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3. Miriam Pérez, una de las<br />
Hijas de la Luna, durante la<br />
producción 1999.<br />
22 Argentinos<br />
Andrea Fuchs se quedó en Jujuy, pero los<br />
resultados de esas producciones realizadas en<br />
el noroeste argentino volvieron a Buenos Aires,<br />
e incluso pueden encontrarse en Pórtico,<br />
una boutique de rarezas de todo el mundo situada<br />
en Nueva York. En 1999, desarrollaron<br />
para la marca Cheeky una colección de ponchos<br />
para niños<br />
¿Cómo fue el paso de diseñadora de grandes<br />
marcas a estilista de la Puna?<br />
A.F.: Al principio yo pensaba diseños y<br />
combinaciones de colores de los tejidos antiguos<br />
y de trajes de momias remitiéndome a<br />
una paleta gastadita: terracotas combinados<br />
con bordó, marrones y tierra, que en las urbes<br />
hacen a la simbología de lo étnico. Pero de repente<br />
noté que las tejedoras se quejaban y me<br />
decían “a esto le falta vida, la combinación de<br />
gris y marrón es imposible”, y le metían una<br />
raya naranja en el medio. Cuando leí crónicas<br />
de la Conquista, descubrí que en la época precolombina<br />
los textiles más preciados, ésos que<br />
sólo podían usar el Inca y los nobles, eran color<br />
rojo magno, amarillo y azul fuerte. Esos<br />
colores llamativos, logrados con esencias de índigo,<br />
cochinilla y otras plantas, eran los colores<br />
elegantes, mientras que los más gastados<br />
eran señal de prendas viejas; lo opuesto a nuestro<br />
ideal de elegancia.<br />
¿Dónde se originó la tradición de las tejedoras?<br />
A.F.: Entre los mayas, las mujeres son muy<br />
fuertes como tejedoras. En la antigüedad, las<br />
tejedoras del Inca habitaban la casa de las<br />
doncellas vírgenes y hubo de distintos tipos.<br />
Estaban las que tejían para el Inca y su familia<br />
–eran por lo general muy bellas y debían conservarse<br />
puras hasta los treinta años–, y otras<br />
que tejían a la luna y las estrellas. Muchas familias<br />
nobles tenían una hija que se dedicaba<br />
a tejer, y las más lindas podían llegar a ser sacrificadas<br />
en ocasión de una fiesta o en el caso<br />
de una catástr<strong>of</strong>e. Las llevaban a la montaña,<br />
construían un altar al sol, dormían y se congelaban...<br />
Tengo fotos de muchas de ellas,<br />
sonrientes, convencidas de que uniéndose al<br />
sol salvaban al mundo de ciertas catástr<strong>of</strong>es.<br />
Algunos teóricos dicen que en realidad la sonrisa<br />
se debe a que las embriagaban y les daban<br />
alucinógenos.<br />
¿Las Hijas de la Luna adhieren a algún<br />
ritual?<br />
A.F.: Nuestro nombre está basado en una<br />
antigua leyenda que dice que la luna enseña a<br />
la mujer a tejer y es la principal fuente de conocimiento<br />
del mundo femenino. Rescatamos<br />
antiguas recetas para los tintes, los mordientes<br />
y las sales naturales que funcionan como fijadores.<br />
Usamos distintas semillas, pétalos y<br />
cortezas de plantas. Por ejemplo, los verdes se<br />
obtienen del molla; el gris, del álamo plateado,<br />
y de una semilla boliviana llamada wayruro<br />
(con cualidades para acentuar la fertilidad si<br />
se la coloca debajo de la almohada) salen los<br />
naranjas. Las ponemos en grandes ollas de barro<br />
sobre un fuego de leños. El trabajo es muy<br />
intenso, ya que a veces para teñir dos kilos de<br />
hilo tenemos que usar diez kilos de hojas. El<br />
telar se arma al aire libre, bajo un árbol y cerca<br />
de alguna corriente de agua, y como parte<br />
del ritual hacemos <strong>of</strong>rendas de hojas de coca,<br />
comida y copal a la Pachamama, para que nos<br />
proteja y guíe durante el proceso. Tejer un<br />
poncho lleva alrededor de veinte días. Para las<br />
terminaciones usamos bordados, flecos o los<br />
pompones con los que se marcan las llamas.<br />
Me acuerdo que durante mi embarazo yo estaba<br />
tejiendo y mi amiga Asunción me advirtió<br />
muy alarmada que dejara de ovillar porque el<br />
cordón umbilical de mi bebé se podía enroscar.