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El Decalogo - Felix Garcia Lopez (Cuadernos Biblicos).pdf

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pronunció estas palabras» (Ex 20,1). <strong>El</strong> relato de<br />

la teofanía se abre en dos (Ex 19,16-19 + 20,18­<br />

21 Y Dt 5,4-5 + 22-31) para acoger en medio de<br />

él las palabras del decálogo (Ex 20,2-17 y Dt 5,6­<br />

21). La ruptura de la narración teofánica y el engranaje<br />

del decálogo en el corazón mismo de la<br />

teofanía resulta un tanto artificial, como ya hemos<br />

señalado, aunque no por eso deja de ser sumamente<br />

elocuente y significativo. Ensamblando<br />

ambas piezas, la teofanía y el decálogo, el<br />

redactor pone de relíeve la importancia excepcional<br />

asignada a este último. En el marco de la<br />

teofanía, el decálogo adquiere el estatuto de ley<br />

de Dios. Al poner en boca de Dios los diez mandamientos<br />

-en origen independientes y parcialmente<br />

equiparables a otras leyes orientales, como<br />

hemos podido comprobar- se les da el rango<br />

de ley revelada. Esta concepción constituye un<br />

hecho insólito y excepcional respecto de las<br />

otras culturas y religiones del entorno de Israel.<br />

En las leyes del antiguo Oriente, los dioses nunca<br />

aparecen como autores del derecho, sino tan<br />

sólo como garantes. En el Antiguo Testamento,<br />

en cambio, Yahvé es presentado como la fuente<br />

y el origen de la ley.<br />

En el texto actual de Ex 19s y Dt 5, la narración<br />

teofánica va precedida por un relato de<br />

alianza. En los versículos específicos, ésta suena<br />

así:<br />

«<strong>El</strong> Señor, nuestro Dios, hizo con nosotros una alian·<br />

za en el Horeb» (Dt 5,2). «Si escucháis atentamente mi<br />

voz y guardáis mi alianza, seréis mi propiedad escogida<br />

entre todos los pueblos...» (Ex 19,5).<br />

En la sección sinaítica, aún se vuelve otra vez<br />

sobre este tema en Ex 24,8. Aunque diferentes<br />

entre sí, los dos relatos de alianza de esta sección<br />

(Ex 19,3b-8 y 24,4-8) poseen muchos rasgos<br />

formales y temáticos en común; son piezas distintas<br />

de una misma realidad. Su colocación, al<br />

54<br />

principio y al final de la sección sinaítica, sirve<br />

de marco general, convirtiendo al conjunto, en<br />

cierto modo, en un texto de alianza. Esto repercute<br />

sobre las principales piezas, de modo que la<br />

teofanía pasa a ser un elemento de la alianza y<br />

el decálogo se convierte, en consecuencia, en el<br />

documento de la alianza. Lo mismo le ocurre al<br />

decálogo de Dt 5,6-21 con la introducción de<br />

5,2ss.<br />

<strong>El</strong> término hebreo berft, que hemos traducido<br />

por «alianza», es uno de los términos bíblicos<br />

con mayor densidad de contenido, siendo susceptible<br />

de diversas interpretaciones según los<br />

casos. En Ex 24,8 y Dt 5,2 forma parte de la expresión<br />

karat berit, que generalmente se traduce<br />

por «pactar» o «establecer / concluir / hacer<br />

una alianza», pero que literalmente se debiera<br />

traducir por cortar una alianza. En Ex 24,8 esta<br />

expresión se coloca al final de un rito sacrificial<br />

(24,4-8), que podemos calificar de rito de alianza.<br />

En el Antiguo Testamento se conserva el recuerdo<br />

de otros ritos de alianza, en los que se<br />

encuentra la clave para esclarecer la mencionada<br />

expresión. Así, en la alianza de Dios con<br />

Abrahán se describe un rito consistente en cortar<br />

unos animales en dos partes, colocando cada<br />

mitad frente a la otra (Gn 15,9ss). Quien hacía<br />

una alianza de este género, se supone que tenía<br />

que pasar por entre las dos mitades de los animales<br />

descuartizados, evocando simbólicamente<br />

la maldición en la que incurría si no guardaba<br />

fielmente lo pactado. Su destino sería el mismo<br />

que el de aquellos animales (ver Jr 34,18). A juzgar<br />

por el contexto de Ex 24,8 y Dt 5,2, la expresión<br />

relativa a la alianza implica la idea de compromiso<br />

u obligación. Es la misma idea que se<br />

encierra en la fórmula guardar la alianza de Ex<br />

19,5. En este pasaje, «guardar la alianza» equivale<br />

en realidad a «guardar la ley», a obedecer<br />

la voluntad de Dios y cumplir lo pactado. Aquí,

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