Libro del cementerio, El - Roca Junior
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44<br />
neil gaiman<br />
y echó a andar colina abajo sin despedirse siquiera, convencida<br />
de que Nad le ocultaba algo, pero sospechando al<br />
mismo tiempo que no estaba siendo justa con él, cosa que<br />
le fastidiaba todavía más.<br />
Aquella noche, mientras cenaban, les preguntó a sus<br />
padres si había habido gente viviendo en Inglaterra antes<br />
de que llegaran los romanos.<br />
—¿Dónde has oído tú hablar de los romanos? —quiso<br />
saber su padre.<br />
—Todo el mundo sabe lo de los romanos —respondió<br />
ella, muy repipi—. Bueno, ¿había alguien, o no?<br />
—Estaban los celtas —dijo su madre—. <strong>El</strong>los ya vivían<br />
aquí cuando llegaron los romanos; fue el pueblo que tuvieron<br />
que conquistar.<br />
En el banco de al lado de la iglesia, Nad sostenía una<br />
conversación similar.<br />
—¿<strong>El</strong> más viejo, dices? —dijo Silas—. Pues la verdad<br />
es que no lo sé, Nad. <strong>El</strong> más viejo de los que yo conozco<br />
es Cayo Pompeyo. Pero ya había gente viviendo aquí antes<br />
de la llegada de los romanos. Hubo diversos pueblos<br />
que se establecieron en este país mucho antes de que vinieran<br />
los romanos. ¿Qué tal vas con las letras?<br />
—Bien, creo. ¿Cuándo me vas a enseñar a escribir<br />
todo seguido?<br />
Silas reflexionó unos instantes y dijo:<br />
—Hay personas muy cultas enterradas en este lugar,<br />
y estoy seguro de que podré convencer a algunas de ellas<br />
para que te den clase. Haré unas cuantas pesquisas.<br />
Nad se puso como loco y se imaginó un futuro en el<br />
que podría leer cualquier cosa, un futuro lleno de cuentos<br />
por descubrir.<br />
En cuanto Silas abandonó el <strong>cementerio</strong> para ocuparse<br />
de sus cosas, el niño se acercó al sauce que había junto<br />
a la vieja capilla y llamó a Cayo Pompeyo.