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LEYENDA DE PERUSA - Tercera Orden Regular

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de aquí allí, se iría . El bienaventurado Francisco preguntó: ")Cuál es ese monte?" "Ese<br />

monte es tu tentación", escuchó. "Entonces, Señor, que suceda en mí según tu palabra", dijo<br />

Francisco. Y al instante se halló tan tranquilo, que le parecía que jamás había padecido<br />

semejante tentación.<br />

COME CON UN LEPROSO<br />

64. Un día, al volver el bienaventurado Francisco de la iglesia de Santa María de la<br />

Porciúncula, encontró allí, en compañía de un leproso cubierto de úlceras, al hermano Jacobo<br />

el Simple, que había llegado aquel mismo día. El santo Padre le había recomendado aquel<br />

leproso, y particularmente todos los demás leprosos que estuvieran más llagados. Hay que<br />

tener en cuenta que en aquel tiempo los hermanos habitaban en las leprosería. Este hermano<br />

Jacobo era como el médico de los muy ulcerados, y así, con todo cariño tocaba y curaba las<br />

llagas y cambiaba el vendaje.<br />

64. El bienaventurado Francisco dijo al hermano Jacobo en tono de reproche: "Tú no<br />

deberías llevar contigo a los hermanos cristianos, pues no está bien ni para ti ni para ellos".<br />

("Hermanos cristianos" era el nombre que Francisco daba a los leprosos.) El santo Padre le<br />

hizo esta advertencia porque, aunque estaba muy contento de que el hermano les ayudara y<br />

sirviera, sin embargo, no quería que sacara del hospital a los más llagados, y en especial<br />

porque el hermano Jacobo era muy simple, y con frecuencia iba con algún leproso a la iglesia<br />

de Santa María, y, sobre todo, porque las gentes, en general, sienten horror a los enfermos<br />

que están muy cubiertos de úlceras.<br />

64. No bien hubo terminado la amonestación, el bienaventurado Francisco se acusó a sí<br />

mismo y confesó su culpa al hermano Pedro Cattani, que entonces era ministro general; más<br />

que todo, porque creyó que su reprensión al hermano Jacobo había avergonzado al leproso,<br />

dijo su falta con la intención de repararla ante Dios y ante el leproso.<br />

64. Habló así al hermano Pedro: "Te pido que apruebes, y en manera alguna me la niegues, la<br />

penitencia que quiero hacer". El hermano Pedro respondió: "Como te agrade, hermano".<br />

Pues era tal la veneración, respeto y sumisión que el hermano Pedro tenía al bienaventurado<br />

Francisco, que jamás osaba cambiar su obediencia, aunque entonces, como en muchas otras<br />

ocasiones, quedara por ello afligido interior y exteriormente.<br />

64. El bienaventurado Francisco dijo: "Mi penitencia será comer de un mismo plato con el<br />

hermano cristiano". Cuando se sentó a la mesa para comer con el leproso y con otros

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