LEYENDA DE PERUSA - Tercera Orden Regular
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para el cuerpo y virtudes para el alma, y en el futuro conseguirán la herencia celestial .<br />
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9. Para sí mismo quiso como fundamento la más perfecta pobreza y humildad, y así, aunque<br />
era gran prelado en la Iglesia de Dios, quiso, por libre elección, ser tenido como el último, no<br />
sólo en la Iglesia, sino también entre sus hermanos.<br />
SE HUMILLA ANTE EL OBISPO <strong>DE</strong> TERNI<br />
10. Un día en que predicó al pueblo de Terni en la plaza delante del palacio episcopal,<br />
asistía a la predicación el obispo de la ciudad, hombre de discreción y de vida interior. Al<br />
terminar el sermón, el obispo se levantó y dirigió al pueblo, entre otras, las siguientes<br />
palabras: "Desde el día en que plantó y edificó su Iglesia, el Señor la ha adornado siempre<br />
con santos varones, que la han hecho crecer con su palabra y ejemplo. En estos últimos<br />
tiempos la ha enriquecido con este hombre pobrecillo, humilde e iletrado (al decir esto,<br />
señalaba con el dedo al bienaventurado Francisco ante todo el pueblo). Por eso debéis amar<br />
y honrar al Señor y guardaros de todo pecado, pues no ha favorecido tanto a todas las<br />
naciones .<br />
10. Acabada la predicación, descendió del lugar desde donde había hablado; el señor obispo<br />
y el bienaventurado Francisco entraron en la catedral. Allí, el bienaventurado Francisco se<br />
inclinó ante el señor obispo y se arrojó a sus pies, diciéndole: "En verdad os digo, señor<br />
obispo, que ningún hombre me ha hecho tanto honor en este mundo como vos ahora. Pues los<br />
demás hombres dicen: =(Este es un santo!=, atribuyendo la gloria y la santidad a la criatura y<br />
no al Creador. Vos, en cambio, como hombre discreto, habéis sabido distinguir lo que es<br />
precioso y lo que es vil".<br />
10. Cuando le prodigaban honores y proclamaban su santidad, el bienaventurado Francisco<br />
replicaba frecuentemente: "No puedo asegurar que no tendré hijos e hijas". Y añadía: "Si en<br />
un momento dado el Señor quisiera quitarme el tesoro que me ha confiado, )qué quedaría?<br />
Un cuerpo y un alma. También los infieles tienen esto. Debo estar convencido de que, si el<br />
Señor hubiera concedido a un ladrón, y hasta a un infiel, bienes tan grandes como a mí, serían<br />
más fieles al Señor de lo que soy yo". Y decía también: "En una pintura en tabla<br />
representando a nuestro Señor a la bienaventurada Virgen, honramos a éstos y les<br />
recordamos; sin embargo, la tabla y la pintura nada se atribuyen por ser tabla y pintura. De<br />
igual manera, el siervo de Dios viene a ser una pintura, es decir, una criatura de Dios, en la<br />
que éste es honrado por razón de sus beneficios. A ejemplo de la madera y de la pintura, el<br />
siervo de Dios nada debe atribuirse a sí mismo, sino que ha de rendir honor y gloria a Dios