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LEYENDA DE PERUSA - Tercera Orden Regular

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y el gozo interior producido en el siervo de Dios por una oración pura o por otras buenas<br />

obras. Cuando el demonio consigue apropiarse algo del siervo de Dios y éste no tiene la<br />

sabiduría de anularlo o destruirlo cuanto antes por medio de la confesión, contrición y<br />

satisfacción, en breve el primer cabello, al que irán sumándose otros nuevos, lo convertirá en<br />

viga".<br />

120. Y afirmaba: "El comer, dormir y otras necesidades corporales deben ser satisfechas<br />

con discreción por el siervo de Dios, para que el hermano cuerpo no pueda murmurar: >No<br />

puedo estar erguido y dedicarme a la oración, ni alegrarme en las tribulaciones, ni realizar<br />

otras buenas obras, porque no me das lo que necesito".<br />

120. Decía también: "Si el siervo de Dios atiende con discreción a su cuerpo y lo cuida de<br />

modo conveniente y honesto, y, no obstante, el hermano cuerpo es perezoso, negligente o<br />

somnoliento en la oración, las vigilias y otras buenas obras del alma, lo debe castigar como a<br />

bestia mala y perezosa que quiere comer y se niega a ganar y a llevar la carga. Y si, por<br />

escasez y pobreza, el hermano, sano o enfermo, no puede tener las cosas necesarias y,<br />

pidiéndoselas por amor de Dios correctamente y con humildad a su hermano o a su prelado,<br />

no se las dan, sufra pacientemente por el amor del Señor, y El le concederá el mérito del<br />

martirio. Y por cuanto hizo lo que dependía de él, es a saber, por haber pedido lo que<br />

necesitaba, se le excusa de pecado, aun cuando el cuerpo se enferme más gravemente a<br />

causa de esa privación".<br />

120. A pesar de que el bienaventurado Francisco fue siempre, desde el principio de su<br />

conversión hasta el día de su muerte, muy duro con su cuerpo, su principal y supremo cuidado<br />

fue tener y conservar en todo momento, interior y exteriormente, la alegría espiritual. Decía<br />

que, si el siervo de Dios se esforzase en poseer y conservar la alegría interior y exterior que<br />

procede de la pureza del corazón, los demonios no podrán hacerle mal alguno; por el<br />

contrario, se verán obligados a decir: "Como este siervo de Dios conserva su alegría tanto en<br />

la tribulación como en la prosperidad, no podemos hallar entrada alguna para penetrar en él<br />

ni nos es posible dañarle".<br />

120. En cierta ocasión reprendió a uno de sus compañeros, al que veía triste y con el<br />

semblante sombrío, y le dijo: ")Por qué manifiestas así la tristeza y el dolor que sientes por tus<br />

pecados? Esto es asunto para vosotros dos: Dios y tú. Pídele que te devuelva, por su<br />

misericordia, el gozo de su salvación . Delante de mí y de los otros, trata de mostrarte siempre<br />

alegre, porque no es conveniente que un siervo de Dios aparezca ante su hermano u otro

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