Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
14<br />
Querido mío:<br />
Te escribo desde el otro extremo de la casa, donde sólo me acompaña el silencio. Lo sé, no es esto lo<br />
que se espera de una joven enamorada, pero es que necesito de este silencio para poder sincerarme contigo de<br />
una vez por todas. Necesito contarte una pequeñez que enturbia mi felicidad, y que hasta ahora no me había<br />
atrevido a contarte. Pero, amor mío, antes de ponerte en antecedentes de lo que me preocupa, debes entender<br />
que lo más importante de este mundo es que nos amamos y que nada podrá contaminar ese amor. Y que por<br />
más pruebas que nos ponga el destino, yo te amaré toda mi vida.<br />
Cielo mío, debo confesarte que desde que iniciamos nuestra vida en común no he podido dormir ni una<br />
sola noche. Lo cual es inexplicable teniendo en cuenta que no hacemos más que demostrarnos nuestra pasión,<br />
y tanto trajín debería dejarme agotada y en brazos de Morfeo. Pero no puedo, no puedo: en cuanto cierras los<br />
ojos, empieza tu serenata nocturna y así no hay manera de dormir.<br />
Y es que no se trata de un simple murmullo gracioso y acompasado de tu linda garganta, o un runrún<br />
melodioso y agradable. No, el sonido que sale por tu boca rompe el silencio con tal intensidad, que atenta<br />
contra los límites acústicos tolerados por el oído más duro. Es una murga de una sola nota incesante y monótona<br />
que hace tambalear los cimientos de la casa. Tanto megahercio vibrando por la habitación provoca<br />
movimientos inusitados de los libros en las estanterías, y en el espejo ha aparecido una grieta sospechosa,<br />
por lo que no sería de extrañar que un día estallase, como mis tímpanos. En fin, no te exagero, vida mía, el<br />
estruendo es insufrible.<br />
A veces tienes rachas de calma en las que consigo entrar en un sopor divino, pero cuando he conseguido<br />
dormir como medio minuto, invariablemente me vuelve a despertar el sonido de una banda de tambores<br />
a un palmo de mis oídos. El aire que entra y sale por tus vías respiratorias forma una corriente, del tipo<br />
tormenta del desierto con toques de ciclón hawaiano, que hace ondear mi pelo al viento como si fuera en<br />
un descapotable; y por más que me arrope no consigo deshacerme de este constipado crónico, que tanto te<br />
preocupa y que yo intento camuflar en una alergia pertinaz.<br />
Durante tus viajes, que es cuando consigo dormir un poco, puedo asegurarte que sigo oyendo tu<br />
cantinela, como si la psicofonía de tus conciertos nocturnos rebotara en las paredes haciendo eco. Incluso<br />
en mis sueños apareces roncando, con lo cual por las mañanas me siento fatal por no soñarte encantador y<br />
maravilloso como tú eres. Es espantoso lo que llego a sufrir por este motivo, mi amor.<br />
Meses de terapia intensiva a escondidas de ti no han conseguido tranquilizar mis nervios, completamente<br />
destrozados a causa de esta desagradable situación, que hasta ahora he procurado ocultarte para no<br />
darte un disgusto. Sé que piensas que mi carácter es nervioso por naturaleza, pero no recuerdas que yo antes<br />
no era así, rey mío, que estoy enloqueciendo por la falta de sueño, y por el reconcome de calarme el secreto<br />
para no crearte un sentimiento de culpa, porque me da miedo causarte una sola preocupación, tanto es lo<br />
que te amo.<br />
Ay, cielo mío, no puedo más y por eso me decido a contártelo. Ahora regreso al dormitorio, a mi<br />
pequeño averno junto a ti, a tu cuerpo perfecto envuelto en cánticos infernales. Te dejaré esta carta sobre la<br />
mesa para que la leas durante el desayuno, cuando ya esté yo en el Conservatorio, intentando descansar de<br />
otra noche en vela.<br />
No olvides nunca que te adoro.<br />
Con amor,<br />
Batuta<br />
“El silencio roto”, Yosé Álvarez-Mesa