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pensar históricamente el examen, para problematizar su - FedIcaria

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algunos casos, por extraño que parezca—, entroncan perfectamente con la<br />

tradición pedagógica d<strong>el</strong> reformismo institucionista.<br />

En este caso <strong>el</strong> análisis genealógico nos ayuda a poner de manifiesto las<br />

herencias, las continuidades, las claves, en fin, de un pensamiento pedagógico<br />

y de un habitus profesional <strong>su</strong>stentado sobre un capital cultural al que ya no se<br />

puede renunciar. ¿Tradición recuperada a partir de finales de los 50?,<br />

¿imposibilidad o incapacidad de los nuevos “jefes” d<strong>el</strong> sistema <strong>para</strong> establecer<br />

las bases de una pedagogía nacionalcatólica con posibilidades? Todo parece<br />

indicar que las profundas raíces de los poderes y saberes pedagógicos que<br />

aspiraban a gobernar la escu<strong>el</strong>a y que se trenzaron en los primeros treinta y<br />

seis años d<strong>el</strong> siglo, en un momento de crisis d<strong>el</strong> modo de educación tradicional<strong>el</strong>itista,<br />

estaban llamados a comparecer inexorablemente en la gestación<br />

discursiva d<strong>el</strong> modo tecnocrático de masas: no en vano esos discursos que, en<br />

cierto modo, se "ad<strong>el</strong>antan", son propios de una peculiar "transición" que por<br />

razones políticas se retrasará en España hasta finales de los años 50, momento<br />

en <strong>el</strong> que no cabe la menor duda que son reinventados y remozados con<br />

inusitada energía. Ante <strong>el</strong> aterrizaje forzoso de las masas obreras a la escu<strong>el</strong>a<br />

merced a la política de escolarización generalizada y obligatoria hasta los 14<br />

años…, la institución escolar no tendrá otra alternativa que reafirmar y agudizar<br />

<strong>su</strong> vocación clasificatoria y s<strong>el</strong>ectiva <strong>para</strong>petándose tras <strong>el</strong> reforzamiento de <strong>su</strong><br />

lógica más tecnocrática y eficientista. Cuando se revisan los textos que dieron<br />

vida a la Ley Villar de 1970, no se puede dejar de <strong>pensar</strong> en <strong>el</strong> ideal de escu<strong>el</strong>a<br />

unificada que Lorenzo Luzuriaga postulaba con audacia <strong>para</strong> 1931.<br />

En efecto, cuando Luzuriaga (2001) se pronuncia respecto al acceso de los<br />

niños a la escu<strong>el</strong>a haciéndose eco d<strong>el</strong> debate entre los socialistas alemanes,<br />

partidarios d<strong>el</strong> acceso generalizado de todos desde <strong>el</strong> kinder hasta la<br />

universidad, y los liberales, defensores de la s<strong>el</strong>ección de los más aptos y de la<br />

vía libre al talento, se inclina, sin entusiasmos, a favor de los segundos no sin<br />

antes tratar de mediar entre ambas buscando la racionalidad (científica) que<br />

pudiera maridarles: ambas “tienen como base <strong>el</strong> <strong>examen</strong> de la capacidad e<br />

inclinación de los alumnos, la primera <strong>para</strong> distribuirlos y la segunda <strong>para</strong><br />

clasificarlos y s<strong>el</strong>eccionarlos”. El pedagogo español se permite una crítica, bien<br />

que poco mordiente, al <strong>examen</strong> de s<strong>el</strong>ección y advierte de los p<strong>el</strong>igros de<br />

deshumanización y standarización que conlleva, sobre todo porque “no se <strong>su</strong><strong>el</strong>e<br />

tener en cuenta más que <strong>el</strong> aspecto int<strong>el</strong>ectual y técnico de los alumnos,<br />

prescindiendo de los valores morales y vitales (entusiasmo, constancia, energía)<br />

que pueden modificar o <strong>su</strong>stituir a los puramente int<strong>el</strong>ectuales” (p.74).<br />

Luzuriaga discute la exclusión, no la s<strong>el</strong>ección: hay muchos tipos de int<strong>el</strong>igencia<br />

y todo aspirante podría ser objeto de ser s<strong>el</strong>eccionado <strong>para</strong> una educación más<br />

amplia —aunque no necesariamente <strong>su</strong>perior— si esa diversidad fuera tenida en<br />

cuenta; la unificación d<strong>el</strong> sistema educativo es perfectamente compatible,<br />

concluye <strong>el</strong> paladín de la escu<strong>el</strong>a nueva, con la especialización y diversificación<br />

según los intereses y capacidades d<strong>el</strong> alumnado.<br />

Como decía, <strong>el</strong> reverdecimiento de estas ideas tomará carta de naturaleza en<br />

los albores de la regulación d<strong>el</strong> modo de educación tecnocrático de masas:<br />

“El sistema educativo deberá dar satisfacción a las aspiraciones<br />

individuales y sociales. Desde <strong>el</strong> punto de vista ocupacional <strong>el</strong> sistema<br />

ocupacional, <strong>el</strong> sistema educativo deberá dar respuesta a los factores<br />

condicionantes antes expuestos, por lo menos en los siguientes<br />

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