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Sociedad civil y democracia en Chile.

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de la política significó el fin de las organizaciones populares autónomas y el predominio de<br />

una ori<strong>en</strong>tación reivindicativa fr<strong>en</strong>te al estado por parte de todos los sectores. Este respondió<br />

expandiéndose de modo inorgánico pero constante, hasta 1973. La relación <strong>en</strong>tre la política y<br />

la sociedad <strong>civil</strong> se tornó manipulativa y con t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia a la cooptación y no pudieron<br />

desarrollarse adecuadam<strong>en</strong>te movimi<strong>en</strong>tos sociales que no contaban con apoyos políticos<br />

significativos: es el caso de las mujeres, los pobladores hasta fines de los años cincu<strong>en</strong>ta y los<br />

campesinos hasta mediados de los set<strong>en</strong>ta 16 .<br />

3. La sociedad <strong>civil</strong> bajo la dictadura militar<br />

La instauración de una dictadura militar de larga duración y conducción única a lo largo de<br />

más de dieciséis años produjo importantes efectos <strong>en</strong> la reestructuración de la sociedad <strong>civil</strong><br />

chil<strong>en</strong>a y sus vínculos con la política y el estado. El marco g<strong>en</strong>eral fue una fuerte represión<br />

política y militar a toda expresión de descont<strong>en</strong>to y oposición, basada <strong>en</strong> el int<strong>en</strong>to de<br />

“refundar” el sistema económico y político desde arriba. El diagnóstico histórico de las<br />

fuerzas que ocuparon el estado apuntaba a desactivar las alternativas de cambio y su<br />

capacidad de incidir sobre las estructuras estatales. En el campo social se promovió la<br />

“privatización” de los ciudadanos, los que fueron alejados tanto de la participación política<br />

como de formas asociativas propias.<br />

En el terr<strong>en</strong>o económico, luego de los dos primeros años se impuso un modelo de apertura al<br />

exterior, privatización y desregulación económica, el que se tradujo <strong>en</strong> un importante proceso<br />

de conc<strong>en</strong>tración de propiedad e ingresos, cambios <strong>en</strong> la legislación laboral y privatización de<br />

los servicios de salud y sistema previsional, transformaciones <strong>en</strong> la estructura social, <strong>en</strong>tre<br />

otros. Durante los años set<strong>en</strong>ta y och<strong>en</strong>ta se vivieron dos períodos de durísimo ajuste<br />

económico (1975/76 y 1982/83) que tuvieron como consecu<strong>en</strong>cia el empobrecimi<strong>en</strong>to de<br />

amplios sectores de la población, el deterioro de los niveles de vida y la falta de resolución de<br />

las necesidades básicas por la disminución de la acción social del estado.<br />

A lo anterior se agrega el aum<strong>en</strong>to de la difer<strong>en</strong>ciación social, producto de la exclusión de<br />

grandes sectores del aparato productivo, el crecimi<strong>en</strong>to de un sector terciario, reducido pero<br />

de alta tecnificación (ligado a las finanzas y al comercio exterior), el aum<strong>en</strong>to del empleo<br />

informal y la disminución del empleo público, las transformaciones <strong>en</strong> el agro, etc. En<br />

términos gruesos se puede señalar que durante los och<strong>en</strong>ta surge un amplio sector "excluido"<br />

de todo b<strong>en</strong>eficio del funcionami<strong>en</strong>to del sistema (el desempleo abierto llegó al 30%),<br />

contrapuesto a otro "integrado", sea <strong>en</strong> forma privilegiada o deteriorada, a través, por<br />

ejemplo, de la perman<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> empleos estables con remuneraciones de mercado. Es decir,<br />

se acrec<strong>en</strong>tó la heterog<strong>en</strong>eidad de los sectores sociales <strong>en</strong>tre sí y al interior de cada sector.<br />

Por otro lado, la mant<strong>en</strong>ción de una alta tasa de desempleo redundó <strong>en</strong> una virtual<br />

paralización de la acción obrera indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te, por temor a la pérdida de la fu<strong>en</strong>te de trabajo<br />

16 Considérese al respecto esta reci<strong>en</strong>te interpretación del período: “El movimi<strong>en</strong>to popular, no pres<strong>en</strong>tó<br />

después de 1932 ningún proyecto alternativo de construcción estatal. Mas bi<strong>en</strong>, por presión o sin ella, se<br />

disciplinó bajo el imperio de la Constitución y el Código del Trabajo. Incluso colaboró, de modo cli<strong>en</strong>telítisco,<br />

hasta 1946. Después, sin embargo, <strong>en</strong>tró activam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> el mercado competitivo de las ‘peticiones’ (allí<br />

combatían demandas justas con las no tanto) (…) el Estado de 1925 no fue un instrum<strong>en</strong>to de dominación ni del<br />

empresariado ni del proletariado ni de las clases medias sino, <strong>en</strong> rigor, de la clase política <strong>civil</strong> (…) que excluyó<br />

y subordinó todos los movimi<strong>en</strong>tos sociales (incluy<strong>en</strong>do el de los militares). Es decir: todos los brazos de la<br />

sociedad <strong>civil</strong>. El trueque de la ‘participación’ por la ‘petición’ se practicó hasta el final”. Gabriel Salazar y<br />

Julio Pinto, op. cit. Pp. 64 - 65.<br />

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