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Ro. 6:12,13: 12 "No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo<br />
mortal, para que le obedezcáis en sus concupiscencias; 13 Ni<br />
tampoco presentéis vuestros miembros al pecado por instrumentos<br />
de iniquidad; antes presentaos a Dios como vivos de los muertos,<br />
y vuestros miembros a Dios por instrumentos de justicia".<br />
Es evidentemente claro que si no podemos pecar, aun estando<br />
bajo la gracia, y no bajo la ley, entonces lógicamente, hay que<br />
guardar los mandamientos de Dios para poderse mantener en<br />
santidad, tal como lo guardaron aquellos cristianos a los cuales se<br />
refieren las Escrituras del Nuevo Testamento, en el pasaje citado<br />
anteriormente, diciendo:<br />
"Aquí está la paciencia de los santos; aquí están los que<br />
guardan los mandamientos de Dios, y la fe de Jesús". (Ap. 14:12).<br />
La reiterada exigencia de las Escrituras del Nuevo Testamento<br />
a cerca de la observancia de los mandamientos de Dios, como<br />
dijera anteriormente, nos proporciona además, suficientes<br />
evidencias de la vigencia de los mismos en el Nuevo Pacto. Como<br />
ejemplo de ello tenemos los pasajes de Mt. 19:17; Jn. 14:15,21; Jn.<br />
15:10; 2Ped. 2:21; 1Jn. 2:3,4; 1Jn. 5:2,3; Apo. 12:17 y 22:14.<br />
Acerca de las demás leyes, sin embargo, es evidente que<br />
mientras algunas de ellas han perdido totalmente el efecto de su<br />
vigencia, con el Nuevo Pacto, otras, son aplicables al cristianismo.<br />
Es algo históricamente probado, que desde tiempos muy<br />
antiguos, las diferentes sociedades humanas: tribus, naciones,<br />
reinos, etc. han creado sus propias leyes por las cuales se han<br />
regido en los diferentes órdenes de la vida; entre las cuales son<br />
conocidas el famoso Código de Hammurabi; las leyes romanas, las<br />
egipcias y otras.<br />
El pueblo Hebreo, quien fue elegido por Dios como pueblo<br />
suyo, tuvo su origen entre los caldeos y cananeos, alcanzando una<br />
formación más elevada entre los egipcios. No obstante, siendo el<br />
pueblo elegido, Dios lo sacó de Egipto y lo constituyó una nación<br />
independiente. Ahora necesitaban tener sus propias leyes por las<br />
cuales regirse.<br />
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