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El Decalogo - Felix Garcia Lopez (Cuadernos Biblicos).pdf

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7,9, el robo se presenta como una transgresión<br />

de los compromisos de la alianza entre Dios y su<br />

LAS LEYES DE HAMMURABI<br />

En contra de lo que pudiera hacer creer la<br />

escena grabada en la parte superior de la célebre<br />

estela del Código de Hammurabi (Museo del<br />

Louvre), el rey no recibe la ley de su dios Marduk,<br />

sino sólo los objetos simbólicos del poder<br />

real (¿la regla y el cordel?). <strong>El</strong> epílogo del Código<br />

subraya que todas las leyes provienen de la<br />

sabiduría de Hammurabi, y no de los dioses.<br />

(Estos son) los juicios de justicia que Hammurabi,<br />

rey competente, ha establecido y ha hecho<br />

adoptar en el país como camino recto (... ).<br />

Yo, Hammurabi, rey perfecto, no he sido inteligente,<br />

no he hecho caer el brazo para los «negros<br />

de cabeza» (los humanos) que me ha dado<br />

el dios Enlil y cuyo pastoreo me ha confiado<br />

Marduk; he buscado para ellos lugares de paz,<br />

he resuelto dificultades arduas, he hecho surgir<br />

sobre ellos la luz.<br />

Para que el fuerte no oprima al débil, para<br />

hacer justicia al huérfano y a la viuda, en Babilonia<br />

(. .. ) para tomar las decisiones relativas al<br />

país, he escrito mis palabras preciosas en mi estela<br />

y la he levantado ante mi estatua de «rey de<br />

justicia». Soy un rey que supera a los reyes; mis<br />

palabras son escogidas, mi prudencia no tiene<br />

rival.<br />

(Las leyes del Antiguo Oriente, M. J. Seux,<br />

Documentos en tomo a la Biblia, 15, p. 70).<br />

pueblo. En la literatura sapiencial tampoco faltan<br />

algunas alusiones en tal sentido. En una hermosa<br />

plegaria del libro de los Proverbios, el sabio<br />

pide a Dios:<br />

«No me des pobreza ni riqueza,<br />

concédeme el alimento preciso,<br />

no sea que me sacie y reniegue de ti<br />

diciendo: '¿Quién es Yahvé?',<br />

no sea que empobrezca y robe<br />

y profane el nombre de mi Dios» (30,8-9).<br />

En la mentalidad de este sabio, del mismo<br />

modo que la riqueza lleva a la saciedad y a la<br />

autosuficiencia, con el consiguiente desprecio<br />

de Dios, la pobreza puede desembocar en el robo<br />

y llevar al falso juramento, para evitar el castigo.<br />

Tal conducta no sólo es contraria a los derechos<br />

del prójimo, sino que desagrada a Dios.<br />

En el Nuevo Testamento, el robo aparece varias<br />

veces catalogado con una serie de vicios (d.<br />

Me 7,20-23; 1 Cor 6,10; 11im 1,10; 1 Pe 4,15). Se<br />

censura y se condena como un acto de egoísmo,<br />

ya que el ladrón se aprovecha y se sirve del otro,<br />

sin reparar para nada en sus derechos. Es lo más<br />

opuesto al espíritu cristiano de amor, donación<br />

y servicio (d. Ef 4,28).<br />

4. NOVENO MANDAMIENTO<br />

«No darás falso testimonio<br />

contra tu prójimo»<br />

(Ex 20,16 I Dt 5,20)<br />

4.1. <strong>El</strong> noveno mandamiento no se refiere indiscriminadamente<br />

a cualquier tipo de testimo-<br />

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