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AMOR Y ANARQUÍA

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por tu título. ¿Por qué no te vas con ella a Europa? Estoy segura que papá está de acuerdo.<br />

Marta ya lo había hablado con su marido. Soledad se quedó callada unos minutos: las otras tres mujeres<br />

la miraban y el mate había dejado de correr. Silvia se sumó:<br />

-Dale, Sole, venite. La vamos a pasar genial, en serio, vas a ver.<br />

Soledad siguió callada. Después dijo que por qué no, que podía ser, pero que primero tendría que<br />

solucionar el tema de la jura en la Universidad y un par de asuntos más.<br />

-Eso se arregla, Sole, no te preocupes. A mí me parece que te vendría bárbaro. España, Holanda, Italia,<br />

imaginate. Europa, Sole, imaginate.<br />

“Soledad no sabía, estaba muy indecisa entre irse y no irse”, dirá Gabriela Rosas. “Y entre todos la<br />

convencimos. Ella estaba en uno de esos momentos en que se paralizaba. Cuando no sabía qué hacer<br />

se paralizaba y se deprimía. Dejar al novio era como traicionarlo: ella se comprometía mucho con<br />

las personas, y después le costaba dejarlas, aunque la hicieran sufrir, ella siempre era un poco madre.<br />

Tenía ese rol de cuidarlos, protegerlos, consentirlos. Con Pablo le pasó un poco eso. Y el otro lloraba:<br />

‘yo sin vos no soy nadie’. Parecía una novela venezolana. Y además tenían ese proyecto de irse a Brasil.<br />

Finalmente el argumento que le dije fue ‘no perdés nada, cuando quieras te podés volver, el pasaje<br />

lo tenés abierto; si ves que lo extrañás y no aguantás, te tomás el primer avión y te volvés. Tenés la<br />

posibilidad, te regalan el pasaje. Andá, conocés, paseás un poco con Silvia’. Soledad la adoraba a Silvia,<br />

siempre le decía ‘si yo hubiera podido elegir una mamá, te hubiera elegido a vos’. Yo realmente creía<br />

que ella no tenía que perderse esa oportunidad. Y me dijo ‘sí, tenés razón’ y ahí empezó a averiguar<br />

por el pasaje. Lo mío no era para separarla de Pablo porque, la verdad, yo no tenía nada a favor ni en<br />

contra de él. No, eso lo pensaron mis viejos”.<br />

El 3 de mayo fue el cumpleaños de su madre, fiesta familiar: los Rosas comiendo empanadas en Villa<br />

Rosa, conversando, riéndose, comentando el próximo viaje de la nena.<br />

“Nos vimos ahí, en Villa Rosa, y ese día yo le recriminé por esa vez que me había dicho que yo era<br />

standard: ella ni se acordaba”, dirá Cecilia Pazo, su prima. “Eso me había dolido mucho. Yo no creo<br />

ser así y si soy, no creo que esté mal tampoco. Pero me pegó porque me pregunté ‘¿y si tiene razón ella<br />

y la verdadera vida es la alocada de ella, y no la mía?’. Me acuerdo que me vino a abrazar y yo le dije<br />

‘salí de acá. ¿Para qué querés estar conmigo si soy una mina standard?’. Me hice la estrellita. A mí me<br />

había pegado pero ella ni se acordaba. Se lo recordé y ella no podía creer que me hubiera dicho eso.<br />

Me dijo ‘¿sabés cómo me gustaría ser standard, a mí? No sabés cómo me gustaría’”.<br />

“Entonces nos planteamos qué hacíamos, si seguíamos o no”, dirá Pablo Rodríguez, su ex novio.<br />

“Ella estaba más con toda la historia de irse a Italia y yo no sabía qué hacer. Yo la quería mucho a<br />

ella. Me sentía presionado por la situación, y tampoco estaba bien. La amaba pero no me gustaba<br />

bancarme estas cosas. Empezaron los desencuentros. Una noche habíamos tenido una discusión, yo<br />

le decía que nos estaban separando. Ella no me dio bola y yo no dormí en toda la noche. Después<br />

vomité sangre. Me sentía remal. Ahí sentí un corte. Ella estaba como envuelta, protegida en otra situación<br />

pero tampoco era un corte de rostro: ella dormía conmigo, ella me amaba. Al día siguiente tenía<br />

que ir a la cancha con un amigo pero al final me desmayé, no pude ni ir a la cancha ni ver a mi amigo.<br />

Me sentía mal pero quería estar con ella y me volví a la quinta. Ella estaba con los viejos y le dije que<br />

habláramos. Ella estaba como dura, como los viejos. Hablamos, me puse a llorar, le dije que la amaba,<br />

que tenía miedo de perderla. Ella no reaccionaba. Después estuvimos con los viejos hasta tarde. Nos<br />

fuimos a dormir juntos. Hicimos el amor. Toda una situación muy mezclada, de pelea-reconciliación.<br />

Un par de días después yo llegué como a las once de la noche y ella no estaba, entonces toqué timbre<br />

en la quinta y no me atendió nadie. Para mí era una trampa porque no era tan tarde. Me fui a dormir<br />

solo: ella me había dejado una nota diciendo que me amaba, que tenía miedo de que nos separen.<br />

Vino a la mañana. Me despertó. Hicimos el amor. Después no sé por qué carajo vino la hermana a<br />

hablar conmigo, a decirme que Sole me quería pero que ya tenía todo armado para irse a Italia, que<br />

para ella era difícil decírmelo. Ella insistía en que yo tenía que dejar que Sole haga su vida. Pero yo la

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