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MARU, CAMBIÓ<br />
MARU Y EL GUARDA LOCO<br />
No sabía Francisco muy bien lo que pasó, pero a raíz de la presentación<br />
Maru no parecía la misma con él. Se acabaron los saludos efusivos con beso, se<br />
acabó el doblar su cuerpo en el coche para saludarle por la ventanilla contraria y<br />
hasta se notaba esquiva, si él aparecía, ella desaparecía.<br />
- Tendrá un mal día. –<br />
Pensó preocupado.<br />
Ese viernes fue muy distinto, además había polo y apenas pudo arrimarse<br />
a ella. Durante los partidos Francisco iba de la cuadra a la cancha y viceversa,<br />
siempre procuraba verla de cerca.<br />
Ella llevaba toda la mañana preparando las cosas para el partido, hablaba<br />
con su primo y con otro argentino con cara de susto que también jugaría y ella<br />
comentaba:<br />
- Creo que juego contra mi jefe, ¡Bien! –<br />
- No, vos jugáis con su jefe –<br />
Le dijo el otro argentino.<br />
- Entonces, ¿quiénes jugamos?. –<br />
Comentaban las alineaciones y en uno de esos comentarios dijo ella:<br />
- Pues si vamos así, ¡es boludo! –<br />
Grabada a fuego se le quedó esa palabra a Francisco, era la primera vez<br />
que escuchaba boludo de su boca.<br />
Ella no jugaba siempre, había veces que sólo organizaba a los ayudantes<br />
para que los caballos y monturas estuviesen listos, y también calentaba a los<br />
animales antes de que entraran en juego. Daba vueltas con un Nissan Pika donde<br />
transportaba las sillas de montar. Era tan ágil conduciendo como montando a<br />
caballo.<br />
Esa tarde daba<br />
cochazos por las orillas de la<br />
cancha de polo, organizando y<br />
vigilando que todo estuviese a<br />
punto antes y durante el<br />
partido.<br />
Francisco desde su<br />
coche aparcado en la entrada<br />
de las canchas, debajo de un<br />
árbol, la observaba, y ella<br />
sabía que lo hacía. Había<br />
junto a Francisco mas gente,<br />
el encargado los de la<br />
ambulancia (siempre<br />
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