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Imaginemos que un hombre ha acumulado<br />

medio m<strong>il</strong>lón de dólares en deudas. Los intereses<br />

sólo ya son demasiado para poder pagarlos. Para<br />

la gente trabajadora, esta clase de deuda es<br />

imposible de pagar con sus medios. Este hombre<br />

no pudo pagar la deuda y entonces fue declarado<br />

insolvente y desapareció. Pero aunque haya<br />

huido a otro lugar y trabaje duro para saldar su<br />

deuda, ¿será capaz de pagar los intereses, sin<br />

hablar de la cantidad principal? Su acreedor,<br />

mientras tanto, persigue a su fiador para<br />

recuperar el dinero, pero el fiador no tiene<br />

medios para pagar tampoco. Entonces, el<br />

acreedor, sin ninguna clase de escrúpulos,<br />

persigue a los padres, amenazándoles de distintas<br />

maneras para obligarles a pagar. Los padres no<br />

pueden soportar esta situación, y entonces pagan<br />

al acreedor, obteniendo un recibo a cambio.<br />

Habiendo pagado al acreedor, el padre<br />

empieza a buscar al hijo, que sin duda estará<br />

103 Jesús vino para perdonar nuestros pecados<br />

sufriendo en cuerpo y alma. Buscó a su hijo<br />

durante 10 años, pero no lo encontró. Un día,<br />

después de pasados 12 años, el hijo vuelve<br />

finalmente, habiendo ahorrado algún dinero. Lo<br />

primero que hace es ir al padre y decirle: “He<br />

ahorrado $400.000, pero todavía me faltan<br />

$100.000. ¿Puedes prestarme esta cantidad? Me<br />

quedaré contigo y trabajare duro para<br />

devolvértelo”. Entonces el padre abrazó a su hijo<br />

lleno de lágrimas, diciéndole: “¡Ya he pagado tu<br />

deuda! ¡No tienes nada de que preocuparte!<br />

¡Cuánto habrás sufrido todo este tiempo!”<br />

Mientras el padre le decía al hijo que su suelda<br />

había sido saldada, el padre le enseñó el recibo.<br />

El hijo está abrumado por la gratitud, pero al<br />

mismo tiempo siente que ha sufrido<br />

innecesariamente, pensando para sí mismo:<br />

“Durante 12 años he vivido como un esclavo, sin<br />

tener ni un momento de paz, cuando en realidad<br />

no tenía por qué. He vivido como un esclavo sin<br />

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