¿Dónde está la meta? - Colegio Oficial de Médicos de Salamanca

la poesía. Incluso van los poetas más lejos,
comparan al toro con el agua.
Así lo hace Ibn Suhayd de Córdoba: “El
sol miraba con un ojo sano, turbio de polvo.
/ De repente pareció un rebaño como las
olas sucesivas del mar” 27 . Cada toro es,
pues, como una ola y la manada, una sucesión
de ellas. Aunque a los admiradores de
la belleza del toro les parezca una imagen
muy pobre y empobrecedora, el toro le parece
a Salomópn Ibn Gabirol una rana: “Los
cuernos yo voy a quebrarle / a un toro que
tira derrotes, / el cual por su aspecto parece
una rana” 28 . Sea o no feliz esa imagen,
es algo incontrovertido, el toro es para él un
ser anfibio, acuático y terrestre. Por ello,
quizás, Sor Juana Inés de la Cruz yuxtapone,
si no los iguala o al menos compara, los
riesgos del mar y del toro 29 .
El francés André Montagard ve al toro
como un río: “Fiero, entonces, surgiendo
desde el toril sombrío / mugiente el toro
arranca, como si fuera un río! 30 . Lorca pone,
en parecida imagen, la fuerzo del río no en
el toro sino en el diestro muerto: “Como un
río de leones su maravillosa fuerza, / y
como un torso de mármol / su dibujada prudencia”
31 . En directo, sin irisaciones, las
cornadas del toro son olas para Rafael
Morales: “Y tú, gran mar nocturno, negro
toro, / sigues lanzando al aire tus cornadas
/ igual que tormentosas, fieras olas” 32 .
Ya nos lo ha dicho, el toro es mar nocturno.
Otros poetas lo identificarán poéticamente
con el río, lo harán niebla sin río,
mar a secas o dirán que es un ser marino.
Conviene a este aspecto recordar que el
Tíber de Virgilio y el Océanos tienen cabeza
de toro 33 .
Góngora, hablando de las focas, les
dice marino toro: “Torpe la más veloz, marino
toro / mas toro al fin, que el mar violado
/ de la púrpura viendo sus venas...” 34 . Si
János Arranz se pregunta al escuchar de
repente enorme griterío “¿Incendio es o
riada, o asalto al castillo? / No hay fuego ni
riada, no se ven enemigos, / pero sí ocurre
otro suceso terrorífico: / por la estrecha
calleja, se acerca un toro fiero” 35 ; si Rilke,
en su “Corrida” en memoria de Montes, ve
al toro casi pequeño, “en sí mismo doblado,
abandonado / en la gran ola de nuevo lanzada”
36 , Jean Cocteau nos canta directamente:
“Toros de lidia, / río terrible / que
llega del fondo de los siglos / arrastrando
vaticinios y cultos /... / Viejo río terrible, /
... / que hoy sangra todavía / en los ruedos
de España” 37 .
Pedro Salinas hace de la sangre del toro
lluvia fecunda: “El gran toro del ruido, /... /.
Tibia sangre incolora / le corre por los flancos
/ y a la tierra nos llega / desvanecida,
en flecos de lluvia / .../. ¿Qué queda de la
29 R., I, 119, 1.4s.9s.13s.: “Si los riesgos del mar considerara, / ninguno se embarcara si
antes viera / bien su peligro, nadie se atreviera / ni al bravo toro osado provocara”.
30 31 32 R., I, 421, 14s. R., I, 374, 9-12. R., II, 129, 15-17.
33 DURAND, G., Les structures anthropomorphiquesde l´humain, Paris, Dunod, 1969, p.87.
Ver también, ELIADE, M., Traité d’histoire des religions, París, Payot, 1959, pp. 85-88.
34 35 R., I, 261, 21. 262, 19-22. R., I., 189, 12-15.
36 R., I, 263, 19s.; ver Ibid., 261, 212, 263, 1s.:”... La figura tormentosa / ha ido creciendo:
mira hasta qué masa...”
37 38 R., I, 309, 7-10. 20. 24s. R., I, 326, 11. 19-23. 326, 7s.14-19.
39 40 41 42 Id., I, 326, 15-18. R., I, 343, 18-24. R., I, 363, 5-7. R., I, 389, 16-18.
43 44 45 46 R., I, 408, 10.13s. R., I, 444, 2s. R., I, 455, 6s.20-27. R., II, 40, 3-6.
gran / tauromaquia celeste? / ... / Colgando
de unas hojas / unas gotas de lluvia, /...
/ descansan en su rumbo / de lágrimas al
suelo” 38 . Parece como si este sueño poético
de Salinas uniera la corrida con las divinidades
genésicas de la tormenta, - “Se le
atreven los rayos / - raudos banderilleros - /
y en lo alto del retumbo / le clavan los destellos”
39 - y vincula en ella, en la fiesta, el
trueno, - toro del ruido -, el rayo y la lluvia
con todas las divinidades atmosféricas. Y
Adriano del Valle, en su poema a Fernando
Villalón, dice que “Fernando murió muy lejos
/ del Guadalquivir natal, / río de taurinos
peces, / que, en garrochas de cristal, /
dando el salto del trascuerno, / saltan el
testuz del mar” 40 haciendo así del toro un
ser acuático y del mar un toro. Henri de
Montherlant, que evoca a la diosa Apis, al
Minotauro, a Mitra y a los Centauros hace
del toro un monstruo marino: “surge un
fabuloso toro, chapoteando en el agua pálida./
... /. Y aspirando el olor marino / el
monstruo corriendo camina” 41 .
Dámaso Alonso ve el toro como “ciclón
de su propio torbellino” y es para él “árbol,
cual yo, torrente despeñado, / ciega bestia,
cual yo, ¡Mi ángel de ruina” 42 . Tanto identifican,
en las imágenes poéticas, el toro con
el agua que Donaldo Bossa hace de Cádiz
una “frágil caracola” para luego decirnos
que es “Revolera / de Andalucía al toro del
Atlántico” 43 . Si Agustín de Foxá prefiere fijarse
en los ojos del toro para decir “Por tus
ojos, nieblas sin río” 44 , Anselmo Luengo, que
elige cantar al toro bravo, dice: “Lo absoluto
/ del arrogante mar inevitable: / el asta
abierta de invencible bruto /.../ Vedle de
quieta najestad vestido / bufando en doble
soledad su sueño / bajo indómito empeño /
que cede al río tras su piel fingido” 45 .
Para Miguel Hernández el toro no es el
mar pero concentra los océanos y le grita:
“Alza, toro de España: levántate, despierta.
/... / que respiras la luz y rezumas la sombra,
/ y concentras los mares bajo tu piel
cerrada” 46 . En cambio, Rafael Morales borda
con rasgos de orfebre los caracteres marinos
del toro: “Tras la purpúrea, roja vela /
que al oleaje negro de tu paso...”; luego dirá
“y tú, negro mar nocturno, negro toro, /
sigues lanzando al aire tus cornadas / igual
que tormentosas olas” para finalmente, con
más sosiego y amargura, exclamar: “Pronto
se calmará tu mar sonoro y sobre él.../ llorarán
silenciosas amapolas” 47 .
El toro es tormenta y río negro, nos dirá
Luis Bourne, en su poema dedicado a un
cuadro pictórico, y en sus versos nos hace
ver que “fogoso vuelve el toro río negro” 48 .
Nada extraño, pues, que Dámaso Alonso se
pregunte, en su Madrigal a Conchita Cintrón,
si la rejoneadora “surge anfibio mito
taurología
en cielo y agua” 49 , o que Alberti, en su
poema “Un solo toro para Luis Miguel
Dominguín”, exclame ante la embestida de
su poético toro: “Oh qué aliento, / qué rempuje
/ de pleamar sin orillas!” 50 , a pesar de
que para Carmen Conde el toro sea “un
arroyo entre guijas” 51 .
Tan marino es el toro entre los poetas
que para Victoriano Crémer, sintiéndose
torero, hace de él un velero: “Y si el filo de
su quilla / - negro velero – te arredra...” 52 ; y
Gabriel Celaya lo ve como toro en tierra
cuando “las tres nubes blancas / de tus
últimos resuellos / suben altas, / se hacen
tenues, / se evaporan como música en el
cielo, / en la tierra: tú, / toro muerto” 53 ,
Álvaro Figueredo, sin dejar de ver lo
acuático del toro, dirá que es “antorcha y
nieve, al término del prado” 54 ; y, si Javier
Bengoechea, en su toro como símbolo de
España, dice que “las aguas (están) banderilleando
/ los ibéricos costillares”, Gabino
Alejandro Carriedo, en su “Fluvomaquia”,
hace del agua un toro y del toro una corriente
55 . Si Ángel Crespo, que hace de la prisa
un toro, nos dice que al toro “lo confundimos
con el ruido del mar” 56 , José Luis Tejada,
al hacer del toro “un mar que se desangra
por sus poros” 57 , ambos, nos acercan a
la imagen de Manuel García Viñó que hace
de la plaza de toros una playa 58 y nos hace
fácil escuchar lo que cantan “las taurinas
aguas del Iro”, el río de Chiclana 59 .
Si para la estadounidense Silvia Plath
el mar es la testuz del toro 60 , Ángel García
López nos dirá “y una oscura corrida prolongaba
mareas por las ocho provincias
del coso sureño” 61 y Rafael Soto Vergés,
reviviendo la imagen de Miguel Hernández,
hablará del “toro del enlunado pozo” 62 ; si,
en la estética de Góngora, Francisco López
de Zárate canta al toro “cuando el mar con
amor surcó triunfante”, si Pérez de Montoro
dice al definir un toro “el toro herido es
un bajel errante” 63 , se entenderá mejor
que Neruda, en su “Llegada a Puerto
Picasso” consagre la dimensión acuática
del toro exclamando: “Picasso de Altamira,
Toro del Orinoco, / torre de aguas por
el amor endurecidas!” 64 .
En resumen, los petas citados y otros
cuya enumeración hubiera prolongado excesivamente
esta serie de testimonios, dejan
patente la relación del toro y del agua, su
comparación con ella y su identidad imaginaria
con el mar, con el río, con seres monstruosos
o no pero siempre marinos. Y,
desde Virgilio a la generación del medio
siglo pasado o hasta los nuevos poetas del
Siglo XX, resuena el mar, la mitología marina
cuando cantan al toro, lo hagan o dejen
de hacerlo con citas o alusiones expresas
a la mitología. ■
47 R., II, 129, 11s. 15-20. 48 R., II, 155, 337, 26. 49 R., I., 354, 11. 50 R.., I, 427, 24-26.
51 R., II, 17, 10-13. 18, 1: “Porque tú eres lo que comes, pisas, ves ante ti, / y también
el viento que te enrosca collares de bramidos./ Una yerba gigante, un arroyo entre guijas.
/ ... / No es interrumpe en ti la corriente o marea ...”
52 R., II, 47, 21s. 53 R., II, 60, 15-21. 54 R., II, 93, 1.
55 R., II, 162, 5. 10-14: “Más bien toro de lidia es si parece / .../ Granítica, la mole, la
autaujía / le brinca el primer tercio y la compuerta / se alaza en pase de pecho aguas
abajo, / y entonces la corriente se desvía, se abre en canal fecundo ante la huerta”.
56 R., II, 195, 1s; ver v 14: 57 R., II, 218, 17. 58 R., II, 222, 11-24.
59 R., II, 224, 40. 60 R., II, 267, 5. 61 R., II, 312, 152. 62 R., II, 314, 13s.
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