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11. Rosa Bailón y amigos del<br />
Swinging Buenos Aires frente<br />
a la vidriera de Madame<br />
Frou Frou.<br />
32 Argentinos<br />
desde Marilú Marini hasta Graciela Borges, y<br />
camisas para hombres con estampas psicodélicas<br />
en copias limitadas, que usaron Lito Nebbia,<br />
Alejandro Medina y Pappo.<br />
Su reino fue un local de la Galería del Este,<br />
más precisamente el número 26, que adhirió a<br />
la modalidad de glamour extremo en tiendas ta-<br />
“El día de la inauguración, Alejandro Medina cantó canciones de<br />
protesta y Tanguito se quedó en la escalera. No quiso sumarse, argumentando<br />
que éramos muy caretas.”<br />
Rosa Bailón, 1994<br />
maño caja de zapatos que divulgó el Swinging<br />
London. Para asomarse a él, bastaba con espiar<br />
a través de los óvalos, flores y guirnaldas que el<br />
artista Daniel Melgarejo creó para la fachada.<br />
Algunas de sus vidrieras más celebradas fueron<br />
las inspiradas en la obra de Manuel Puig.<br />
“Manuel le compraba ropa a Male, su mamá,<br />
en la tienda de Rosita”, cuenta Felisa Pinto, “y<br />
cuando se produjo el boom de Boquitas Pintadas,<br />
ella lanzó su colección Boquitas, que fue<br />
tapa de revistas de moda. Copió los jopos de<br />
los cuarenta y puso plataformas rescatadas de<br />
zapaterías de barrio.”<br />
Solía contar que había destinado su primer<br />
sueldo como aprendiz de la tienda Drecoll a un<br />
par de los mejores zapatos aguja que encontró en<br />
Buenos Aires, una anécdota digna de alguien que<br />
hasta pocos días antes de su muerte –en la primavera<br />
de 1999– hizo tours en busca de la mejor<br />
fórmula de brioche, o salía bajo la lluvia con alguna<br />
cloche de su vasta colección de sombreros<br />
–no en vano se la comparó con Greta Garbo–,<br />
con misiones tales como comprar polenta en<br />
Harry Cipriani o admirar las vidrieras de La Casa<br />
de los Moldes. Rosa pasaba horas, café negro y