LEYENDA DE PERUSA - Tercera Orden Regular
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temía . tanto el escándalo, como hemos dicho, que transigía en muchas cosas y condescendía<br />
a deseos que iban en contra de su voluntad.<br />
REPARACIÓN <strong>DE</strong> LAS PALABRAS OCIOSAS E INÚTILES<br />
107. Estaba nuestro Padre junto a la iglesia de Santa María de la Porciúncula. Tenía la<br />
costumbre de ocuparse en algún trabajo a una con sus hermanos después de comer, para que<br />
ni él ni sus hermanos perdieran, por medio de palabras ociosas e inútiles después de la<br />
oración, el bien que con la asistencia de Dios habían ganado en ella. Por eso, un día, para<br />
evitar ese lapso de palabras ociosas e inútiles, mandando a sus hermanos que lo observaran,<br />
ordenó lo que sigue: "Si un hermano, estando entre los hermanos sin hacer nada o haciendo<br />
algo, profiriese alguna palabra ociosa o inútil, esté obligado a recitar una vez el padrenuestro,<br />
alabando a Dios al principio y al final de esa su oración. Pero con esta condición: si el<br />
transgresor, consciente de su falta, se acusa de ella antes de ser corregido, dirá el<br />
padrenuestro y las alabanzas de Dios en bien de su alma; si es advertido por otro hermano<br />
antes de que se acuse él mismo, dirá el padrenuestro por el hermano que le ha corregido,<br />
según el modo antes indicado. Pero si, advertido por un hermano, trata de excusarse y no<br />
quiere recitar el padrenuestro, lo dirá dos veces por el hermano corrector, si del testimonio de<br />
éste o tal vez del de otro tercero constase que la palabra vana o inútil había sido pronunciada.<br />
Recitará estas alabanzas de Dios al principio y al final de esa oración tan fuerte y clamante,<br />
que todos los hermanos presentes las oigan y entiendan; éstos durante tal recitación deben<br />
callar y escuchar. Si alguno no guarda silencio y habla mientras el otro reza deberá decir el<br />
padrenuestro con las alabanzas de Dios por el rezador. Siempre que un hermano entra a una<br />
celda, casa en otro sitio y encuentra allí o en otro sitio a uno o más hermanos, debe alabar y<br />
bendecir a Dios diligentemente". El muy santo Padre acostumbraba recitar siempre estas<br />
alabanzas, y su gran deseo y voluntad era que también los otros hermanos las dijeran<br />
igualmente con fervor y devoción.<br />
<strong>DE</strong>VOCIÓN A LA EUCARISTÍA<br />
108. Después del capítulo celebrado en el mismo lugar y en el que por primera vez fueron<br />
enviados hermanos a algunos países de ultramar, el bienaventurado Francisco, que había<br />
quedado allí con algunos hermanos, les dijo: "Mis muy queridos hermanos, yo debo ser<br />
modelo y ejemplo para todos. los hermanos. Por tanto, si he enviado a mis hermanos a países<br />
lejanos, donde sufrirán fatigas, humillaciones, hambre y pruebas de toda clase, es justo y me<br />
parece muy conveniente que también yo vaya a alguna comarca lejana para que mis hermanos