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"Historia del Partido Comunista de España", Versión abreviada

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La brutal represión <strong>de</strong> la dictadura creó serias dificulta<strong>de</strong>s al <strong>Partido</strong>. Este, en su<br />

conjunto, siguió en la brecha, dando ejemplo <strong>de</strong> firmeza revolucionaria; pero no todos<br />

los que en los primeros momentos se alistaron bajo sus ban<strong>de</strong>ras fueron capaces <strong>de</strong><br />

mantenerse en él ni <strong>de</strong> resistir la dura prueba.<br />

La lucha contra las ten<strong>de</strong>ncias sectarias permitió al <strong>Partido</strong> vincularse a las masas<br />

socialistas y anarquistas, y encabezar gran<strong>de</strong>s acciones reivindicativas y políticas. Sin<br />

embargo, en el curso <strong>de</strong> la lucha por corregir las ten<strong>de</strong>ncias sectarias se incrementó la<br />

influencia en la dirección <strong><strong>de</strong>l</strong> <strong>Partido</strong> <strong>de</strong> algunos hombres, proce<strong>de</strong>ntes <strong><strong>de</strong>l</strong> PSOE, que<br />

no habían logrado <strong>de</strong>spren<strong>de</strong>rse <strong><strong>de</strong>l</strong> lastre oportunista. En la dirección elegida por el<br />

Segundo Congreso figuraban César R. González, Secretario General, Ramón Lamoneda<br />

y otros, quienes, ante las duras persecuciones primorriveristas, trataban <strong>de</strong> imponer al<br />

<strong>Partido</strong> una política oportunista <strong>de</strong> renuncia a la lucha.<br />

En apoyo <strong>de</strong> su postura argüían que «había que conservar las fuerzas para el momento<br />

<strong>de</strong>cisivo» y «esperar tiempos mejores». Es verdad que el <strong>Partido</strong> tiene que saber<br />

replegarse cuando las condiciones lo exigen. Pero el repliegue no es la espera pasiva<br />

<strong>de</strong> tiempos mejores, sino la continuación <strong>de</strong> la lucha con nuevas formas. En esa labor<br />

oscura y anónima, pero heroica, es cuando se pone a prueba el temple y la constancia<br />

revolucionaria <strong>de</strong> los comunistas. Y sin ese trabajo paciente para infundir a la clase<br />

obrera confianza en sus [46] fuerzas y prepararla a través <strong>de</strong> luchas y acciones<br />

parciales, el proletariado y el <strong>Partido</strong> no estarían en condiciones <strong>de</strong> cumplir con su<br />

misión <strong>de</strong> vanguardia cuando llegase el «momento <strong>de</strong>cisivo».<br />

Ante la justa crítica a la pasividad <strong>de</strong> la dirección elegida en el Segundo Congreso, la<br />

reacción <strong>de</strong> algunos <strong>de</strong> sus integrantes, como César R. González, Ramón Lamoneda,<br />

Rodríguez Vega y otros, fue dimitir sus cargos. Más tar<strong>de</strong> se reintegraron al regazo, sin<br />

duda más cómodo, <strong><strong>de</strong>l</strong> <strong>Partido</strong> Socialista.<br />

En aquel período se produjo una crisis <strong>de</strong> dirección en el joven <strong>Partido</strong> <strong>Comunista</strong> <strong>de</strong><br />

España. Las bajas causadas por la represión eran numerosas. Los mejores cuadros <strong><strong>de</strong>l</strong><br />

<strong>Partido</strong> estaban en la cárcel. A ello se agregaban pérdidas tan dolorosas para el <strong>Partido</strong><br />

y el movimiento obrero, como la muerte <strong>de</strong> Virginia González, en 1923, y <strong>de</strong> Antonio<br />

García Quejido, en 1927.

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