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Óscar Bribián • Alejandro Carneiro • Alberto García-Teresa ...

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<strong>Óscar</strong> <strong>Bribián</strong><br />

154<br />

El cónclave<br />

El hombre terminó de comer y se levantó resuelto. Emitió un largo y<br />

agudo yihaaaaaaa para llamar a las ovejas, y algunas de ellas dejaron la orilla<br />

para acercarse a él. Luego echó mano de una figurita de madera que guardaba<br />

en el bolsillo. Se persignó rápidamente ante ella, como si besara el miedo en<br />

las yemas de los dedos. Fue un gesto realmente extraño si se tenía en cuenta el<br />

carácter bucólico del lugar donde se encontraban. David se fijó en la figurita<br />

que el pastor sostenía en la palma de la mano. Era un gato, un felino tallado<br />

en madera, erguido sobre sus patas anteriores y con los cuartos traseros en<br />

reposo.<br />

—¿Se santigua ante la figura de un gato? —preguntó David, visiblemente<br />

sorprendido.<br />

—¿Puedo verlo? —rogó Manuel, acercándose al pastor.<br />

—No, muchacho, no es un juguete —replicó el hombre, mientras guardaba<br />

la figura en el bolsillo. Después se volvió hacia David—. En esta tierra los<br />

gatos tienen mil ojos. Hay que protegerse de ellos.<br />

—¿Protegerse? —inquirió David.<br />

—Sí —respondió el hombre con parquedad, al tiempo que volvía a llamar<br />

a las ovejas que aún no habían levantado la testa de la orilla del río. A<br />

continuación añadió—: Me lo regaló la Pilar, la del pueblo, la que tenía la<br />

tienda. No sé si llegasteis a conocerla.<br />

David y Manuel negaron.<br />

—Una buena mujer. Falleció el pasado invierno. Temía a los gatos, y<br />

siempre estaba diciendo cosas terribles sobre ellos. No dejaba de tallar figurillas<br />

de estos animales, y se las vendía a los turistas. Decía que espantaban a<br />

los espíritus. A los gatos.<br />

—¿Qué cosas terribles decía de los gatos? —inquirió David.<br />

—No de los gatos en sí, sino de los gatos de nuestro pueblo. Cuantos<br />

vienen a Murillo son…, cómo decirle. ¿No se ha fijado en ninguno de ellos?<br />

Tienen una mirada… malvada.<br />

—¿Está hablando en serio? —sonrió David, quien esperaba que el hombre<br />

estuviera bromeando.

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