LEYENDA DE PERUSA - Tercera Orden Regular
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habrá hermanos menores de nombre y de hecho que, por el amor del Señor Dios y por la<br />
unción del Espíritu Santo que les instruye e instruirá en todas las cosas, se abajarán a toda<br />
humildad, sumisión y servicio de sus hermanos. Pero hay y habrá otros que, por vergüenza o<br />
por malas costumbres, rehusan y rehusarán humillarse y abajarse para mendigar y para<br />
desempeñar trabajos serviles. Por eso debo enseñar con mi comportamiento a quienes están<br />
en la Religión y a los que vendrán a la miseria para que no tengan excusa delante - de Dios ni<br />
en este mundo ni en el otro.<br />
97. Así, pues, cuando estoy en vuestra casa, señor nuestro y papa nuestro , y en la de los<br />
grandes y de los ricos de este mundo, que por el amor del Señor Dios no sólo me reciben en<br />
sus casas con mucha devoción, sino que me obligan a quedarme con ellos, no quiero<br />
avergonzarme de ir a pedir limosna. Más bien, quiero tenerlo según Dios, como gran nobleza,<br />
como dignidad real y honor de aquel soberano Rey que, siendo Señor de todos, quiso<br />
hacerse por nosotros servidor de todos, y, siendo rico y glorioso en su majestad, vino a ser<br />
pobre y despreciado en nuestra humanidad. Por eso quiero que los hermanos presentes y los<br />
venideros sepan que para mí es mayor consuelo interior y exterior cuando me siento a la mesa<br />
pobre de los hermanos y contemplo ante mí las pobres limosnas que recogen pidiendo de<br />
puerta en puerta por el amor del Señor Dios, que cuando me siento a vuestra mesa o a la de<br />
otros señores y la veo cubierta abundantemente de toda clase de manjares, aunque sé que me<br />
los ofrecéis con gran devoción. El pan de la limosna es pan santo, santificado por la alabanza<br />
y por el amor de Dios, pues el hermano que va a mendigar debe empezar por decir: >Alabado<br />
y bendito sea el nombre de Dios=, y luego debe pedir: >Dadnos una limosna por el amor del<br />
Señor Dios=".<br />
97. El señor obispo, muy edificado de esta conversación con el santo Padre, le dijo: "Hijo<br />
mío, haz como bien te parezca, pues el Señor está contigo y tú con El". El bienaventurado<br />
Francisco quería - y lo decía con frecuencia - que ningún hermano estuviera mucho tiempo sin<br />
salir a mendigar, para que luego no sintiera vergüenza cuando tuviera que hacerlo. Es más:<br />
cuanto más grande y noble había sido un hermano en el mundo, tanto más edificado quedaba<br />
y mayor alegría sentía al verle ir por limosna y desempeñar los trabajos humildes, por el buen<br />
ejemplo que daba a los demás. Es lo que se practicaba en los primeros tiempos.<br />
97. En los comienzos de la Religión, cuando los hermanos moraban en Rivo Torto, había<br />
entre ellos uno que oraba poco y no trabajaba ni quería tampoco ir por limosna, porque le<br />
daba vergüenza, pero comía bien. El bienaventurado Francisco, considerando esta<br />
conducta, fue advertido por el Espíritu Santo de que se trataba de un hombre carnal. Por lo