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una persona justa siguiera los deseos carnales, la<br />

carne no puede cumplir sus deseos. Si sólo sigue<br />

los deseos carnales, el corazón del justo se hace<br />

miserable. Por otra parte, nosotros, los que<br />

hemos nacidos de nuevo, estamos hambrientos y<br />

sedientos de obras justas, y por tanto estamos<br />

siempre gozosos al difundir el Evangelio del<br />

agua y el Espíritu. Una persona justa<br />

experimenta el bienestar del espíritu y el<br />

bienestar de la carne al creer en la Palabra de<br />

Dios realizar obras justas.<br />

Los nuevos creyentes a menudo no entienden<br />

esta verdad de fe. Por tanto, la gente que tiene<br />

una fe déb<strong>il</strong> a veces muere en espíritu tras haber<br />

vivido una vida que persigue los deseos carnales.<br />

Los justos que persiguen los deseos carnales son<br />

tentados por el diablo con cosas carnales. Si un<br />

justo cae en la tentación, sin duda muere.<br />

Por eso el Señor dijo: “Benditos los que tienen<br />

hambre y sed de justicia”. Y ustedes y yo nos<br />

132 El sermón de la montaña<br />

hemos convertido en personas que llevan a cabo<br />

la justicia de Dios. La verdadera provisión para<br />

nuestros espíritus es difundir el Evangelio del<br />

agua y el Espíritu. Es trabajar por la justicia de<br />

Dios. Al difundir el Evangelio del agua y el<br />

Espíritu, se convierte en la verdadera provisión<br />

del espíritu para ustedes y para mí.<br />

Cuando nuestro Señor estuvo aquí, en la tierra,<br />

con Sus discípulos, hubo veces en que nuestro<br />

Señor también necesitaba alimento para la carne.<br />

Una vez, en Sicar, una ciudad de Samaria, los<br />

discípulos de Jesús tuvieron que recorrer un largo<br />

camino para encontrar comida. Cuando los<br />

discípulos le ofrecieron la comida diciendo:<br />

“Señor, come esto”, el Señor dijo: “Yo tengo<br />

comida de la que no sabéis vosotros”. Esa<br />

comida que Él mencionó está en la obra de<br />

difundir el Evangelio del agua y el Espíritu. Esto<br />

es lo que Jesús le estaba diciendo a la mujer que<br />

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