las leyes del éxito o fracaso y las bajezas humanas - OMRAAM
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En esta página, el Maestro nos invita a reflexionar más a<br />
menudo sobre la Gran Ley de la Providencia Divina, no<br />
solamente cuando estamos libres para hacerlo, sino también en<br />
caso de peligro como es el caso <strong>del</strong> incendio, inundación,<br />
bombardeo. En estos casos, debéis uniros inmediatamente a la<br />
Providencia; es lo primero que debéis hacer. ¿Por qué? Porque<br />
hay un gran secreto escondido aquí, que os explicará muchas<br />
cosas al mismo tiempo.<br />
Observad un hombre que tiene miedo. El miedo dice el<br />
Maestro, es un instinto. Este hombre tiene miedo tanto de una<br />
rana, tanto de un ratón. Estudiemos el proceso psicológico <strong>del</strong><br />
miedo que sufre. Esto nos explicará ciertas <strong>leyes</strong>. Estos animales<br />
a los cuales el hombre tiene miedo, no pueden hacerle daño; si<br />
reflexionase un poco, en lugar de dejarse llevar por su instinto de<br />
huir, seria ciertamente mejor. Son más bien <strong>las</strong> mujeres que<br />
pierden la cabeza en tales ocasiones.<br />
Un día, a Lariflette (personaje de dibujos animados, que representa a un<br />
padre de familia) le perseguía su mujer. Los dos trabajaban en un<br />
parque zoológico. Su mujer quería pegarle y él encontró refugio<br />
detrás de un león para poder escapar a sus castigos. Su mujer no<br />
tenía miedo de los leones, por lo tanto, iba directamente hacia él,<br />
haciendo caso omiso <strong>del</strong> león que allí se encontraba protegiendo a<br />
su marido. Arrogante y amenazante, tumbó al león y descubrió a<br />
su marido temblando detrás. Entonces se levantó corriendo y fue a<br />
refugiarse detrás de un elefante. Como su mujer tampoco tenía<br />
miedo <strong>del</strong> elefante, desesperado, ya no sabía dónde esconderse<br />
para estar protegido. Pero de repente la Providencia llego en su<br />
ayuda. Ella vio como salía un ratón de un agujero que atravesó el<br />
parque a toda velocidad. La mujer de Lariflette, asustada a morir,<br />
soltó a su marido que acababa de atrapar y empezó a huir a la<br />
carrera con gritos de desesperación. Chillaba: ¡A mí, a mí!<br />
Abriendo una enorme boca, en su huida. Lariflette estuvo muy<br />
orgulloso de sí mismo, por haber vencido. Ni el león, ni el<br />
elefante pudieron asustar a su mujer, pero el pequeño ratoncillo lo<br />
había podido conseguir.<br />
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