LOS TIGRES DE MALASIA - Liberbooks
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Emilio Salgari<br />
fuerte, con enormes bigotes grises esmeradamente cuidados<br />
y rizados, piel algo bronceada y abundante cabello<br />
que le sobresalía bajo el sombrero de paja de Manila,<br />
semejante a los mejicanos, y ornado con una cinta de azul<br />
terciopelo.<br />
Se hallaba ataviado con un elegante traje de franela<br />
blanca con botonadura de oro y tenía la cintura ceñida<br />
por una faja de terciopelo de color rojo, en la cual se distinguían<br />
un par de pistolas de largo cañón, de culatas con<br />
incrustaciones de plata y nácar. Estas armas habían sido,<br />
sin la menor duda, fabricadas en la India. Calzaba sus<br />
pies con botas de agua de amarillo cuero, algo dobladas<br />
por la puntera.<br />
—¡Piloto! —exclamó.<br />
Un malayo de piel color hollín con tonalidades verdosas<br />
y los ojos ligeramente oblicuos y amarillentos, lo que<br />
producía un extraño efecto, al escuchar la llamada dejó el<br />
timón y se dirigió hacia Yáñez, con un caminar receloso<br />
que denotaba una conciencia no muy tranquila.<br />
—Podada —arguyó el europeo con seca entonación,<br />
apoyando la mano derecha en la culata de una de sus<br />
pistolas—, ¿cómo marcha ese asunto? Creo recordar que<br />
usted aseguró que conocía todas estas regiones costeras de<br />
Borneo, y por esta causa le admití a bordo.<br />
—Pero, señor... —tartamudeó el malayo, con aspecto<br />
medroso.<br />
—¿Qué pretende usted decir? —inquirió Yáñez, que por<br />
primera vez en su vida parecía haber perdido su acostumbrada<br />
serenidad.<br />
—Antaño no estaba este banco aquí.<br />
—¡Pícaro! ¿Tal vez ha salido de las profundidades del<br />
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