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Matemáticas para Maestros

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Números naturales. Sistemas de numeración<br />

objetos visibles o evocables por los demás. El principio de la correspondencia uno a uno<br />

permite pasar de una comunicación poco precisa del cardinal de una colección a una<br />

comunicación precisa de la misma, representándola mediante un conjunto de los objetos<br />

numéricos (muescas, guijarros, cuentas, etc.).<br />

• Com<strong>para</strong>r con un conjunto de referencia ordenado (partes del cuerpo humano, objetos<br />

diferenciados) <strong>para</strong> poder establecer el ordinal de cada elemento dentro de un conjunto. La<br />

presentación sucesiva de los objetos diferenciados siempre en el mismo orden, principio<br />

del orden estable, permite comunicar el ordinal de un elemento.<br />

• Utilización indistinta de los conjuntos de referencia ordenados <strong>para</strong> la obtención de<br />

cardinales u ordinales. Cada uno de los objetos numéricos, al estar diferenciado de los<br />

demás, puede recibir un nombre distinto.<br />

• Descubrimiento de que basta nombrar el último elemento del conjunto numérico ordenado<br />

con el que se ha establecido la correspondencia uno a uno <strong>para</strong> transmitir la información<br />

deseada, tanto en contextos cardinales como ordinales: principio cardinal.<br />

En un momento dado, algunas sociedades se dan cuenta de que al usar un conjunto<br />

numérico ordenado, ya no es necesario presentar al interlocutor todo el conjunto con el que se<br />

ha establecido la correspondencia, ni enumerarlo. Con hacer referencia al último objeto es<br />

suficiente pues el interlocutor puede evocar todos los elementos anteriores.<br />

No todas las culturas han sido capaces de llegar a este punto. Por ejemplo, los papúes de<br />

Nueva Guinea, <strong>para</strong> indicar el cardinal "siete" hacen el gesto de tocar con su mano izquierda,<br />

sucesivamente, los dedos de la mano derecha, la muñeca y el codo. Si se hace delante de ellos<br />

el gesto único de tocar el codo no le encuentran sentido. Vestigios de esta incapacidad cultural<br />

se encuentran en los niños pequeños que preguntados sobre cuántos hay cuentan y dicen, por<br />

ejemplo,: “uno, dos, tres, cuatro”, y ante la pregunta insistente del adulto: “si pero, ¿cuántos<br />

hay?” vuelven a decir: “uno, dos, tres y cuatro”.<br />

Más adelante el conjunto de referencia se desliga de los objetos físicos. Cada palabra se<br />

convierte en una palabra numérica (palabra que sirve <strong>para</strong> contar). En otras sociedades<br />

primitivas algunas de esas palabras siguen evocando partes del cuerpo humano.<br />

En particular, nuestro conjunto numérico habitual es un conjunto ordenado de palabras:<br />

uno, dos, tres, cuatro, etc. Si alguien dice que tiene cinco objetos, su interlocutor entiende la<br />

información porque se imagina un objeto <strong>para</strong> el uno, otro <strong>para</strong> el dos, otro <strong>para</strong> el tres, otro<br />

<strong>para</strong> el cuatro y otro <strong>para</strong> el cinco. Es decir, la transmisión de dicha información numérica<br />

está dependiendo del hecho de tener almacenada en nuestra memoria esa sucesión de<br />

palabras, de forma que cuando nos dicen una de ellas somos capaces de recordar todas las<br />

anteriores.<br />

1.9. Técnicas abreviadas de contar<br />

Las técnicas de contar exigen mucho tiempo cuando los elementos a contar son muchos.<br />

No es extraño, por tanto, que se intente hacerlas más breves. Algunas situaciones permiten<br />

acortar el proceso de contar, partiendo de una colección de objetos de cardinal conocido al<br />

que se añaden o suprimen elementos <strong>para</strong> obtener el cardinal de la colección modificada. Las<br />

formas más importantes de abreviar los recuentos son las siguientes:<br />

• Contar de dos en dos, de tres en tres, etc., aprovechando nuestra capacidad de reconocer<br />

directamente los cardinales de conjuntos pequeños.<br />

• Contar hacia delante o hacia atrás, desde un cardinal dado. Por ejemplo, si tenemos un<br />

conjunto de dieciocho objetos y nos dicen que añadamos algunos más, no volvemos a<br />

contar todo <strong>para</strong> saber el cardinal del nuevo conjunto, sino que contamos los nuevos<br />

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