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Richard Leakey - Nuestros Origenes - Fieras, alimañas y sabandijas

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hombres decidieron darse el resto del día libre. Pero Kamoya no. Dijo que iba a echar<br />

un vistazo a un barranco al otro lado del cauce seco del río, a unos trescientos metros<br />

del campamento.<br />

«No sé muy bien qué es lo que vio Kamoya en ese barranco», dice Frank Brown, que<br />

había coincidido con Kamoya en las tres anteriores temporadas de exploración de la<br />

margen occidental. «Pasamos por ahí en 1981, el segundo año de la prospección, y ya<br />

entonces se paró a mirar, pero no encontró nada. Al año siguiente lo mismo. Nada. Y<br />

ahora este año, 1984, ¡bingo! Encuentra un homínido.» La explicación de Kamoya es<br />

siempre enigmática: «Me pareció interesante». Me considero a mí mismo un buscador<br />

de homínidos fósiles bastante experimentado, y a veces también siento —nada<br />

tangible— que voy a descubrir algo, así que comprendo a Kamoya. Pero incluso a mí<br />

aquel barranco me parecía poco prometedor, sólo un puñado de guijarros dispersos en<br />

un talud, un camino de cabras serpenteando junto a un viejo arbusto espinoso, el<br />

cauce seco de un río atravesando el barranco, y una sucia carretera local de norte a<br />

sur a pocos metros de distancia.<br />

«La tierra del barranco tiene un color claro —explica Kamoya—, y las piedras son<br />

negras, trozos de lava. El fósil es algo más claro que la lava, y por lo tanto fácilmente<br />

visible. Encontré lo que buscaba.» El fragmento no era mucho mayor que un par de<br />

sellos de correos juntos, pero aun así fue significativo. Un trozo de hueso chato con<br />

una ligera curvatura era indicio de cráneo, y un cráneo perteneciente a un animal con<br />

un cerebro de gran tamaño. Además, la impronta del cerebro en la pared interna del<br />

cráneo era muy borrosa. El conjunto de todas estas claves dispararon el patrón de<br />

búsqueda de Kamoya para afirmar que se trataba de un cráneo de homínido. Un<br />

fragmento de hueso similar, más delgado, con una curvatura más pronunciada y con<br />

improntas cerebrales más profundas en la pared interior podría haber apuntado a un<br />

antílope, por ejemplo.<br />

Aunque al principio no resultó inmediatamente evidente de qué parte del cráneo<br />

homínido procedía el fragmento fósil de Kamoya, finalmente resultó ser de la región<br />

frontal. Kamoya sí supo que el cráneo tenía más de un millón de años —1,6 millones<br />

de años, según el cálculo de Frank Brown—, de modo que adivinó que había<br />

encontrado un Homo erectas, la especie homínida directamente predecesora de Homo<br />

sapiens.<br />

El miembro más antiguo de la familia homínida se desarrolló hace entre diez y cinco<br />

millones de años, de acuerdo con las estimaciones actuales. Por lo tanto, podemos<br />

avanzar una datación media de unos 7,5 millones de años para el origen de la primera<br />

especie homínida. Una de las características definitorias de los homínidos es su modo<br />

de desplazarse: tanto nosotros como todos nuestros antecesores inmediatos<br />

caminaban erguidos sobre dos piernas, es decir, que eran bípedos. Si bien los primeros<br />

miembros de la familia eran bípedos, lo que eximía a sus manos de la tarea inmediata<br />

de locomoción, la producción de útiles de piedra y el desarrollo del cerebro se iniciaron<br />

relativamente tarde en nuestra historia, hace unos 2,5 millones de años. La cuestión<br />

es controvertida, pero yo estoy convencido de que la producción de útiles de piedra es<br />

una característica de nuestra propia rama de la familia humana, el linaje Homo, y que<br />

está estrechamente relacionada con el desarrollo del cerebro. Al principio, el desarrollo<br />

evolutivo en este sentido fue pequeño, pero con la aparición de Homo erectus empieza<br />

a ser importante. Tal como tendremos ocasión de ver a lo largo de este libro, el origen<br />

de Homo erectus representa un momento crucial en la historia humana. Una mirada<br />

retrospectiva desde la posición aventajada de hoy, nos habla del abandono de un<br />

pasado esencialmente simiesco para emprender el camino hacia un futuro nítidamente<br />

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