Exhibir la obra en los espacios públicos, garantizaba a los creadores un número basto de destinatarios, pero no les daba ninguna retribución material, y cuando la transacción era posible (no hay <strong>que</strong> imaginárselo de otro modo), debía ser un trabajo contingente: algún viejo amigo <strong>que</strong> se la llevaba ‘por partes’ o según el viejo truco del canje. Mientras esta era la nota primaria de la distribución casera, en el espacio internacional se iban dando mejores oportunidades para los artistas profesionales. Era mayor el número de creadores <strong>que</strong> se marchaban al exterior a participar en eventos únicos y reeditables. A mediados de los 80, claramente la economía se potenciaba con otro proceso de explotación social, dejando una pe<strong>que</strong>ña veta para la exportación (artesanal) de artesanías. Estos vínculos no eran sino los souvenirs, dedicados a vender toda serie de abarroterías turísticas: postales, tallas, orfebrería, cerámica (de China), etc., para gusto de los viajeros extranjeros interesados en ‘recordar’ algo de nuestra ‘historia’ patria. En <strong>esto</strong>s souvenirs era normal encontrarse con una pintura o escultura en medio de tucanes, monos y serpientes de madera, recipientes de bronce y hojalata, y postales de pla<strong>ya</strong>s tropicales y de las universales ruinas de Copán. Con todo, el artista tenía aquí ciertas ventajas, por<strong>que</strong> en medio de a<strong>que</strong>l tumulto sabía <strong>que</strong> más de algún turista podría ver su obra y comprársela, dejándole no sólo una paga, sino adicionalmente un currículo ‘internacional’, algo <strong>que</strong> se hacía, quizá, una vez <strong>que</strong> se ‘reconstruía’ la nacionalidad del extranjero según acento, cabellera, altura y tez. En este interfaz no podemos negar cierta rutina promocional en el escaso circuito local, <strong>que</strong> encadenaban la Galería Pablo Zela<strong>ya</strong> Sierra de la Escuela Nacional de Bellas, el Centro Cultural del Banco Atlántica y la Galería Mariana Zepeda del Instituto Hondureño de Cultura Interamericana (1939), esta última con un salón de arte anual desde hace muchos años, dedicado a la pintura un año, y a la escultura y cerámica el otro. Gracias a este evento, juzgado y premiado por un jurado en parte Cercanías 2.2 Nearby places Exhibiting the work in public spaces guaranteed the creators a vast number of viewers, but it did not offer them any material compensation, and when such a transaction was possible (it is not necessary to imagine it otherwise), it was grounded in contingency: some old friend took it away ‘in parts’ or bartered for it. While this was the primary currency of homemade distribution, better opportunities were becoming available for professional artists in the international sphere. A greater number of creators went abroad to participate in both uni<strong>que</strong> and recurrent events. By the mid-1980s, the economy grew from another source of social exploitation, as a small seam opened for the export of artisanal crafts. These were none other than souvenirs or tourist items: postcards, carvings, goldsmithing and silversmithing works, ceramics (from China), etc., created and sold for the taste of foreign travelers interested in ‘remembering’ something the ‘history’ of our mother country. In these souvenir shops it was normal to come across a painting or sculpture amongst the wooden toucans, monkeys, and serpents, bronze and tin vessels, and postcards of tropical beaches and the universally celebrated Ma<strong>ya</strong>n ruins at Copán. Yet the artist had certain advantages, because in the middle of that tumult he or she knew that more than one tourist would see his or her work and buy it, leaving not only payment, but additionally an ‘international curriculum’’, something that was accomplished, perhaps, after ‘reconstructing’ the foreigner’s nationality according to accent, hair, height and complexion. In this interface we cannot deny a certain promotional routine in the limited local circuit, comprised of Pablo Zela<strong>ya</strong> Sierra Gallery of the National School of Fine Arts, the Cultural Center of Banco Atlántida and the Mariana Zepeda Gallery of the Honduran Institute of Inter- American Culture (1939), this latter hosting an annual art salon for many years, dedicated to painting one year and sculpture and ceramics the next. Thanks to this event, 31 33 35 37 39 41 43 45 47 49 51 53 55 57
Santos Arzú Quioto / Ex-votos, 2008 (detalle) 30 32 34 36 38 40 42 44 46 48 50 52 54 56
- Page 1 and 2: ¿cómo explicar esto que está ocu
- Page 3 and 4: Si hoy tendríamos que hablar (y vi
- Page 5 and 6: Hoy mismo todo lo que se hace en ma
- Page 7 and 8: concertar todas las piezas del romp
- Page 9 and 10: Todo lo relacionado a la promoción
- Page 11 and 12: “no significa solo hacer individu
- Page 13 and 14: Ante nosotros, ávidos por comprend
- Page 16 and 17: Emergencies and revisions Emergenci
- Page 18 and 19: Felipe Burchard/ Akenatón, 1998 In
- Page 20 and 21: Mientras las instituciones permanec
- Page 22 and 23: Es necesario insistir en que las ob
- Page 24 and 25: aquí estamos pensando son todas aq
- Page 26 and 27: testigo fiel del horror burgués (g
- Page 28 and 29: Regina Aguilar / Viaje al abismo, 1
- Page 30 and 31: Este desplazamiento hacia lo públi
- Page 32 and 33: ien el cataclismo. Por eso no es ni
- Page 36 and 37: Santos Arzú Quioto / Ex-votos, 200
- Page 38 and 39: de producción estatal; en la refor
- Page 40 and 41: discursos plásticos del país y el
- Page 42 and 43: Se ha insistido, hasta ahora, en ve
- Page 44 and 45: was there long ago, but it was alwa
- Page 46 and 47: Alex Galo (1972), y algo curioso, a
- Page 48 and 49: Bayardo Blandino / Recintos, 1995 e
- Page 50: toma las palabras por su valor onom