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En realidad, ¿hay muchas facetas en las que se<br />

preocupan por el futuro y el mañana? Sí, sin<br />

duda las hay. La mayor debe ser mirarse a uno<br />

mismo y preocuparnos. Como somos personas, y<br />

especialmente los justos entre ellos, nos<br />

preocupamos mucho. Si nos preocupamos por el<br />

mañana, morimos espiritualmente. Morimos<br />

ahora. Morir hoy sin ni siquiera haber vivido el<br />

mañana es realmente tonto.<br />

Lo que hace tropezar a nuestra fe son las<br />

preocupaciones del mundo. Es preocuparse por el<br />

mañana. Son las preocupaciones que nos<br />

guardamos para nosotros mismos en el corazón<br />

sin contárselas a nadie. Las preocupaciones por<br />

nuestras presentes deb<strong>il</strong>idades y defectos, y sus<br />

posibles repeticiones mañana nos hacen fracasar.<br />

¿Vamos a cargar con esto solos y morir solos,<br />

diciendo: “No se lo puedo decir a nadie”? Esa no<br />

es la voluntad de Dios.<br />

226 Bástele a cada día su afán<br />

Como en la marcha de los peregrinos que está<br />

apunto de ir hacia el Reino de Dios, nosotros<br />

somos los peregrinos. Pablo también a los santos<br />

“como peregrinos advenedizos” (1 Pedro 2:11).<br />

Somos los peregrinos y viajeros hacia el Reino,<br />

que viven en este mundo como el viento que<br />

pasa. Un viajero sufre problemas cada momento<br />

y cada día. No podemos ser viajeros si nos<br />

preocupamos por dónde voy a dormir, dónde voy<br />

a descansar. No es inteligente sacar a relucir<br />

nuestro sufrimiento por adelantado y sufrir de<br />

una sola vez y morir. Debemos decir a voz en<br />

grito en nuestro corazón: “No os inquietéis, pues,<br />

por el mañana; porque el día de mañana ya<br />

tendrá sus propias inquietudes; bástele a cada<br />

día su afán”.<br />

Tenemos que confesar con fe diciendo: “Es<br />

cierto. La enseñanza de nuestro Señor es<br />

verdadera. Es así. Nuestro Señor me enseñó que<br />

cuando llega el sufrimiento, tengo que afrontarlo<br />

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