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Vaixell de paper XX PDF - Escola TECNOS

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EL LEGADO DE LOS BARQUEROS DEL RÍO<br />

1r premi <strong>de</strong> narració<br />

Oriol Pla (4t ESO)<br />

Il·lustració <strong>de</strong> Caterina Cardona (3r ESO)<br />

Todos sabéis que una persona, al morir, no va directamente<br />

al cielo; primero pasa por el río don<strong>de</strong>, con las dos monedas que<br />

se <strong>de</strong>jan (o tendrían que <strong>de</strong>jar) en sus ojos, paga al barquero para<br />

que lo lleve a la otra orilla. Al llegar a esa orilla, te olvidas <strong>de</strong><br />

todo tu pasado y empiezas una vida nueva, en el cielo.<br />

Todos lo hemos visto en las películas antiguas pero casi<br />

siempre hemos pensado, o nos han hecho pensar, que esto es<br />

sólo cosa <strong>de</strong> cuentos y películas, y que no <strong>de</strong>be hacerse en la<br />

vida real. Pero la verdad es que sí.<br />

Partiendo <strong>de</strong> esto, os contaré mi historia,<br />

<strong>de</strong> la que espero saquéis una moraleja.<br />

Antiguamente, como se ve en las películas,<br />

a todos los muertos les ponían dos<br />

monedas en los ojos, y al llegar al río las<br />

daban al barquero, quien se guardaba una<br />

en un bolsillo y la otra en el otro. Había<br />

veces que tenía los bolsillos muy vacíos<br />

y, otras veces, las monedas sobresalían <strong>de</strong>l<br />

bolsillo, a punto <strong>de</strong> caer; pero siempre las<br />

colocaba igual, una moneda en un lado y<br />

la otra en el otro.<br />

Al morir no ibas allí, sino que <strong>de</strong>spertabas<br />

allí, como si todo lo anterior hubiera<br />

sido un sueño, y con las dos monedas, sí,<br />

claro, te las habían <strong>de</strong>jado en los ojos al<br />

hacer la ceremonia <strong>de</strong> tu muerte.<br />

Al <strong>de</strong>spertar lo ves todo oscuro, ya que<br />

allí siempre es <strong>de</strong> noche. No <strong>de</strong> noche como<br />

se entien<strong>de</strong> en la Tierra, sino una noche<br />

especial, no tan oscura, pero tampoco luminosa.<br />

Sin nubes, ni estrellas, ni nada que se<br />

le parezca, sólo el cielo, <strong>de</strong> un color marrón ennegrecido.<br />

Despiertas en un prado, don<strong>de</strong> ves a otra gente, unos acabados<br />

<strong>de</strong> levantar, otros aún dormidos, y otros andando, todos<br />

en la misma dirección.<br />

Sin saber qué hacer, te levantas y los sigues. A veces se ve a<br />

alguien que, en un acto <strong>de</strong> rebeldía, se gira y empieza a correr<br />

en dirección opuesta, como intentando volver a la vida, pero<br />

nadie sabe qué les pasa, y nadie quiere averiguarlo.<br />

Al rato <strong>de</strong> andar, te das cuenta <strong>de</strong> que ahí todo es siempre<br />

igual, siempre es <strong>de</strong> noche, una noche extraña, pero <strong>de</strong> noche,<br />

y que siempre está ese viento, suave pero incesante, agitando<br />

suavemente la hierba, y pasando, como si <strong>de</strong> una tela <strong>de</strong> seda<br />

se tratase, por tu cuerpo.<br />

A propósito, no lo había mencionado, toda la gente está<br />

<strong>de</strong>snuda, pero casi ni te das cuenta, ya que en lo único que<br />

piensas es en pagar al barquero y en pasar a la otra esperada y<br />

<strong>de</strong>seada orilla.<br />

Siguiendo a la gente, llegabas a la orilla <strong>de</strong>l río don<strong>de</strong> se<br />

había formado una cola en la que te colocabas justo al llegar.<br />

Nadie hablaba, reía, lloraba, ni hacía nada especial, sólo ibas<br />

avanzando en la cola, como un alma en pena.<br />

Cuando estabas en la cola, veías la primera y única luz, la<br />

lámpara <strong>de</strong> aceite que llevaba el barquero, <strong>de</strong> la que la llama nunca<br />

<strong>de</strong>saparecía, colgada <strong>de</strong> un palo en el centro <strong>de</strong> la barca.<br />

Había gente, en su vida pobres o que no creían en la historia<br />

<strong>de</strong> las monedas, que no tenía las dos monedas, y al llegar ante<br />

el barquero lo miraban, el barquero <strong>de</strong>cía que no con la cabeza,<br />

y ellos se iban otra vez al prado, se sentaban, y seguramente<br />

pensaban en nada.<br />

Pero, un día, fueron cinco personas las que no pudieron pagar,<br />

y al día siguiente seis, siete, y cada vez fueron más, ya que<br />

la sociedad se estaba mo<strong>de</strong>rnizando, la iglesia <strong>de</strong>jaba <strong>de</strong> tener<br />

tanta credibilidad gracias a la ciencia, y la gente <strong>de</strong>jaba <strong>de</strong> creer<br />

en ella y, consecuentemente, en estos mitos.<br />

Hubo un día en que la gente que se quedó sin pasar, por falta<br />

<strong>de</strong> las dos monedas, fue más que la que pasó. Esto se convertía<br />

en una situación insostenible, ya que había mucha gente ya en el<br />

prado, sentados, pensando en nada y mirando a ningún sitio.<br />

Os preguntaréis quién soy yo y por qué sé todo esto. Yo fui<br />

el segundo en llegar al río sin dinero, y el primero que me fui a<br />

sentar al prado.<br />

Pero mil años sin hacer nada, y sin<br />

sentir necesidad <strong>de</strong> nada, dan mucho para<br />

pensar, y tengo un recuerdo vago <strong>de</strong> lo que<br />

me pasó en vida.<br />

Recuerdo que era muy rico, ya que<br />

al nacer quedé huérfano y heredé toda<br />

la fortuna <strong>de</strong> mis padres. Al estar toda la<br />

vida solo, y sin nadie que me quisiera, me<br />

transformé en una persona muy avara y<br />

codiciosa, una persona mala. Sólo miraba<br />

por mí y por mi dinero, y los medios por<br />

los cuales lo consiguiera o a quien perjudicase<br />

me daban igual, sólo me importaba<br />

yo. Un día me metí en el negocio <strong>de</strong> los<br />

esclavos, pero cometí el error <strong>de</strong> estar en<br />

primera línea, mandando, y vino el padre<br />

<strong>de</strong> una esclava pobre a la cual estaba<br />

vendiendo y me apuñaló brutalmente. Lo<br />

último que recuerdo es la cara <strong>de</strong> satisfacción<br />

<strong>de</strong>l hombre.<br />

Como en la ciudad nadie me tenía simpatía,<br />

ni los plebeyos ni los altos cargos,<br />

ya que siempre jugaba sucio con todo el mundo, se <strong>de</strong>terminó<br />

el crimen como acto en <strong>de</strong>fensa propia y se olvidó en pocas<br />

semanas.<br />

Y ahora estoy aquí, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> mil años, con otra oportunidad<br />

para pagar por mis malas acciones en la vida terrenal.<br />

Yo soy el sustituto <strong>de</strong>l barquero, que fue el que llegó primero<br />

al río, el que se encentró una barca en la orilla y se ofreció a pasar<br />

a todos las personas que le pagaran las dos monedas.<br />

Curiosamente, el barquero era el único que iba vestido<br />

con una camisa y unos pantalones marrones, a conjunto con<br />

el ambiente.<br />

Como yo fui la primera persona que llegó sin las dos monedas,<br />

y me vio tan y tan arrepentido <strong>de</strong> mis acciones anteriores,<br />

me dijo que <strong>de</strong> allí a mil años yo sería el nuevo barquero. Llegó<br />

el momento, y ese día me puse a la cola. Tuve que esperar varias<br />

horas, ya que era ya muy larga, y al llegar al barquero pasó algo<br />

muy extraño.<br />

Sin hablarnos, sólo con las miradas, él se levantó y se <strong>de</strong>spojó<br />

<strong>de</strong> toda su ropa, la cual <strong>de</strong>jó en el suelo. Pero antes cogió<br />

una bolsa <strong>de</strong> monedas <strong>de</strong>l bolsillo <strong>de</strong>recho y se la guardó bien<br />

cerrada en la mano. Cuando acabó <strong>de</strong> <strong>de</strong>svestirse, pareció que<br />

se olvidara <strong>de</strong> todo, <strong>de</strong> que había sido el barquero <strong>de</strong>l río hacia<br />

el cielo, <strong>de</strong> que llevaba mucho tiempo allí.<br />

De repente notó la bolsa en su mano, la miró y pareció que<br />

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