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teledetección - Enresa

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gracia). Al final de la década, las encuestas<br />

a los periodistas revelaban un distanciamiento<br />

de la energía nuclear, tanto<br />

en sus aplicaciones militares como<br />

civiles.<br />

De los años setenta en adelante, la<br />

desconfianza caló en la mentalidad de<br />

los profesionales. Se vio en la cobertura<br />

televisiva del accidente de Three<br />

Mile Island (EEUU) , con planos que<br />

mostraban a la central como una presencia<br />

masiva, ominosa y hermética,<br />

tal como el cine de terror presentaba al<br />

tenebroso castillo donde moraba la amenaza.<br />

El cambio de registro visual denotaba<br />

una disposición proclive a los escenarios<br />

de pesadilla del cine de ciencia<br />

ficción -así, a los depósitos de residuos<br />

nucleares se les denominó "cementerios<br />

nucleares", asociando los barriles enterrados<br />

a muertos que aguardan la oportunidad<br />

de subir a la superficie a perseguir<br />

a los vivqs-. A semejanza de las<br />

películas, las noticias se poblaron de<br />

autoridades que tenían algo que ocultar,<br />

y científicos megalómanos complotados<br />

con corporaciones rapaces y<br />

militares sanguinarios.<br />

Con Chernóbilllovió sobre mojado.<br />

La fusión del reactor de la central soviética<br />

no modificó decisivamente la actitud<br />

de los periodistas; simplemente exacerbó<br />

sus recelos preexistentes. De ahí<br />

en adelante, la tecnología nuclear quedó<br />

bajo sospecha permanente, como se<br />

ha podido comprobar los últimos meses<br />

en España a propósito de las reparaciones<br />

del submarino británico Tireless.<br />

Un imaginario de esta clase es propio<br />

de 10 que los sociólogos llaman "la<br />

sociedad del riesgo", una fase histórica<br />

caracterizada por la proliferación de los<br />

efectos adversos de la tecnología. En<br />

ella, las percepciones son fundamentales;<br />

el riesgo juzgado mínimo por los<br />

expertos quizás a los legos no les parezca<br />

asumible. La discusión traspasa los<br />

marcos técnicos y se expande al cuerpo<br />

social: se vuelve "comunicación del<br />

riesgo". En ese quehacer los periodistas<br />

actúan con criterios propios. No se<br />

consideran portavoces de los científicos<br />

-como otrora- ni de los verdes; les<br />

ca como una instancia más cercana que<br />

los bandos contrincantes. Para ello han<br />

expropiado terminología y enfoques al<br />

ecologismo, sin cortar lazos con el establishment<br />

científico, pues saben que,<br />

como decía Heine, que "donde está el<br />

peligro reside la salvación", y la tecnología<br />

que crea el riesgo es necesaria para<br />

aportar soluciones.<br />

Las culturas tienden a reducir la complejidad<br />

del mundo a oposiciones binarias,<br />

enseña la antropología. La sociedad<br />

del riesgo no escapa a esta ley; se<br />

ve en el complejo cultural tejido en torno<br />

al átomo. Hay radiaciones "buenas"<br />

y "malas": unas curan y otras matan;<br />

unas esterilizan y otras aceleran el crecimiento;<br />

unas brindan luz y calor, y<br />

otras traen el "invierno nuclear". Estas<br />

mitologías cuajaron con el descubrimiento<br />

del radio, al que primero se le<br />

atribuyeron virtudes cuasi mágicas, tornándose<br />

más tarde en la quintaesencia<br />

del veneno.<br />

Los bandazos de la tecnofilia a la<br />

tecnofobia son moneda corriente en la<br />

sociedad del riesgo. Desde el interés<br />

del juicio ponderado, tan pernicioso<br />

resulta el excesivo entusiasmo (del cual,<br />

por cierto, la industria nuclear nunca se<br />

ha quejado) como el alarmismo. Por<br />

culpa de las distorsiones, áreas de la<br />

realidad quedan olvidadas, como la<br />

• I<br />

COIllUmCaClOn<br />

medicina nuclear, cuyas radiaciones han<br />

salvado más vidas que las perdidas en<br />

Hiroshima y N agasaki, y de la que tan<br />

poco se habla.<br />

Ante ese imaginario, 10 más aconsejable<br />

es intentar comprenderlo, conocer<br />

sus mecanismos y anticipar su deriva.<br />

N o es descartable que la virulencia<br />

relativa a 10 nuclear amaine en el futuro<br />

-el cierre de las centrales en algunos<br />

países contribuirá a ello-; a fin de<br />

cuentas, en la estructura dual que marca<br />

el discurso de los medios de comunicación,<br />

las oscilaciones del péndulo<br />

están aseguradas. Basta con ver la genomamanía<br />

actual. Gran parte de las dualidades<br />

asociadas al átomo se han desplazado<br />

a la ingeniería genética. Los<br />

genes aparecen tan peligrosos y, a la vez,<br />

tan provechosos como se veía antes a<br />

los átomos; y las plantas transgénicas<br />

se impregnan de los peligros atribuidos<br />

a las centrales atómicas.<br />

En la fase actual, el furor mediático<br />

generado alrededor de la nueva tecnología<br />

ha eclipsado a la temática nuclear. Al<br />

periodista curtido le cabe no dejarse arrastrar<br />

por las modas y corregir, dentro de lo<br />

posible, los sesgos informativos. Una meta<br />

ambiciosa, sin duda, y superior a sus fuerzas,<br />

pero digna de acometer, sin olvidar<br />

en ningún momento los condicionamientos<br />

impuestos por la cultura. _<br />

ocupa legitimarse ante la opinión públi - El submarino nuclear británico Tireless, atracado para su reparación en el puerto de Gibraltar.<br />

estratos • INVIERNO 2001 • 5 1<br />

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lo<br />

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