per algú que
posseís la clau de l’estable número set, el del cavall Bru. Sobre
aquesta pregunta, l’Humet va contestar que efectivament ell
tenia el control de totes les claus dels estables, però que totes
les persones que tenien algun cavall en propietat guardaven una
còpia de la clau dels respectius estables.
En Domènech, per últim, va preguntar-li si havia vist algú
sospitós per allà darrerament, però el conserge va respondre
que a priori, totes les visites que havia rebut el club últimament
havien estat de gent força normal, al seu parer, i no s’havia trobat
amb cap cas estrany.
Abans de marxar, el comissari va demanar la llista de socis
del club al conserge, i especialment, la llista de propietaris de
cavalls, cosa que li va facilitar sense cap mena d’oposició.
La policia va marxar de l’hípica amb unes suposicions prou
fortes obtingudes arrel de la inspecció que havien dut a terme
a l’estable. Faltaven, encara, molts detalls per descobrir, entre
ells l’autor de la mort del Bru i el motiu d’aquesta mort, i per
això van tornar cap a la comissaria i van arxivar els documents
dels quals disposaven en aquell moment.
Dilluns següent, a l’empresa on treballava en Guillem
Fontanals, Segurlife, s’hi respirava un ambient de nervis i estrès,
com no s’havia vist des de feia molt de temps. Per si això
fos poc, a tres quarts de deu del matí van trucar a la porta de
l’oficina demanant per ell. Era el comissari, que venia a fer-li un
interrogatori a en Fontanals per avançar en la investigació.
Primer de tot, en Guillem es va dirigir al comissari, preguntant-li
si els Mossos ja havien desxifrat el cas. En obtenir una
resposta negativa, es va quedar sobtat i força nerviós, i va esperar
que procedissin amb l’interrogatori. Després d’anar cap al despatx
de reunions i assegurar-se que estaven sols, el comissari li
va preguntar què en pensava del cas, i si creia que podria haver
tingut algun motiu. En Guillem va respondre que de cap manera
s’ho hagués pogut imaginar, i en ser preguntat sobre si havia
tingut algun conflicte amb algú a l’empresa darrerament, va respondre
enèrgicament que no. La policia va decidir no continuar
amb l’interrogatori i el van donar per acabat, acomiadant-se d’en
Guillem i fent-li saber que rebria notícies seves.
La cosa estava clara, en Guillem Fontanals estava mentint,
i la investigació s’havia de dirigir a una persona sospitosa que
havien trobat a la llista del club esportiu. Casualment, un tal
Jordi Vilaró, que tenia tres cavalls en aquell club, pertanyia a
Segurlife, la mateixa empresa que en Guillem Fontanals, així
que van decidir infiltrar un agent, vestit de paisà, a l’oficina, per
tal de parlar amb ell i inspeccionar més a fons l’empresa, que
despertava les sospites d’en Domènech.
D’aquesta manera, els agents van tenir accés al llibre de
comptabilitat de l’empresa, que portava precisament en Vilaró,
i hi van observar alguns fets estranys, sobretot en els ingressos,
que eren molt elevats per conceptes poc importants.
Havent vist el llibre i parlat amb en Vilaró, el comissari va
retirar-se a la comissaria a reflexionar i a reunir totes les proves
i sospites de les quals disposaven. El missatge aparegut el dia
del crim, ignorat per en Fontanals, contenia una directa i clara
amenaça a en Guillem, dient que si no complia la seva promesa,
la seva família corria un seriós perill. Si això se sumava a la
facilitat amb què en Vilaró podia haver entrat a l’estable d’en
Bru, el convertia en el principal sospitós, tot i que faltava un
motiu per a aquelles greus amenaces. El comissari va suposar,
després d’examinar els llibres de comptabilitat de l’empresa, que
aquells estranys i desproporcionats ingressos deurien haver estat
produïts per algun negoci paral·lel i il·legal que tenia l’empresa.
Per donar un cop d’efecte a la investigació, en Domènech va
pensar d’anar a casa dels Fontanals per sorpresa i explicar la
veritat que sabia tant a en Guillem com a l’Olga i a la Berta.
Un cop van sentir les explicacions del comissari, mare i filla
van pressionar en Guillem perquè expliqués la veritat i confessés.
En Guillem portava massa dies dissimulant, o sigui que no li fou
massa difícil confessar, tot demanant disculpes a la seva família,
que en Vilaró l’havia ficat en un negoci de venda d’estupefaents,
sense que ell en pogués sortir, sota amenaces, primer de fer-lo
fora, i després de fer mal a la seva família.
Els dos agents que acompanyaven al comissari van procedir
amb les seves ordres i van emmanillar en Fontanals, per haver
participat en aquell negoci, davant la cara de la seva filla Berta,
que creia que tot allò havia de ser un malson.
Per trobar la persona que havia dirigit aquell il·legal negoci,
la policia va fer una investigació simultània a les cases dels tres
directius més poderosos de l’empresa just després d’enviar-los
un missatge al telèfon mòbil utilitzant el telèfon d’en Vilaró
Així, un dels cotxes dels Mossos es va dirigir a la casa de
l’Eva Bruguera, la gerent, i van veure que un cop havia llegit
el missatge, que contenia una rendició per part d’en Vilaró, es
va posar les mans al cap i histèricament va reaccionar corrent
cap al bufet, on guardava una pistola per a casos d’emergència.
La policia, en veure això, va decidir intervenir amb compte i
ordenadament.
La noia, degut a causa de l’estat d’alerta en què es trobava,
no es va ni adonar que tenia un cotxe de policia gairebé a la porta
de casa, i va ser sorpresa per l’agent López, que juntament amb
dos agents més, la va capturar i la va emmanillar.
En Domènech va felicitar als seus homes per la feina feta
i immediatament va fer detenir en Vilaró, que no s’havia assabentat
absolutament de res.
La Berta Fontanals, la filla d’en Guillem, havia vist que
havien forçat el seu pare a fer una cosa que no estava bé, però
estava molt decebuda amb ell per no haver-los dit res, ni a ella
ni a la mare, i va trigar mesos a recuperar-se del xoc, tot i que
no va oblidar mai més el seu estimat cavall.
41

42
REPETICIONES
Premi de poesia
Sonia Florenza (1r Batxillerat)
Il·lustració de Lara Tudó (1r Batxillerat)
1r premi d’il·lustració
Nacía el día.
El sol se desadormecía junto a
pequeñas lágrimas acarameladas.
Solemnizaba los días agrios por fin evaporados,
repletos de lujuria en dunas.
Un golpe de silencio irrumpió el suspiro.
Remotamente, se oía su llanto.
Mas no abandonó su sollozo,
hasta mi persona alcanzar.
Preciso e inquieto rebuscaba en mí.
Intentando adquirir el ayer perdido,
sujetaba mis penas con el olvido.
Mientras observaba cómo la noche,
recorrería paulatinamente mi cuerpo.
Amargo cerezo que hipnotizaste la primavera
desvelando secretos jamás descubiertos,
como dichos marineros del pasado
que jamás volvieron.
Juraste paz a la lluvia,
juraste dolor a las estrellas,
y sin temor dióselas de ofrenda
de mi alma en pena.

43

44
LA MORENETA I EL MORENET
Mercè Font (1r Batxillerat)
No fa massa, un home il·lustre
descregut de naixement,
invocava la patrona, “fes que plogui,
jo no en sé”.
Escoltat va ser el pobre home,
beneït pel temporal;
ara jeu a sa poltrona,
ja que el cel li fa costat.
Animats pel seu exemple,
ara el món tot ple de fe,
espera faci meravelles
un messies morenet.
Fa dos dies tots vivíem
com l’home descregut,
adorant l’economia
com a un Déu absolut.
Ara ens cal una esperança
com al pobre conseller.
ell pregà a la Moreneta
els banquers al morenet.
Com que el cel és massa amunt
hi hem trobat molt més a prop
un mortal a qui atorguen
qualitats omnipotents.
Aquest any als reis d’Orient
no els cal anar a Betlem,
millor l’or , encens i mirra,
portin a Washington diligents.

http://www.tecnos.cat/ Correu electrònic: secretaria@tecnos.cat
C. Topete, 34 08221 TERRASSA
Telèfon: 93 785 83 55 Fax: 93 786 35 02