las leyes del éxito o fracaso y las bajezas humanas - OMRAAM
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hacer frente a este brusco despertar de todas <strong>las</strong> noches, debéis<br />
poner dentro de vosotros cada noche antes de acostaros el<br />
pensamiento de que, incluso cuando haya detonaciones terribles,<br />
el sistema nervioso no se agitará, puesto que ya estará prevenido.<br />
Este pensamiento trabajará en el subconsciente y embotará,<br />
apaciguará, los ruidos insoportables para el sistema nervioso.<br />
Al principio de un bombardeo, como nadie se espera la<br />
caída de bombas, su explosión nos sacude violentamente. Cuando<br />
ya sabemos que podremos soportar el ruido, ya no estamos tan<br />
aturdidos. Suponed que habéis puesto la alarma de vuestro<br />
despertador, estáis ya advertidos de que sonará, y así, ya no estáis<br />
tan aturdidos cuando suena por la mañana. Este ruido ya os parece<br />
más desahogado. Pero si habéis preparado el despertador sin<br />
prestar atención y se pone a sonar cuando menos lo esperáis,<br />
estáis tan perturbados que vuestra agitación tardará más en<br />
calmarse. Sucede lo mismo, cuando en la calle, un amigo llega<br />
bruscamente y pone su mano en vuestra espalda y os hace saltar<br />
violentamente, pues no lo esperabais. Hoy vivimos ¡muy<br />
sensibles! Debemos pues estar preparados. Antes de dormiros,<br />
pensad que probablemente habrá sacudidas, bombardeos muy<br />
cerca de nosotros. Si la voluntad no la ponéis en acción, entonces<br />
puede producir en vosotros sacudidas violentas que quizás no<br />
podéis soportar.<br />
Dejadme que os cuente una experiencia que hice. Por regla<br />
general cuando me encuentro fuera de casa cuando la D.C.A. está<br />
tirando cañonazos, actúo con tranquilidad y confianza. Inclusive<br />
me he encontrado a veces volviendo de la estación en el camino<br />
de casa que los obuses caen por todos los lados y no siento ningún<br />
tipo de temor, os lo digo con toda sinceridad. Pero, un día, y sin<br />
saber por qué, decidí ponerme a ir deprisa, al oír los tiros de los<br />
cañones. Así pues, me puse a correr para poder evitar <strong>las</strong><br />
explosiones que caían a mí alrededor. Caían por todos los lados.<br />
Mi rapidez desencadenó, contra mi voluntad, célu<strong>las</strong> miedosas<br />
que me hicieron poner a salvo con precipitación, constatando que<br />
un miedo instintivo se estaba apoderando de mí, que me impedía<br />
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