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Richard Leakey - Nuestros Origenes - Fieras, alimañas y sabandijas

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descubrimiento, John», dije. Y me contestó con una risa un tanto nerviosa: «¿No<br />

dijiste que querías algo especial?».<br />

Cuando se descubre un homínido fósil es como si una descarga eléctrica recorriera la<br />

espina dorsal. Sabemos por experiencia que los descubrimientos consisten, en su<br />

inmensa mayoría, en simples fragmentos, un trozo de cráneo o alguna otra parte de la<br />

anatomía, y prácticamente nada más. Así es la naturaleza del registro fósil:<br />

lamentablemente incompleta, como ya observara Darwin. Pero también sabemos que<br />

existe la posibilidad de que el siguiente descubrimiento, el próximo fragmento, sea el<br />

principio de un descubrimiento importante. «Bien, echémosle un vistazo», dije,<br />

mientras nos agachábamos en torno al montón de piedras, inspeccionando los<br />

alrededores en busca de otros fragmentos.<br />

Señalé los extremos del fragmento. «Roturas recientes.» Habitualmente, cuando un<br />

animal muere en el tipo de terreno que durante millones de años ha rodeado el lago<br />

Turkana, su esqueleto se fragmenta bajo el peso de las pisadas de las manadas de<br />

animales que pasan por allí. Los fragmentos pueden Quedar sepultados y petrificarse<br />

lentamente, hasta convertirse en parte del registro fósil, en cuyo caso los extremos del<br />

fragmento quedan fosilizados como fracturas muy antiguas. Pero si es un cráneo<br />

entero el que queda enterrado y con el tiempo se fosiliza, el resultado es distinto. En el<br />

mejor de los casos, cuando la erosión deja lentamente a la intemperie el cráneo,<br />

millones de años después, este caso no es frecuente. Lo habitual es que el cráneo vaya<br />

aflorando paulatinamente por la acción de los elementos, y se rompa en fragmentos de<br />

varios tamaños. Pero las roturas —los bordes de los fragmentos— serán recientes,<br />

frescas, indicando que el resto del cráneo puede haber quedado diseminado en las<br />

inmediaciones. Esto es lo que estábamos contemplando en el fragmento del homínido<br />

de John. «Parece como si hubiéramos dado con algo», dije, y nuestra excitación creció<br />

cuando empezamos a buscar lo que podía ser un descubrimiento importante.<br />

Por desgracia, nuestra búsqueda inicial no dio resultado, así que decidimos cribar, pero<br />

más tarde. La criba consiste en recoger el material suelto de la superficie donde se ha<br />

encontrado el fósil y pasarlo lentamente a través de una trama. Esta criba separa los<br />

granos minúsculos de tierra de los fragmentos de piedra y —si hay suerte— de fósil. Es<br />

una tarea aburrida, que requiere tiempo, y todos nosotros intentamos encontrar cosas<br />

importantes que hacer cuando llega el momento de la criba. Tenía que hacerse, pero<br />

aún no era el momento.<br />

Postergamos las operaciones de criba y nos dispersamos por los alrededores, en busca<br />

de otros fósiles. John encontró el cráneo de un cocodrilo, y Alan y yo excavamos un<br />

cráneo de mandril y más tarde un bovino, una especie de ñu o antílope salvaje. El ñu<br />

era una joya de fósil, pero muy frágil y fragmentado. Le aplicamos bedacryl, una<br />

especie de solución plástica para endurecer fósiles frágiles, y decidimos recoger el<br />

cráneo horas más tarde, cuando la cola se hubiera secado.<br />

El sol ya estaba alto y empezaba a hacer mucho calor, así que volvimos al<br />

campamento. Después del almuerzo decidimos que el resto de la Banda Homínida<br />

empezara las operaciones de criba en el yacimiento de Kamoya, no lejos del<br />

campamento. Alan, John y yo nos unimos a ella. «Hemos estado cribando,<br />

durante dos horas —escribió Alan en su diario de campaña aquella noche—, tamizando<br />

y separando los cantos rodados. Hay mucho polvo y las piedras son negras.» No era<br />

agradable, y yo sabía que la cosa iría a peor.<br />

A pesar de todo, charlamos y bromeamos, y mirábamos a un grupo de niños turkana<br />

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