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MARU Y EL GUARDA LOCO<br />
LA MUJER DE FRANCISCO CONOCE A MARU<br />
Ya para esa fecha nuestro amigo Francisco estaba totalmente enganchado<br />
en Maru, se había dejado llevar y no quiso o no pudo alejarse de aquella<br />
situación en la que él sabía de sobra que estaba cayendo.<br />
Un día cuando estaba de servicio diurno en el Polígono Navisa, coincidió<br />
con una compañera de trabajo (la de los mensajes) con tan mala suerte que su<br />
mujer que fue a llevarle los bocadillos, le vio juntos en un bar tomando café, y<br />
como ella sabía que Francisco últimamente no estaba muy centrado, sospecho de<br />
ella, y a pesar de tomar también café con ellos, tenía la cara que se le podía<br />
amarrar a una estaca. Apenas habló, y al salir del bar y despedirse ambos de la<br />
compañera, Elvira (la mujer de Francisco), le fue interrogando desde el bar hasta<br />
el coche patrulla.<br />
- ¿Tú que haces tomando café con una mujer? –<br />
Preguntó con muy mal talante.<br />
- Es una compañera ¿hay algo de malo? –<br />
Contestó él como un niño asustado.<br />
- ¿Y así tan juntos metidos en el rincón? –<br />
Interrogaba ella.<br />
- Es el único sitio que había libre en la barra –<br />
Contestaba él sin ánimos de convencerla.<br />
No le importaba en absoluto aquella compañera, él tenía la cabeza puesta<br />
en su Maru, y lo demás no le importaba nada.<br />
Otro día encontró a Ramón en el Polígono que había ido a colocar un<br />
cristal al coche, y lo primero que hizo fue preguntarle por Maru y enviarle un<br />
beso. Lo dijo en broma, pero solo él sabía que se lo enviaba de todo corazón.<br />
Por aquella época Francisco se había hecho amigo de “termineito” (el de<br />
la tuerca), y también del ¡Qué fresquita! (uno que cuando daba un buche de<br />
cerveza siempre decía ¡qué fresquita!), también era supervisor o 25 como le<br />
llamaban todos, y claro cuando venían a visitarlo al Polígono una cerveza (que<br />
nunca era una sola). Francisco llevaba unos meses sin beber alcohol, por lo que<br />
al principio pedía cerveza “sin”, pero como de todo se cansa uno, un día empezó<br />
a beber cerveza de grifo y así acompañaba a los dos supervisores, pero como<br />
todos sabemos que la cerveza o el alcohol suelta la lengua, y como su mujer<br />
todavía seguía mosca con la del café y con el comportamiento de Francisco, que<br />
se pasaba el día callado y mirando a las musarañas, un día tomando los dos unas<br />
cervecitas en el bar de su calle, empezó el momento confesión, y cual fue la<br />
sorpresa de él cuando Elvira le dijo:<br />
- Si tu me dices lo que te pasa, yo te cuento un secreto mío –<br />
- Primero tú –<br />
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