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El Señor Jesús, según Jn. 5:17, se expresó diciendo: "Mi Padre<br />
hasta ahora obra, y yo obro."<br />
El reflejo transparente que revelan las Escrituras acerca de la<br />
vida y actividades de Jesucristo, nos permite entender con toda<br />
claridad lo que Él quiso decir cuando refirió estas palabras; pues<br />
no se puede probar que Jesucristo hubiese hecho alguna otra obra<br />
en el día del sábado, más que las relacionadas en los pasajes<br />
citados. No obstante, algunos indoctos han traducido esta<br />
expresión de nuestro Señor, de manera que pueda confundir a los<br />
nuevos estudiantes de la Biblia, expresándola de la manera<br />
siguiente: “Mi Padre hasta ahora trabaja y yo trabajo”.<br />
Sabemos bien que durante el período de su ministerio<br />
mesiánico, Jesucristo no trabajaba, sino que realizaba su obra; y<br />
aunque trabajar siempre implica la realización de alguna obra, no<br />
siempre el hecho de realizar una obra implica un trabajo; y mucho<br />
menos al tratarse de las obras milagrosas de nuestro Señor, o de la<br />
predicación de su glorioso evangelio.<br />
Según la información extraída de la Concordancia Manual y<br />
Diccionario Griego – Español del Nuevo Testamento; y del Texto<br />
Griego del Nuevo Testamento, la palabra griega de la cual se<br />
traduce “obra” y “obro”, en este pasaje, es<br />
ergázomai), que significa: trabajar, obrar, efectuar, hacer,<br />
llevar a cabo, ocuparse. Ver apéndice, al final del tema.<br />
Ahora bien, analizándolo por usted mismo, se dará cuenta que<br />
de todas estas acciones relacionadas, la menos apropiada para las<br />
actividades de Jesucristo en sábado, es trabajar. Por lo que, tal<br />
traducción no es digna de ser considerada, sino como torcida y<br />
absurda, que lleva implícita la idea de la tendencia propia del<br />
traductor.<br />
Según la declaración del pasaje de Lc. 23:54-56, citado al<br />
inicio de este tema, los discípulos de Cristo observaron el reposo<br />
del sábado, aun después de su muerte, por lo que es evidente que<br />
el Señor no les declaró en ningún momento la supuesta invalidez<br />
de este mandamiento.<br />
Para concluir pues, con este tema, recordemos las palabras del<br />
apóstol Santiago, según el pasaje referido al inicio de este tema:<br />
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