08.05.2013 Views

Autobiografía - Misioneras de Madre Laura

Autobiografía - Misioneras de Madre Laura

Autobiografía - Misioneras de Madre Laura

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Pequeñeces llamo ahora estas penas; pero como no te conocía, Dios<br />

mío, me herían vivamente. Des<strong>de</strong> esta edad me di cuenta <strong>de</strong> lo poco que<br />

valen los corazones humanos y <strong>de</strong> cuán poco socorro se encuentra en aquellos<br />

que nos aman. Des<strong>de</strong> entonces me resolví a todos los sacrificios; vivía<br />

mal, porque vivía arrimada y sin madre, y frecuentemente sin el gusto <strong>de</strong><br />

los que me recibían en su casa y bajo los rigores <strong>de</strong> un mal semblante, <strong>de</strong><br />

una mano poco blanda; pero no anhelaba vivir <strong>de</strong> otro modo. El sacrificio<br />

absoluto me entristecía, pero me daba paz.<br />

Cuando el dolor pasa con Dios, dulcifica; pero cuando Dios está ausente,<br />

amarga. Por eso mi carácter se hacía cada vez más apático y más repulsivo<br />

a los <strong>de</strong>más. Sabía sufrir en silencio, pero con amargura.<br />

Supuesta orfandad<br />

Capítulo I. Supuesta orfandad<br />

Me estremezco cuando recuerdo que no sólo dudé, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> entonces, <strong>de</strong>l<br />

cariño <strong>de</strong> mi madre sino que me aseguré <strong>de</strong>finitivamente <strong>de</strong> que no me<br />

quería; que mis dos hermanos se habían llevado todo su corazón. Me apartaba<br />

<strong>de</strong> ella creyéndome huérfana, sufría porque ella sufría, pero como no<br />

sabía expresarlo ni manifestarlo, ella me creía indolente.<br />

Uno <strong>de</strong> los motivos para creerme <strong>de</strong>sgraciada fue el siguiente: Mi hermana<br />

mayor era muy blanca y <strong>de</strong> excepcional belleza; su carácter amable<br />

y simpático formaba contraste con el mío y como a<strong>de</strong>más, yo era negra y<br />

fea, me explicaban la diferencia diciéndome que yo era hija <strong>de</strong> Isabel la<br />

cocinera que se ahogó en la casa. ¡Qué mal hacen en mentirle a los niños!<br />

Esto lo creía con la mejor fe <strong>de</strong>l mundo y rebosaba mi amargura. Dejé <strong>de</strong><br />

llorar por mi padre porque me convencí <strong>de</strong> que no lo era. Y como lo duro<br />

y apático <strong>de</strong> mi genio obligaba a mi madre a usar <strong>de</strong> algún <strong>de</strong>svío conmigo,<br />

me confirmaba más en mi orfandad y a solas lloraba a la madre que<br />

había perdido. ¡Dios mío! Sin duda me sostenías sin que yo te sintiera,<br />

pues <strong>de</strong> lo contrario mi organismo hubiera sucumbido. Si entonces el semblante<br />

<strong>de</strong> Jesús me hubiera sonreído, mi dolor me hubiera sido dulce como<br />

los que con Él he pasado <strong>de</strong>spués.<br />

49

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!