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LUZ DE HIELO

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UNIVERSITAT ROVIRA I VIRGILI<br />

CUATRO CARAS <strong>DE</strong> HERMES EN LA OBRA NARRATIVA <strong>DE</strong> FLAVIA COMPANY<br />

EVA GUTIÉRREZ PARDINA<br />

ISBN: NÚM. 978-84-691-2646-2<br />

DL: T.1343-2008<br />

contundencia 129 . También Rodrigo se siente arder por dentro (por amor a Ana) hasta el punto que<br />

teme morir calcinado (¿calcinatio, incineratio?) 130 . El proceso de separación o desmenuzamiento<br />

característico de la primera fase alquímica lo encontramos también, expresado de forma más<br />

dramática y violenta, en la siguiente cita de Luz de hielo:<br />

La cabeza se me va. El cuerpo no me responde. Es una especie de almohadón lleno de<br />

alfileres que me pinchan, me incomodan, duelen. Cada vez que me muevo noto que algo<br />

me atraviesa, me hiere, me horada. Estoy llena de inmensos agujeros por los que en<br />

cualquier momento emezará a caérseme la sangre, los gemidos acumulados, las tripas,<br />

las venas maltratadas que en cuanto queden liberadas de la prisión de mi carne se me<br />

enredarán alrededor del cuello y lo apretarán hasta estrangularme 131 .<br />

En otra ocasión Silvia afirma sentirse aprisionada por anillos que le producen un dolor<br />

intensísimo 132 . Según Baynes, en los misterios paganos se simbolizaban los tres estados de los<br />

ritos de iniciación mediante tres anillos concéntricos, y concretamente los dos anillos más<br />

externos producen un intenso dolor, pues se refieren al rito de purificación o lustración y a las<br />

pruebas del sacrificio 133 .<br />

Del mismo modo que Silvia se encuentra encerrada en un lugar profundo, subterráneo,<br />

rodeada de una oscuridad impenetrable a la que los ojos no pueden acostumbrarse, también se<br />

siente oscura por dentro, herida por ideas que surgen de las tinieblas que la rodean 134 . El deseo<br />

violento y autodestructivo de Silvia por arrancarse el corazón y comerse el cerebro 135 puede<br />

129 p.71.<br />

130 “Nada más doloroso que arder de dentro hacia fuera. Ni siquiera el consuelo de la asfixia. Se calcinaba hasta el<br />

último rincón. Y uno entonces paseaba cenizas con envoltura de piel.” (p.55). Recordemos que era necesario que el<br />

atanor estuviera rodeado de ceniza (BURCKHARDT, Titus: op.cit.p.208).<br />

131 p.37. Podríamos encontrar una conexión entre esas venas que asfixian a Silvia y la “diadema” formada por el<br />

cordón umbilical que unía a la protagonista de Dame placer con su madre; una diadema que acabará por descender<br />

hasta el cuello y estrangularla (Dame placer, p.62).<br />

132 “Algunas dudas forman parte de mí como si se tratara de un anillo o, mejor, de una serie de anillos de los que no<br />

puedo deshacerme. Son gruesos, pesados, absurdos. A veces aprietan demasiado, y hacen daño. El dolor de los<br />

anillos es un dolor indescriptible.” (p.75).<br />

133 “El anillo interior simboliza la identificación con Dios. Los anillos también pueden interpretarse como los tres<br />

estadios de realización, esto es, experiencia, reflexión y comprensión (BAYNES, citado por HEN<strong>DE</strong>RSON, Joseph<br />

L.: Thresholds of initiation, pp.84-85).<br />

134 “La oscuridad: está dentro de mí. Y fuera. Está por todas partes. Puedo alargar las manos y tocarla, y guardarme<br />

un poco para obstruir el túnel que transporta las ideas que me hieren. En vano, porque acaban siempre por abrirse<br />

paso” (p.27). Ella es consciente de que esta oscuridad no es sólo externa, sino también interior: “Voy hacia la<br />

oscuridad, puedo verla: es de gasa, es un tul caliente y huele a niebla nocturna. Casi puedo tocarla; está dentro de mí,<br />

dentro de mis manos, dentro de mi vientre todavía vacío, oscuro, infecundo. En el corazón. Ajado. Mustio.<br />

Marchito.” (p.94). DURAND afirma en este sentido que “la noche es símbolo del inconsciente y permite a los<br />

recuerdos perdidos tornar al corazón”, un hecho que han captado algunos poetas, como Novalis, y después de él los<br />

psicoanalistas modernos (op.cit.p.209). La noche es “el reino mismo de la sustancia, de la intimidad del Ser.” (ibid..<br />

p.209) y “tal como Novalis la canta en el último Himno, la noche es (...) el retorno al hogar materno, el descenso a la<br />

femineidad divinizada” (ibid.p.209). En definitiva: la oscuridad que rodea a Silvia nos remite, por un lado, a la vuelta<br />

al inconsciente y, por otro, a la búsqueda de la madre perdida. Regressus ad uterum, pues, por partida doble.<br />

135 pp.75-76, 83.<br />

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