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Vaixell de paper XX PDF - Escola TECNOS

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36 <br />

BIBLIOGRAFÍA<br />

Accèsit <strong>de</strong> narració<br />

Francesc Perarnau (1r Batxillerat)<br />

Il·lustració <strong>de</strong> Pol Casas (1r Batxillerat)<br />

Y el grandioso reloj <strong>de</strong> pared <strong>de</strong> la biblioteca marcó las doce<br />

y, con un levísimo clec <strong>de</strong> los engranajes y las articulaciones,<br />

empezaron a sonar las campanas <strong>de</strong> la catedral lejos <strong>de</strong> aquí. El<br />

reloj <strong>de</strong> la pared siempre daba la hora, su amo así lo quería.<br />

En la calle hacía frío, mucho frío, a diferencia <strong>de</strong> la casa.<br />

Dentro <strong>de</strong> la chimenea la gruesa ma<strong>de</strong>ra centelleaba y se quejaba.<br />

Las vigorosas llamas bailaban, extravagantes, la danza <strong>de</strong>l fuego.<br />

En el otro lado <strong>de</strong>l cristal <strong>de</strong> la chimenea <strong>de</strong> la habitación se<br />

extendía una moqueta roja, cubriendo el suelo <strong>de</strong> la vasta estancia,<br />

que le daba un toque <strong>de</strong> estilo y privacidad a la biblioteca.<br />

A izquierda y <strong>de</strong>recha se exhibían mares <strong>de</strong> libros, <strong>de</strong> todos los<br />

colores y tamaños. Estaban or<strong>de</strong>nados por autores alfabéticamente.<br />

La simple vista <strong>de</strong> los armarios trasmitía armonía, a la<br />

vez que un escalofrío te recorría el cuerpo.<br />

Al lado <strong>de</strong> la puerta <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra maciza y encima <strong>de</strong> unos<br />

soportes al estilo <strong>de</strong> las columnas griegas <strong>de</strong>l periodo helenístico,<br />

se mostraban impolutos muchos bustos <strong>de</strong> filósofos, igualmente<br />

en estricto or<strong>de</strong>n. Encima <strong>de</strong>l Sócrates <strong>de</strong> mármol graznaba un<br />

cuervo negro como el carbón, con los ojos relucientes. Su canto<br />

era triste. En medio <strong>de</strong> la sórdida estancia había un espléndido<br />

sillón, igualmente rojo, como la moqueta, con un bello respaldo<br />

y unos brazos afiligranados con cabezas <strong>de</strong> unicornios, águilas<br />

y leones tallados en la ma<strong>de</strong>ra.<br />

Yacía en el sillón el cuerpo <strong>de</strong>l que un día fuera un sabio,<br />

cuya inteligencia ridiculizaba a muchos <strong>de</strong> los más famosos<br />

eruditos <strong>de</strong>l mundo. Todo indicaba que estaba muerto. El cristal<br />

<strong>de</strong> una copa se esparcía por el suelo en pequeños pedazos. El<br />

vino <strong>de</strong>l cáliz se hallaba <strong>de</strong>rramado sobre el libro que el cuerpo<br />

tenía encima <strong>de</strong> las rodillas. La sangre, que brotaba <strong>de</strong> diversos<br />

cortes a igual distancia y que la triste figura tenía en el brazo,<br />

se entremezclaba con el contenido <strong>de</strong> la copa. El líquido se<br />

oscurecía hasta <strong>de</strong>jar un charco negro en el suelo.<br />

La fría cara barbuda exhibía una mueca que pretendía ser<br />

una sonrisa. Se podía <strong>de</strong>ducir que antes <strong>de</strong> fallecer había logrado<br />

alguna cosa extraordinaria, pero su extremidad <strong>de</strong>recha nos<br />

<strong>de</strong>cía todo lo contrario.<br />

Al pasar medio minuto <strong>de</strong> las doce, la puerta <strong>de</strong> la sala se<br />

abrió <strong>de</strong> par en par, cosa que hizo que se tumbaran todas las<br />

estatuas <strong>de</strong> los filósofos exceptuando la <strong>de</strong> Sócrates y su inquilino,<br />

que quedaba fuera <strong>de</strong>l radio <strong>de</strong> ataque <strong>de</strong> la puerta. Por la<br />

puerta irrumpió un inusual viento gélido. El libro manchado se<br />

precipitó en el charco con las cubiertas en el suelo y sus páginas<br />

empezaron a pasar con una furia infernal. Súbitamente, el viejo<br />

cuerpo crujió y se levantó. Las <strong>de</strong>crépitas piernas <strong>de</strong> anciano<br />

iniciaron una carrera imposible hacia la enorme ventana, para<br />

proyectarse contra el vidrio. El chasquido <strong>de</strong>l cráneo al partirse<br />

hizo erizar los pelos <strong>de</strong> los gatos que vagaban por los alre<strong>de</strong>dores,<br />

pero, sin embargo, el cristal se rompió. El cuerpo salió<br />

lanzado hacia la inmaculada nieve invernal <strong>de</strong>l suelo, enfrente<br />

<strong>de</strong> la puerta principal <strong>de</strong> la casa, seguido por un cuervo negro.<br />

A las doce y un minuto el cuervo <strong>de</strong>jó <strong>de</strong> cantar.<br />

Al día siguiente, sólo encontraron centenares <strong>de</strong> hojas <strong>de</strong><br />

papel mojadas y escritas por las dos caras, acompañadas <strong>de</strong> las<br />

más finas plumas negras <strong>de</strong> cuervo. Todas juntas relataban una<br />

historia, la biografía <strong>de</strong> un hombre cuyo sueño era saber: el<br />

dueño <strong>de</strong> la biblioteca.<br />

MENSAJE EN UNA BOTELLA<br />

Meritxell Martínez (1r Batxillerat)<br />

Il·lustració <strong>de</strong> Tania Romero (2n Batxillerat)<br />

Y el día en que me lo presentaron mi vida cambió por<br />

completo.<br />

Estábamos reunidos en el bar <strong>de</strong> siempre con unos colegas.<br />

Éramos jóvenes y teníamos ganas <strong>de</strong> divertirnos. Echamos una<br />

partida al futbolín y luego nos sentamos a hablar un poco. Hacía<br />

días que no nos veíamos y quería saber si había alguna novedad.<br />

Pero nada, lo <strong>de</strong> siempre. Fue entonces cuando me lo presentaron.<br />

Y me encantó. Me dijeron que me iba a divertir y así lo hizo.<br />

Los momentos con él eran geniales. A su lado me sentía especial.<br />

Con él me divertía, como él nadie me hacía sonreír y cuando<br />

estábamos juntos los problemas <strong>de</strong>saparecían por completo.<br />

Una extraña sensación me llenaba cuando compartíamos esos<br />

momentos increíbles. Enseguida, él y yo nos compenetramos y<br />

nuestra relación se estrechó. Cada vez intimábamos más, hasta<br />

llegar al punto en que nos veíamos a diario, incluso varias veces<br />

al día. Siempre que lo necesitaba estaba ahí, a mi lado. Tanto en<br />

los buenos como en los malos momentos. Nunca había conocido<br />

a nadie igual. Y me tenía enamorada. Los días en que era<br />

imposible vernos, lo pasaba realmente mal. Me sentía infeliz,<br />

sola. Había algo que me faltaba y lo necesitaba, lo necesitaba<br />

tanto... Eran momentos dolorosos, angustiosos. Y algunas veces

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