ONU DICE QUE NO INVESTIGA A CASTRESANA - Prensa Libre

16 Opinión :
P RENSA LIBRE : Guatemala, viernes 3de diciembre de 2010
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EDITORIAL
Un tropiezo que
no debe repetirse
Esta semana empezaron a
ser sustituidos los 300
agentes de la Policía Nacional
Civil de la Comisaría 16, que tiene
a su cargo la seguridad de Mixco, pero la
tarea no ha sido fácil, porque no obedece
a una visión de mejora institucional, sino
más bien refleja el resultado de una exigencia
que se les hizo a las autoridades
del Ministerio de Gobernación, por parte
del alcalde de ese municipio y la Embajada
de Estados Unidos.
Estos cambios son la muestra de lo difícil
que es para los ciudadanos vivir en
uno de los países más violentos del mundo,
porque a las cotidianas expresiones
de violencia se había sumado la propia
sospecha que despertaban varios de esos
agentes, quienes llegaron al extremo de
rechazar pruebas, entre ellas, la del polígrafo,
algo que representaba una muestra
de rebeldía que no se podía tolerar.
Esa labor puede resultar más ardua
cuando los llamados a velar por la seguridad
ciudadana parecen no darse por
enterados de ciertas necesidades de los
pobladores, pues en este caso la renovación
de personal era un clamor de los vecinos,
oportuna y claramente expresado,
a lo que se sumó el condicionamiento del
embajador estadounidense de no desembolsar
unos Q8 millones si no se cumplía
con el cambio de agentes.
Es claro que la depuración en las filas
de la Policía ha tenido que sortear muchos
valladares, pero tampoco parece ser
una de las prioridades de la actual administración,
ya que los cambios se producen
más por presiones que por la convic-
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ción de hacer de la seguridad una certeza
para la ciudadanía, y no un regateo por
un buen servicio público.
Es obvio que para ello se hace necesario
el compromiso del Ejecutivo y de los
agentes comprometidos con una mística
de servicio, algo que solo puede esperarse
si los nuevos efectivos se someten a
pruebas rigurosas de confiabilidad, y esa
labor debe emprenderse con la mejor voluntad,
ya que, como lo dijo oportunamente
la comisionada presidencial para
la Reforma Policial, es un desafío que
puede llevar hasta tres años, lo que parece
demasiado tiempo, pero debe empezar
cuanto antes.
La instauración de una comisaría
modelo no debería encontrar mayores
obstáculos, porque precisamente lo
que urge es que algún prototipo de seguridad
empiece a dar resultados, porque
las extorsiones, asaltos y asesinatos
deben frenarse, ya que de no hacerlo
las agrupaciones criminales seguirán
ganando espacios.
Guatemala no se puede dar el lujo de
que sigan fracasando esfuerzos por reducir
la espiral de violencia, como sucedió
con la Comisaría Modelo de Villa Nueva,
la cual empezó a funcionar, con mucha
esperanza, hace cinco años, pero hoy
atraviesa por un franco deterioro y ese
municipio también empieza a registrar
un repunte en los índices delictivos.
El virtual abandono de esa comisaría
no hace más que evidenciar el poco interés
gubernamental por aprovechar las
experiencias exitosas y dotarlas de recuros,
pues no se puede seguir extendiendo
la mano en espera de ayuda si a cambio
no se adquiere el compromiso por hacer
de este un país más seguro.
María Mercedes Girón de Blank
Mario Antonio Sandoval
Gonzalo Marroquín G.
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MIEMBRO DE LA SOCIEDAD INTERAMERICANA DE PRENSA
CATA LEJO
MARIO ANTONIO SANDOVAL
Una despedida al
Cardenal Quezada
EL CARDENAL RODOL-
FO Quezada Toruño termina
mañana su labor al frente del
arzobispado de Guatemala, y
pasa la mitra a su sucesor,
monseñor Óscar Julio Vian
Morales, de la orden salesiana.
Pasa entonces agozar de
un merecido descanso y a
convertirse en un especial espectador
de la vida nacional,
luego de haber tenido una
participación muy activa en
la historia guatemalteca reciente.
Será siempre recordado
por su papel de primera
clase en la Comisión Nacional
de Reconciliación yenlas
negociaciones para lograr los
acuerdos de paz, trabajo realizado
nosólo por orden específica
del papa Juan Pablo
Segundo, sino porque le satisfacía,
como ciudadano
preocupado por su país, participar
en el cese de una matanza
tan larga.
MONSEÑOR QUEZADA
también tuvo una participa-
ción directa,
pero discreta,
en los acuerdos
de Esquipulas,
logrados gracias
ala participación
activa
del gobierno de
Vinicio Cerezo,
quien recogió los frutos de esfuerzos
hechos realidad por
los civiles involucrados en el
camino para lograr la normalización
política de Guatemala.
Por haber estado en ese
momento en el cargo de prelado
de Esquipulas, se le facilitó
ser el representante de la iglesia
con mayor importancia
histórica y con mayor cantidad
de fieles. Pero su labor
más importante para la historia
del país la realizó cuando,
como parte de la comisión reconciliadora,
debió realizar
docenas de viajes a diversos
países del mundo, en un hecho
ahora casi olvidado y poco
comprendido.
ES GUATEMALTECO. Jugó
en su infancia en el Hipódromo
del Norte; estudió en el
colegio de Infantes. Ordenado
alos 24 años, en 1956, ejerció
su ministerio en el Sagrario, la
Beatas de Belén, Capuchinas,
y fue párroco universitario, vicecanciller
del arzobispado,
rector del Seminario Mayor.
Estudió filosofía en el seminario
de El Salvador; teología en
Innsbruck, Austria, y se doc-
A cuatro lustros del
derrumbe del muro,
recordé cuando
lo conocí, hace
largos 36 años.
toró en derecho canónico en
la universidad Gregoriana de
Roma. Ascendió a obispo auxiliar
de Zacapa en 1972, a
coadjutor en 1975 y obispo en
1980,para luegoser nombrado
prelado de Esquipulas en 1986,
Arzobispo metropolitano de
Guatemala en 2001, yelevado
a cardenal en el 2003. Los pudo
ejercer un tiempo breve;
nueve y siete años, respectivamente.
EL CARDENALATO fue, a
mi juicio, un merecido pero
tardío homenaje. Como tal,
logró la terceravisita aGuatemala
de Juan Pablo II, así como
la tan esperada canonización
del Hermano Pedro. Otra
distinción fue el nombramiento
de “conciliador vitalicio”,otorgado
por el gobierno
guatemalteco en 1993, así como
el doctorado honoris causa
de la Universidad de San
Carlos en 1998. Por supuesto,
no todas sus acciones fueron
del agrado de todos. Eso se de-
bió en muchos
casos por su carácter
afable,
sus comentarios
directos y
sin demasiadas
dosis de diplomacia
en algunos
casos. Pero
al hacer un análisis de su vida
sacerdotal y al servicio del
país, pasa el examen sin ningún
problema y ya entró a la
historia nacional por la puerta
grande.
ES JUSTO SEÑALAR al
hombre detrás de la mitra. Su
amplia cultura le permite establecer
relación fácil con
muchos. Recuerdo de él dos
anécdotas. Una, hace muchos
años, cuando escondió presuroso
su cigarrito para evitar la
segura regañada de su mamá,
doña Clemencia. Y la otra,
cuando en la Catedral metropolitana
se fundió, mitra y
báculo en mano, se fundió en
un tierno abrazo con ella,
quien a sus más de noventa
primaveras lloraba de emoción
al ver asu primogénito
hecho cardenal. Me permito
predecir algo: el cardenal
Quezada tiene una nueva etapa:
la de observador y analista
de la vida política nacional,
con total libertad de expresión,
ycon el adecuado sustrato
de una experiencia variada
y perfeccionada por la
cultura personal.