Revista Ejército nº 865 (abril 2013) - Ejército de tierra - Ministerio de ...

Barreiros Panther III con lanzacohetes L-21 E-3
modelos de diseño español (E-1, E-2, E-3, D
Y G) con calibres y alcances que aumentaban
progresivamente (este último, de 381 mm y 23,1
Km) y con resultados operativos irregulares. Los
años setenta ven al Regimiento Lanzacohetes de
Astorga con dos baterías del cohete D-3 (calibre
de 300 mm y 17,7 Km de alcance).
Esto nos lleva a la década de los ochenta, en la
que se pone en servicio el LCM-40 Teruel, de 144
mm de calibre y un alcance de 18,4 Km. Con este
cohete se materializaba una intención siempre
presente: desarrollar un sistema como resultado
de nuestra capacidad I+D. Era un sistema, con
vehículo y munición, de diseño y fabricación
nacionales. Cuando se puso en servicio, en 1987,
fue una buena noticia para el Ejército de Tierra.
Aun así, sería poco riguroso ocultar sus limitaciones
operativas en alcance, precisión, capacidad
letal de las municiones, sistema de puntería, restringido
uso nocturnoo en malas condiciones de
visibilidad, poca capacidad de proyección, etc.
Estas limitaciones destacaron aun más, cuatro
años después, en 1991, cuando durante la Gue-
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rra del Golfo los sistemas de cohetes de lanzadores
múltiples (MLRS)¹ dieron muestra al mundo, a
través de la CNN, de una grandísima capacidad
de precisión, potencia, profundidad, proyección
táctica y estratégica.
El Ejército ha dado prioridad en los últimos
años a otros materiales o sistemas, antes de renovar
la capacidad cohete. No es la intención
de este artículo criticar esta decisión, ya que hay
muchas necesidades, pocos recursos, y es una
opción del mando asignar las prioridades, en
función de los elementos de decisión a su alcance.
Sí que se quiere rebatir a aquellos —que los
hay— que no solo consideran que el cohete debe
estar en prioridad baja, sino que no creen en
absoluto en su necesidad para nuestro Ejército.
Se parte de una situación en la que los alcances
máximos de la Artillería de Campaña, y
por tanto del ET, rondan los 18 Km. En nuestros
aliados estos alcances solo son empleados por
unidades de apoyo directo frente a un enemigo
convencional. Hasta que no se consiga munición
de alcance extendido, que en todo caso nos haría
acercarnos a los 40 Km, para alcances superiores
a los 18 Km las FAS deben apoyarse en los medios
del EA y de la Armada, que entran ya en el
rango de las centenas de Km.
¿ARMA DE PASADO, O DE
PRESENTE Y FUTURO?
La principal referencia para analizar las necesidades
operativas de las Fuerzas Armadas debe
ser el estudio prospectivo de los ambientes operativos
futuros y la definición del tipo de capacidad
militar que se necesitará dentro de unos
años, para enfrentarse con éxito a los retos que
se planteen a las FAS; en este caso específico,
centrado en los apoyos de fuego terrestres.
Sin entrar en el detalle de los retos y ambientes
operativos del futuro, sí que parece claro que el
espacio de batalla será cada vez más amplio, a
menudo «vacío», más discontinuo y con el factor
humano como principal referente (operar «entre
la población»). Los mayores expertos en guerra
irregular, asimétrica o incluso los teóricos de la
híbrida, coinciden siempre en no desestimar la
necesidad de un arco amplio de capacidades militares
que facilite desde la respuesta limitada hasta
el nivel máximo de intensidad de la respuesta
militar. El Ejército es una herramienta de combate,