Historia física y política de Chile - Centro de Documentación ...
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h i s t o r i a – c a P í t u l o l X i v<br />
Encién<strong>de</strong>se <strong>de</strong> nuevo en cólera el Gobernador y envía tropas a hacer incesantes<br />
batidas en todas las espesuras. Las batidas quedaron burladas, y se recurrió a las<br />
trampas y emboscadas hasta que en una <strong>de</strong> ellas cayó un lepiguala, el cual <strong>de</strong>claró<br />
que el jefe <strong>de</strong> la banda era un antiguo <strong>de</strong>sertor <strong>de</strong>l ejército español, indio bautizado<br />
llamado Cuero. Y es <strong>de</strong> notar que este facineroso, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber <strong>de</strong>sertado, se<br />
había arrepentido, y había sido perdonado. Con esta noticia, va Lazo en persona a<br />
buscarle, y se amaña tan bien, que muy pronto le pren<strong>de</strong> con todos los suyos, y los<br />
manda llevar a Concepción, en don<strong>de</strong> fueron arcabuceados, <strong>de</strong>scuartizados, y sus<br />
cuartos puestos en cruces en los caminos para escarmiento <strong>de</strong> otros.<br />
Apenas el Gobernador había tenido tiempo para serenarse, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber<br />
hecho justicia, cuando le vino un mayor motivo <strong>de</strong> sentimiento. Habían salido <strong>de</strong><br />
Angol algunos soldados para ir a buscar al fuerte <strong>de</strong> Nacimiento víveres, y dos se<br />
<strong>de</strong>stacaron para sacar algunos caballos <strong>de</strong> la isla <strong>de</strong> Diego Díaz, situada en medio<br />
<strong>de</strong>l Biobío. Estos dos valientes tardaron en volver, y la escolta se retiró a Angol<br />
sin esperarlos. Bien que los dos atardados hubiesen podido aguardar por otros que<br />
<strong>de</strong>bían pasar aquel día <strong>de</strong> Nacimento a Angol. Se pusieron en camino para volver,<br />
y fueron atacados y cogidos por Iparquili, que, no contento con ellos, fue a buscar<br />
otros tres que quedaban guardando los caballos en la isla <strong>de</strong> Diego Díaz, y se fue<br />
muy ufano con cinco prisioneros.<br />
Gran dolor le causó a Lazo esta noticia, temiendo la suerte que tendrían los<br />
cinco infelices. En efecto, los indios les dieron muerte en Puvinco, partiéndoles las<br />
cabezas con sus macanas. El Gobernador mandó inmediatamente que a toda costa<br />
fuesen castigados, y salieron los jefes <strong>de</strong> la frontera, llevando a Naucopillán por guía<br />
con otro su amigo prisionero como él el mismo día, llamado Pichipil. Sólo es preciso<br />
advertir que este último tenía su familia consigo y, por esta razón sin duda, había<br />
dado pruebas <strong>de</strong> lealtad; <strong>de</strong> manera que en la ocasión presente, mereció bastante<br />
confianza para que se le encargase <strong>de</strong>l mando <strong>de</strong> una <strong>de</strong> las correrías. Pero Pichipil,<br />
<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber extraviado, <strong>de</strong> intento, su partida, se pasó al enemigo. Esta fatalidad<br />
frustró <strong>de</strong>l éxito, y los españoles se dieron por dichosos en salir sin pérdidas.<br />
Poco satisfecho con este resultado, Lazo mandó reunir el ejército a principios <strong>de</strong><br />
febrero, se le incorporó en Tolpán, y se fue a alojar en Curalaba. Des<strong>de</strong> allí, envió<br />
por <strong>de</strong>lante quinientos auxiliares y cien tiradores españoles hasta Quillín, y en el<br />
río <strong>de</strong> este nombre, aprisionaron a cinco <strong>de</strong> los indios <strong>de</strong> guerra; pero no contentos<br />
con esto, los auxiliares se a<strong>de</strong>lantaron dos leguas más y cogieron a otros diez. La<br />
alarma dada por los que se escaparon al ver las tropas españolas, atrajo sobre ellas<br />
fuerzas superiores <strong>de</strong> los enemigos, <strong>de</strong> manera que Rebolledo tuvo que correr con<br />
mil quinientos caballos a socorrerlas, en vista <strong>de</strong> lo cual, los enemigos se retiraron.<br />
Lazo marchó entonces en persona a Elol, en don<strong>de</strong> se alojó, y aquella misma<br />
noche, perdió a un indio amigo llamado Murcullanca, en quien tenía mucha<br />
confianza, el cual aprovechó <strong>de</strong> la ocasión para volverse a los suyos. Esta fuga<br />
causó mucha pena al Gobernador; pero al día siguiente, <strong>de</strong>bió <strong>de</strong> haber quedado<br />
satisfecho con la muerte <strong>de</strong> Murcullanca, el cual había tenido la osadía <strong>de</strong> ponerse<br />
inmediatamente y sin tomar <strong>de</strong>scanso, a la cabeza <strong>de</strong> una partida para ir a quitar<br />
caballos a los españoles.<br />
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