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INCRESCENDO 2(2) - Revista Peruana

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sino efectuar la trasmigración hacia una óptica disímil, particular, distante de<br />

cuánto había hecho en poesía hasta ese momento. Así, precedida de un epígrafe<br />

general del poeta Octavio Paz, una de sus más resaltantes influencias, de quien,<br />

aplicándole un ligero parafraseo, ha tomado el intrigante rótulo y seguido de un<br />

poema, especie de prólogo personal enunciando: “Cuando hace falta verdad/<br />

acudid sin miedo a la muerte/” (p.11) y donde queda claro el “constructo está<br />

fundido en ser y en esencia, –anota Johnny Barbieri– en cerebro y corazón; existe<br />

un genius loci que domina todo y que en la voz del autor se hace intensa e ínti-<br />

(6)<br />

ma” , Un poco de aire en una boca impura se divide en cuatro partes tituladas<br />

respectivamente: En la bahía, con un poema en cinco fragmentos; Instrucciones<br />

para tu delirio, integrado por cinco poemas y dos de igual número de fragmentos;<br />

Crónica del guardián del piélago, de diez poemas y Cuaderno de obcecaciones<br />

con un poema en cuatro fragmentos más dos de dos fragmentos cada<br />

uno, todos éstos numerados en romanos.<br />

Unos versos de Allen Ginsberg aparecen como epígrafe en contraposición<br />

a la temática de En la bahía donde Ricardo Ayllón, echándose a andar sobre el<br />

camino, da origen a la introducción de toda mitología de riguroso contraste,<br />

debido a sus aires de universalidad. Desde el mismo título hasta la mención del<br />

rapsoda Azagar hallamos, a través de los poemas en prosa, la alusión a determinadas<br />

zonas que, de manera automática, nos remiten al puerto de Chimbote:<br />

“Aquella era la ruta de Tres Cabezas, donde los viejos muros de la memoria<br />

escribieron un día la historia de la bahía” (p.19). En realidad, esta primera<br />

parte del libro, constituye la poetización de las vivencias entre dos bardos errantes,<br />

dos bardos absorbidos por el hechizo de pertenecer a otro firmamento, devorados<br />

por el erotismo, la aventura y el desconcierto: “para los pigmeos que rentaban<br />

las higueras sin hojas de la calle cuarenta donde Azagar y yo domábamos<br />

las fieras erógenas de las más bajas pasiones” (p.15), porque siendo quienes<br />

son ambulan por doquiera entre referentes tan próximos, dándole consistencia,<br />

sea a las mentadas divinidades de todos los tiempos, sea a la existencia misma<br />

tan entregada a lo tenue y a lo difuso, apareciendo enseguida el apelativo que los<br />

encarna, haciendo de ambos poetas la unicidad en un mismo tiempo y espacio<br />

determinados: “Vivir fue recoger el ropaje de nuestros propios aromas y navegar<br />

al capricho de La Voz” (p.16). Esto es, constituyen un solo ente reflejándolos<br />

y, en paralelo, adquieren autonomía hasta alcanzar una dimensión ilimitada,<br />

expandiéndose rauda por distintos lugares de la bahía, haciéndose presente<br />

como el oxígeno, dentro de un ansia incurable de inmortalidad: “había que ver<br />

a La Voz encendiendo el derrotero del mar, confiándole nuestras almas de luz y<br />

462 /<br />

Gustavo Tapia Reyes<br />

IN CRES. 2(2) 2011

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