Volumen 4 - Artes - Universidad de Cuenca

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pero primero hacer, porque si usted no hace no tiene material para
reflexionar. Eso fue lo segundo que aprendí de esta anécdota.
Y lo tercero es que dije: “Chuta, yo soy compositor”.
¿Qué es el arte para usted?
El ser humano tiene muchas necesidades, económicas, sexuales,
nexos familiares, pero uno de los problemas más agudos del hombre
es de tratar de comprender qué es lo que estamos haciendo en la
Tierra. Y frente a eso hay dos respuestas fundamentales: la una es
la religiosa, es decir, comprender a través de una religión, que la
explique; y la otra es el arte.
Para mí el arte es la actividad más importante del hombre, en el
sentido de que el arte es lo único que está explicando y dando una
visión, una razón de ser, de lo que está haciendo en la Tierra. El arte
es una parte fundamental; hablando ahora en términos políticos, es
el derecho más importante que tiene el hombre, el ser humano.
El arte es para todas la personas que no funcionan con religión,
nosotros antes íbamos a la iglesia para que se nos discutan todos los
problemas, ahora ya no vamos a la iglesia para discutir problemas de
sexualidad, de política, de historia; ¿dónde vamos?: al cine, al teatro,
leemos libros, conversamos; es decir, todas esas son manifestaciones
artísticas. El arte es la disposición fundamental que le orienta a
usted mismo.
Tiene alguna fe, alguna religión?
No. Es decir, para mí el problema religioso es que me mantuvieron
en el catolicismo a palos.
Yo le voy a contar una anécdota - o dos - que para mí han sido muy
importantes, y me han dado otra visión de la religiosidad: la una es
que cuando yo hice la primera comunión, yo la hice muy tarde, a los
12 o 13 años fui al catecismo; y el padre nos enseñaba la religión,
antes de la comunión en la capilla; nos mostró lo que era el infierno,
en la capilla estaba dibujado el infierno: aquí le estaban quemando
los pies a uno, allí le estaban sacando los ojos, el otro se estaba
quemando eternamente, le sacaban la cabeza y tanta cosa.
Tampoco dormí esa noche, y me dije: si existe una religión que tiene
estos elementos como parte de su fundamento, aunque sea como
castigo, yo no quiero pertenecer a esta religión. Entonces esa fue
una de las cosas fundamentales de que yo me aleje definitivamente
de la religión.
La otra anécdota es: en la escuela nos decían que si nos
masturbábamos, nos íbamos a volver locos, entonces, efectivamente
había en una casita donde yo vivía, un muchacho, que se
masturbaba, que se volvió loco, o tal vez por el desequilibrio. Eso
me preocupó mucho, y esa fue una situación que a mi me persiguió.
Ampliándolo, el sexo es malo y que mejor dejarlo hasta que uno
se volvió púber y empecé a descubrirlo poquito a poco, cómo
me habían mentido. Pero para mí, fue una cuestión importante.
Entonces yo descubrí que me estaban mintiendo.
Al descubrirlo, yo me he separado progresivamente del cristianismo.
Entonces
la música
para mí fue,
literalmente,
la torre de
marfil; hasta
que yo salí
del país.
Yo no soy católico.
Curiosamente, yo me he empezado a acercar a las religiones
andinas, no de una manera ideológica, ciertamente no; sino que a
través de la lectura, de la experiencia; yo sintetizo el problema de
una manera muy superficial, así: el cristianismo hace que el hombre
sea el punto central de la creación, la creación está sirviendo al
hombre, mientras que las filosofías vernáculas andinas dicen algo
diferente: el ser humano es parte de la creación; entonces nosotros
no estamos para aprovecharnos de la creación, sino somos parte de
ella, la creación fluye en nosotros.
Esa idea sí me gusta, es decir, no tengo que hacer grandes teologías,
ni grandes pensamientos, porque yo la he experimentado toda mi
vida, el ser parte de un todo.
Y luego, cuando uno ya empieza a percibir la vida de una manera
más tranquila, más diferente, pues ¿qué es lo que a usted le pasa?
Todas las mañanas sale el sol y le calienta, entonces más allá de toda
teología, me he dado cuenta de que la naturaleza nos da el ámbito
necesario para vivir, de que yo formo parte de la naturaleza y de que
el sol está todos los días, así que he decidido adorar al sol.
¿En qué medida cree que su producción musical
cumple con la concepción de arte que acaba de
mencionar?
Yo creo que al 100%, porque para mí el arte ha sido siempre la
manera en la cual yo pude confrontarme a los problemas vitales de
una u otra manera.
Como ya le conté al principio, de la religiosidad, hay otro problema
que, para mí, fue muy importante: el ser indio, es un problema
que me ha despertado muy tarde pero que sí tuvo una repercusión
inmediata. Imagínese, ya le digo, yo vengo de un barrio muy pobre
en donde nunca hubo música, o la música no fue practicada por
mis padres, sino por la chichería y por el piano, es decir yo no tuve
ninguna, práctica musical en mi casa.
Entonces, me dicen que yo era muy inteligente, y que por eso me
mandaron al Colegio Americano con beca: el Colegio Americano es
un colegio de ricos, entonces yo era un muchacho del “slam” pobre,
yendo todos los días donde los ricos.
Eso me creó problemas fuertes de relación, es decir, yo no pertenecía
ni a este grupo, ni a este otro; estaba yo viviendo en un vacío. Ese
vacío, me llenó la música, ese vacío me llenó el arte; en ese tiempo
de una manera negativa, para mí eso era una fuga de una realidad, a
lo mejor si no había eso yo habría sido político o guerrillero, yo que
sé.
Entonces la música para mí fue, literalmente, la torre de marfil;
hasta que yo salí del país.
El arte fue para mí una forma de evasión, de introspección también,
y sucesivamente en mis trabajos he empezado a tocar temas que
para mí son bastante interesantes.
Imagínese una forma de crear esa torre de marfil es que yo, indiecito
de San Diego, me dediqué a la música por computador: la forma
más evidente de fuga. Pero el computador me encantó, lo mismo
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