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Lecturas del capítulo 1. López, E. (1996). Paradojas del desarrollo moral. En Educación en valores: educación para el desarrollo personal y social en la infancia y adolescencia. (22‐36). Cáceres. www.aidex.es/publicaciones/jorn‐cc/cc‐02.pdf 2. Meirieu, P. (2007). El mundo no es un juguete. Barcelona: GRAO. 3. Millás, J.J. (2010). No todos los Burkas son visibles. El País Semanal. España. 4. Guerriero, L. (2010). Testigo del horror. Reportaje: un país que se desangra. El País Semanal. 27‐06‐2010. España 5. Voltaire. Historia de un buen brahmín. www.ciudadseva.com/textos/cuentos/fran/voltaire/histbrah.htm Consultado 20 de noviembre 2010. 6. Peñasco, C. (n.d./2010) Si nuestra ropa pudiera hablar ¿qué nos contaría? En Somos lo que vestimos. Manual para el consumo responsable de ropa y complementos. (15‐ 26).España. Gobiernos de Aragón y Ecología y Desarrollo. www.ecodes.org/documentos/archivo/moda_sostenible.pdf Preguntas orientadoras • ¿Hay algo de mi contexto que no veo? • ¿Por qué no lo veo?, ¿quiero no verlo?, ¿Por qué? • ¿Mis decisiones son inofensivas? • ¿De dónde viene todo lo que me rodea? • ¿Quiénes son los otros? • ¿Debe preocuparnos lo que le pase a los otros seres vivos y a la naturaleza? • ¿Qué me une a los otros?, ¿Qué relación mantengo con ellos? • ¿En verdad lo que le pase a otros me afecta a mí? 40
López, E. (1996). Paradojas del desarrollo moral. En Educación en valores: educación para el desarrollo personal y social en la infancia y adolescencia. (22‐36). Cáceres. www.aidex.es/publicaciones/jorn‐cc/cc‐ 02.pdf Paradojas del desarrollo moral Enrique López Castellón Mi intención es destacar algunas paradojas que se dan en el ámbito moral que revisten especial importancia para el educador. Hablo de paradojas en el sentido etimológico de la expresión, esto es, de lo que está en contra de la doxa, de la opinión general e incluso del sentido común. Y es que en el ámbito del desarrollo moral se producen una serie de incoherencias e irracionalidades que nos impiden afirmar que en este campo impere no ya la racionalidad pura práctica de Kant, sino ni siquiera la racionalidad instrumental tan denostada por los frankfurtianos. Podemos abordar el fenómeno de la moralidad aplicando a este campo el modelo sistémico. La idea de este modelo es entender el fenómeno de la realidad psicológica y social como un conjunto compuesto por varios elementos. Cada uno de estos elementos influye en los demás y a la vez recibe la influencia de éstos, de forma que se dan entre todos los elementos del sistema una interacción: todos los elementos influyen en todos y sufren la influencia de los demás. Como resultado de esta interacción se produce en el sistema una especie de equilibrio; un equilibrio que, naturalmente, es precario, pues está expuesto a continuas estructuraciones cada vez que se produce una perturbación en el juego de interacciones que mantienen los elementos del sistema. Si aplicamos esta idea al fenómeno de la moralidad, descubriremos que esta interacción de elementos y este equilibrio inestable se producen principalmente en tres planos. El primer plano es el equilibrio que se ha de buscar entre la satisfacción de nuestros deseos, de nuestros impulsos, de nuestras inclinaciones psicobiológicas, por un lado, y, por otro, la necesidad de responder a las expectativas de nuestro entorno social, es decir, la necesidad de responder a aquello que las personas que nos rodean esperan de nosotros. Naturalmente no tiene por qué haber ninguna contradicción entre unos elementos y otros. Lo que se da, más bien, es una interacción entre los elementos psicobiológicos y las expectativas, pautas o usos sociales. Parece claro, por ejemplo, que una de nuestras necesidades fundamentales es contar con el afecto y la estima de los que nos rodean. Y que, a la inversa, ese afecto y esa estima están en función de la clase de persona que somos, es decir, de cuáles son nuestros deseos, inclinaciones y necesidades. Por eso, lo que más bien se da en este primer nivel de la moralidad es una tensión entre nuestros deseos de primer orden y nuestros deseos de 41
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