¿Dónde está la meta? - Colegio Oficial de Médicos de Salamanca

En el centenario de Pablo Neruda (1904 - 1973)
U
n hombre escribió unos versos
que decían: “Es tan corto el
amor y es tan largo el olvido”. Ese
hombre, aunque no era español,
escribió años después un poemario
titulado España en el corazón, en el
que se dolía de nuestra guerra. Su
nombre era Naftalí Ricardo Reyes,
pero todos le hemos conocido como
Pablo Neruda, poeta chileno, seudónimo
desde 1920 para firmar sus
obras y nombre que adoptó como
propio en 1946, como homenaje al
escritor checo Jan Neruda.
Este año se celebra el “centenario”
del nacimiento de este poeta
chileno, de Parral, uno de los mejores
de habla hispana de todos los
tiempos, cuyo influjo, ha sido comparado
al que ejerció Rubén Darío,
no en vano fue Premio Nobel de
Literatura en 1971. La mayoría de
nosotros nos hemos identificado, en
algún momento de nuestra vida, con alguno de
los poemas de su universal libre Veinte poemas de
amor y una canción desesperada, publicado en
1924 (alguien dijo que este era el gran best-seller
de la poesía en castellano, después de las rimas de
Bécquer) y puede que conservemos alguno de
ellos en nuestras carpetas de estudiantes.
Esta obra supuso una novedad decisiva en la
superación del modernismo por su voz personalísima
y su tono tan directamente humano…
Para mi corazón basta tu pecho
Para tu libertad bastan mis alas…
Como poeta amoroso tampoco pueden pasar desapercibidos sus Versos
del capitán, donde podemos disfrutar de la bellísima Carta en el camino,
en la que el soldado que marcha a la guerra dice a su amada:
…Vendrás conmigo, en esa hora te espero, en esa hora y en todas las
horas, en todas las horas te espero. Y cuando venga la tristeza que odio
a golpear tu puerta, dile que yo te espero…
Neruda se sumerge también en el surrealismo, movimiento del que
nace otra de sus obras más importantes Residencia en tierra. Este libro (dos
partes 1933, 1935) es prolijo en intenciones oscuras o imágenes alucinantes,
donde el hombre parece perdido en un mundo caótico y sin sentido. Es
un libro materialista, que llega a crear una profunda atmósfera de angustia.
Tras esta época, el escritor se dedica a la poesía social y política. Dada
su condición de diplomático, viajó por medio mundo y fue cónsul de Chile
“Y cuando venga
la tristeza que odio
a golpear tu puerta, dile
que yo te espero…”
creación literaria
por Saturnino GARCÍA LORENZO
en Madrid, donde hizo amistad
con los poetas del 27. Aquí
se introduce en política y vive,
según él mismo cuenta: “En
un departamento de la llamada
Casa de las Flores, a la
entrada de la ciudad universitaria”.
Nos habla también de
uno sus grandes amigos:
“Miguel Hernández, vestido
de miliciano y con fusil, consiguió
una vagoneta destinada a
acarrear mis libros y los enseres
de mi casa que más me
interesaban…”.
De esta época es otra de
sus obras cumbres, Canto
general, donde canta a los
conquistadores y la libertad de
las tierras de América. Siente
una gran pasión por América,
una América pura e intacta
destruida por los descubridores,
y Neruda se deshace en insultos.
Pero también es capaz de elaborar una poesía
más directa aún, con un lenguaje más sencillo.
Este se manifiesta en sus Odas elementales,
donde canta a la madera, la alcachofa, la cebolla,
la flor, la alegría, la pobreza, el aire, el amor, el día
feliz, etc. Neruda canta estas cosas en función de
la necesidad que el hombre tiene de ellas, y por
esto esta poesía es auténtica poesía social, la conquista
de la objetividad. Esta actitud del poeta la puede simbolizar su Oda
a la alegría:
porque aprendí luchando que es mi deber terrestre
propagar la alegría.
Y cumplo mi destino con mi canto.
Las Odas elementales son quizá la obra más valiosa del gran poeta
chileno.
Este hombre, que murió de cáncer en 1973, a los pocos días del golpe
de Pinochet y cuya tumba se encuentra en un jardín abierto al océano, es,
en resumen, un personaje colosal de la literatura. La potencia y la riqueza
de su inspiración son inmensas y ha sido maestro para poetas de muy
diversas tendencias.
Consideramos que era necesario en este nacimiento de su centenario
que escribiéramos –aunque no seremos los primeros- este pequeño homenaje
a un poeta que ha sido capaz, siempre que leo alguno de sus poemas,
de quedárseme prendido en el corazón. ■
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