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las leyes del éxito o fracaso y las bajezas humanas - OMRAAM

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hombre que no fuera miedoso. En consecuencia y en<br />

agradecimiento os vengo a entregar el diezmo de mis ganancias.<br />

Recorriendo todo el reino he encontrado a una mujer que es la<br />

personificación de la belleza y os la he traído como regalo en<br />

prueba de agradecimiento” Oyendo estas palabras el rey se asustó<br />

e inclinándose hacia Nastradine Hodja le susurro a su oído,<br />

“¡Cállate! No hables tan alto, que no te oiga la reina y ténganos<br />

problemas- ¡Ah! Respondió Nastradine Hodja, ve su majestad<br />

como también tiene miedo. ¡Deme Vd. también un céntimo!”.<br />

El rey tuvo que pagar también como todos los demás. Tuvo<br />

miedo de la reina que se encontraba cerca de él. Todos sus<br />

apetitos se habían despertado en el con el pensamiento de la<br />

bonita mujer que le ofrecía Nastradine Hodja y el temor de que si<br />

se enteraba su mujer la impediría su bella aventura. Nastradine<br />

Hodja considero que también el rey tenía que contribuir como<br />

todo el mundo y no dudó en reclamar su paga.<br />

Esta historia de Nastradine Hodja me recuerda la de Balzac.<br />

Balzac presumía de conocer bien el corazón femenino, y de poder<br />

decir inmediatamente, solo viendo a una mujer como había vivido<br />

desde su nacimiento. Girándose hacia una dama, en el salón en<br />

donde estaba hablando de este don que tenía, Balzac le dijo:<br />

“¿Desea, querida Señora, que le dé una prueba de este don que<br />

poseo?” Asustada, la señora le respondió: “No hable tal alto, por<br />

favor no hable tan alto, Señor Balzac.” Como veis pues todo el<br />

mundo tiene miedo.<br />

Hubo incluso generales que se lanzaban sin miedo a <strong>las</strong><br />

batal<strong>las</strong> y que después temblaban <strong>del</strong>ante de un cangrejo, incluso<br />

cuando ya estaba cocido y bien rojo. Otros tenían miedo de <strong>las</strong><br />

arañas. Ya no hablo de <strong>las</strong> serpientes, pues casi todo el mundo <strong>las</strong><br />

teme. Para vencer este terror, es costumbre en Bulgaria de pasear<br />

por todos los sitios serpientes a fin de que todo el mundo <strong>las</strong><br />

toque, <strong>las</strong> acaricie. Esta sensación de de quedarse helado debe ser<br />

vencida. Cuantas veces, los alumnos se han burlado de su<br />

profesor haciéndole el regalo de una cajita de donde salía, cuando<br />

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